domingo, 26 de febrero de 2023

¡CELÉBRALO!

 

Apenas faltaban unos días para la inauguración de La Matandeta. Una tarde de finales de septiembre llegó un hombre hasta aquí y preguntó por el dueño. Yo soy la dueña contesté toda circunspecta desde mis zapatos de  tacón y mis treinta años. 

Vengo a por el pedido del agua de Vichy, siguió el hombre, una vez  identificada la joven que tenía delante. ¿Cuántas botellas lleva una caja? indagué muy seria. Doce, contestó. Pues envíenos una. 

¿De litro? No, por Dios, de  las pequeñas. El encargado del pedido del agua con gas me miró de arriba abajo. ¿Puedo hacerle una pregunta? Este es el primer restaurante que tiene, ¿verdad? ¿Por qué? Añadí yo asombrada. 

Por nada. Y se marchó. 

Una caja, no. Decenas de cajas de agua de Vichy hicieron falta el primer mes de la apertura.


Cuando conté la anécdota a mi familia, mi padre con la sorna que lo caracterizaba  corroboró: El hombre, al ver tan gran restaurante, debió de pensar que necesitaría un transatlántico para traer el pedido y con la bicicleta le bastó.

Mejor suerte tuvo el primer envío de poleo-menta. Hice tal encargo que duró un año. El representante de  la marca no hacía  más que regalarme bolígrafos y bloks de notas. Le había solucionado la papeleta comercial de varios meses, sin pretenderlo.


Se dice  que hacen  falta diez mil horas de trabajo para conseguir llegar a ser un experto. ¿Cuántos años? Diez, cinco... Depende  de  las horas que le  dediques  por semana. En aquellos años, La Matandeta fue a tiempo completo, sin vacaciones, ni fiestas, ni domingos de guardar. Y los lunes que cerrábamos, al CDT asistencia a cursos de cocina. El que algo  quiere, algo le cuesta.


Vivimos en  el país de los consejeros. Aquí todo el mundo quiere darte su opinión sobre lo que tú deberías  hacer con tu vida, aunque ellos no tengan ni pajolera idea de qué hacer con la suya. "¿Sabes qué tendríais que hacer?" ha sido un sonsonete que me acompañó durante años. Y yo me mordía la lengua para no contestarles con esa frase de Voltaire que tanto le gusta  a mi amigo Xavier Marí "No me den consejos, sé equivocarme solo".


A los lugares hay que crearles un relato. Una historia  que los acompañe y atraiga a los forasteros. Catas de vino, noches de San Juan, Buida la Cambra, Marchas por la  zona... Qué se yo.. Treinta y dos años dan para mucha imaginación.

El último acto de este relato fue el sábado. Helena Gálvez, mi hija, convocó un encuentro entre  clientes y  empresas de  floristería, de reciclaje de ropa, de disjockey, de fotógrafos. Un motivo más para acudir a La Matandeta, ahora que los flamencos están a punto de seguir su viaje.

¡Celébrenlo! Queda mucho por vivir. Esperemos...

lunes, 20 de febrero de 2023

FITO & FITIPALDIS EN LA MATANDETA

 


                           He aprendido en esta vida de lo bueno y de lo malo,                                                                                       me he elevado por el cielo y me he arrastrado por el barro.                                                                           Más de treinta y cinco años y doscientos diez defectos.                                                                                   Y he tocado la locura con la punta de los dedos.                                                                                                                                                                                                                                                                                                    Feo                                                                                                                                                       Fito & Fitipaldis                                                                                                                                        


José Luis Ramos Gay es uno de  los mejores profesores del Grado de Lenguas Modernas, mayor Francés, de la Facultad de Filología. El método de enseñanza del Guapo, así lo llamábamos Joan Ribera y yo, es dialéctico. No explica nada, se limita a hacer preguntas y a contradecir las respuestas del alumnado: ¿Por qué lo llamaron Siglo de las Luces? ¿Qué pasa, que llenaron las ciudades de lámparas?  Porque los iluminó la razón, el raciocinio y no aceptaron los hechos porque sí, pensé, pero siguiendo la mudez de mis compañeros, no dije nada. ¿Por qué Ubu roi, de Alfred Jarry comienza con la palabra  "Merdre"!? ¿Lo véis normal, no os extraña? Recordé que unos días antes, mi nieto de apenas tres años se iba a la playa con sus padres y me anunció que me traería una "pierdra". Alfred Jarry destroza el lenguaje, lo vuelve infantil y lo reinventa, me dije, pero no abrí la boca.  Allí estaba yo, entre cerca de setenta alumnos que por edad podrían ser mis hijos y que de la lectura de Charlie y la fábrica de chocolate y Harry Potter, no habían pasado.

