miércoles, 15 de agosto de 2018

DIECIOCHO DÍAS SOLA EN NUEVA YORK. PRIMER DÍA: EN TRÁNSITO

Volé vía Ambsterdam, aunque allí no hubo  mucho tiempo de escala. En el avión que sale de Valencia, tengo por compañeros a una joven pareja de l'Alcudia. Ella  es  médico de  familia, él profesor de enseñanza especial. Laura Machi y yo empatizamos enseguida y mi entras David lee el Marca, nosotras hablamos de un montón de cosas, incluídas la meditación que a mí me gustaría  practicar. Ellos van a pasar una semana en Holanda. Yo no he estado nunca en este país, porque llegar a un aeropuerto, no es llegar a un país, a menos que seas Tom Humks.
Camino del segundo vuelo conozco a Vicent Casus, un chico francés de Burdeos, que lleva desde los doce viviendo en Nueva York, porque su padre se dedica a la importanción de vinos franceses a América y a la exportación de vinos californianos hacia Europa. Habla muy bien el español, Viene de pasar una semana con sus abuelos en Bayona: Un vasco y una gitana  valenciana. Buena  combinación.
En  el asiento me toca un joven marsellés y una señora, mayor que yo, de origen  finés que al jubilarse decidió vivir en Estados Unidos. Vamos cara al  día. Cuando  lleguemos será las tres y media de la tarde y en España estarán cenando.
No encuentro  por ninguna parte ni el coche ni el conductor que contrató Helena via internet. Estoy  cansada y me  pongo nerviosa. Me siento en la barra de la cafetería del aeropuerto y un joven español, Luis, me saluda  y me pregunta qué me ocurre. Le explico lo del coche y muy amablemente, se pone a llamar a la  compañía hasta que consigue aclararlo todo. Luis es arquitecto y está preparando su tesis doctoral en Nueva  York, sobre no sé que historia de materiales  y nuevas tecnologías en la construcción.
Me acompaña  hasta  el coche. El  espera su  vuelo a  Madrid. Un encanto de chico.
Mi  chófer se llama Alexis y  es  colombiano. En el trayecto hasta  Brooklyn, pasamos  por Queens y vemos las  casas tan singulares que se han construido los indios, los chinos, los griegos que  viven aquí. Ha comenzado a diluviar. Cuando llegamos al 236 de Sterling Street me reciben Michel y Manthus y tres niños pequeños, todos afroamericanos. La casa es  preciosa y la habitación muy grande, con estudio. Manthus me va introduciendo en las  costumbres de la casa. Tengo derecho a cocina y me da  las claves wifi.
Estoy tan cansada  que no me  entero de casi  nada. Llega un matrimonio de Kansas City que  pasan  unos días en Nueva  York, dos hermanas gemelas veinteañeras que  son de Washington y de su habitación, sale un australiano, muy alto que dice ser escritor. Igual es  un Batterbly, como yo.
A las seis de la tarde, me ducho y me voy para la cama. Ahora son las seis de la mañana, está amaneciendo y tengo mucho por ver.
Salve y ustedes lo pasen bien.



3 comentarios:

  1. Querida amiga: aprovecha el viaje para dar carpetazo a aquellas cosas de tu anterior vida que se han quedado obsoletas.
    Empieza una nueva etapa, quien sabe lo que la vida te tiene preparado...y no olvides que te queremos y querremos lo que tu decidas. Se feliz.

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  2. Eeeeeeiiiii....que aventurera eres. Pasate-u molt be i disfruta al màxim. Un bes Vicen 😘

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  3. Disfruta mucho Maria Dolores. Los mejores viajes se hacen solos.Asi abres los sentidos al 100 por cien.. Sigue contando..besoss

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