viernes, 31 de enero de 2014

QUEREMOS TANTO A GEORGE



 
                                               A Julio Cortázar.
 
 
Sabíamos que vendría, mucho antes de que lo anunciaran los medios de comunicación. Mucho antes de que el gobierno autonómico se frotara las manos con los réditos que le iba a sacar a su presencia en nuestras tierras. Uno de esos días aburridos que siguen a la Navidad, recibimos un nuevo correo de Gwyneth Paltrow, refrescándonos la memoria por si lo habíamos olvidado. Queridos amigos de La Matandeta, George va a rodar cuatro días en Valencia. Es una producción de esas que hace la Disney por el mundo, donde más barato le resulte, pero a la que vuestra gente dará mucho relumbrón. Quiero que me lo cuidéis. Ya sabéis, es como en las películas, mucho físico y la inteligencia perdida por lo que tiene entre las piernas.
                Tres días después fue Charlize Theron la que escribió: Oh! Dear friends, George va a Valencia y les he hablado tanto de vosotros que es imposible que vuelva a Los Ángeles sin haberos conocido.
Una semana antes de que llegara fue uno de los productores de Gladiator el que nos alertó: Mi muy querida familia de La Matandeta, George va a estar en Valencia, previsiblemente una semana, queremos que todo lo que le hemos contado de vosotros y de Valencia sea real. No le defraudéis.
Ay, George. Querido George. Nunca tomo café y sin embargo, desde que tú lo anuncias corro con el problema de convertirme en una adicta. George, Oh, Brother! Where art lou! Esa revisión del mito de Odiseo, esta vez sureño y del que este cuatrimestre nos hablaba la profesora Cabanilles. George, te queremos tanto que nuestro desánimo no te alcanza.
¿Qué hacer contigo sin atosigarte, sin cambiarte y sin defraudar a los que han encomendado tu estancia gastronómica en nuestras manos? Decidimos montar una especie de club, un club de los que amamos tanto a George que no queremos que gastronómicamente se nos pervierta. Hablamos con las niñas del Pelegrí, ahora en Sargantana, con Sebas de La Sequieta, con JuanRa Aparici, freelance y por tanto sin barreras, con Rafa Calabuig y con Teo Mora, que aunque están en Ontinyent, ya no existe el Port de L'Olleria. Con Joan Roig, que andaba por La Habana hasta marzo y dijo: Yo, por George, lo que sea.  Sí, un club muy especial para atender a George y todas sus demandas culinarias.
Lo primero, apartarlo de los gustos americanos fuera de casa. Nada de comida basura, solo lo verdadero para que no se nos pierda. Le daremos paellas de pato, pollo y conejo de La Matandeta, los pepitos de Sebas Romero son insuperables, sublime el arroz de perdiz de Rafa Calabuig y las yemas de Mora, que por algo son proveedores de la Casa Real. Joan Roig borda como nadie el arroz al horno y las clóchinas a la marinera. Las niñas del Pelegrí imitando las latas, se las pelan. Y JuanRa puede hacer virguerías piratas y playeras. No hay que romper el cerco del Westin , que lo proteja y nos proteja. Mejor que de allí no salga, así no iremos dando explicaciones de este sí, pero aquel no. Ni de estrellas y modas. Le acercaremos hasta los labios nuestras mesas. Nunca nuestro núcleo tuvo una fuerza tan terrible, nunca necesitó menos palabras para ponerla en marcha.
Y de pronto, justo cuando ya todo terminaba, perfecta y ensamblada su estancia, los amores pervertidos de Elisabetta Canalis, lo llevaron a meditar aviso hacia los espaguetis donde reina el lambrusco, aunque se bebiera de un tirón la Toscana valenciana.
No podemos dejarlo así. George solo puede rozar la perfección. Y nosotros queremos tanto a Glenda...