Una tarde de primavera, cuando el calor empieza a hacer estragos en las aulas y los estudiantes prefieren quedarse en los bancos de la avenida de Blasco Ibáñez consumiendo drogas legales, tales  como cervezas y pitillos, el profesor Ramos arremetió con los poetas malditos franceses. Mis adolescentes compañeros poco sabían de los desacatos  que la  miseria y la absenta hicieron entre Beaudelaire, Verlaine o Rimbaud. 

A ver, espetaba muy enfadado  desde la tarima el Guapo, vosotros véis normal que un poeta dedique sus versos a la carroña. Os imagináis por qué Charles Beaudelaire dedicó uno de sus mejores poemas a ensalzar La Charrogne.

El silencio era espeso y se podía cortar. El alumnado, asustado y paralizado, ante las disertaciones del joven profesor Ramos, que les apabullaba con su  erudita cultura, no abría la boca. De repente, se me ocurrió: Porque también las flores crecen en la basura. Solté para aflojar un poco la tensión de la tarde de mayo. Muy bien, Baixauli, de qué poeta son esos versos, me interrogó Ramos. 

¡De Fito y los Fitipaldi!Solté a voz en grito, irrumpiendo toda la clase con una sonora  carcajada. El profesor Ramos, me miró muy fijamente sin reirse y añadió: Marchaos  a la porra.

En tropel salieron del aula mis hipotéticos hijos e hijas, recogí mis cosas y en el umbral me dí la  vuelta. José  Luis Ramos Gay uno de los mejores profesores que  he  tenido en  mi vida y que no había  alcanzado  todavía los treinta y cinco, se reía también a nuestras espaldas. 


Helena, mi hija, se mueve como pez en el agua entre el mundo de la farándula. He visto pasar por nuestra  casa a clientes habituales como el director de cine Daniel Monzón, los actores Tristán Ulloa, Jaime Pujol, Juanjo Artero, Belén Riquelme, Ana Conca y tantos otros. O los cantantes Kiko Veneno, Carlos Maya y ahora Fito & Fitipaldis. Bueno, Fito no llegó a la hora de la comida. Actuaban el sábado por la noche en Valencia, en el Palau de les Arts. Después de completar la gira nacional más multitudinaria hasta su finalización. Se presentaban en un formato que  acerca al público a un ambiente más íntimo, en el que iban a tocar canciones de su último disco Cada vez cadáver y los clásicos de la banda, interpretados con un matiz diferente.



El loto es una de las flores que crece entre la basura, en el agua estancada, en el barro... Poco a poco va buscando su camino hacia la luz donde se abre mostrando toda su belleza. O, como canta Fito:

Nunca me han interesado ni el poder ni la fortuna,                                                                                    lo que admiro son las flores que crecen en la basura.


Salve y ustedes lo pasen bien. Feliz semana.









lunes, 13 de febrero de 2023

FIESTA SORPRESA

 


Han vuelto los flamencos a la Marjal, lo cual, en realidad, aunque atrae a muchas personas hasta el lluent y los arrozales, no es una buena noticia. Significa que las aguas de este parque natural se están salinizando. Los flamencos gustan de las marismas y de comer cangrejos, de ahí su color rosado. Aquí no darán a basto con tanto cangrejo americano.

Los flamencos saben de filología, diría mi amigo Paco Baixauli, porque han vuelto a El Saler y El Saladar de Silla.

Es domingo por  la mañana y grabo un vídeo de esta aves. Se lo paso a mis amigos y el mismo Paco me contesta que ni en el lago Tanganika se ven mejor, que no tenemos ni idea de dónde vivimos. ¡Estás en el paraiso! espeta el amigo Paco Tortosa desde el suyo propio en Carcaixent, Villa Antonieta.

Sí, podría ser el paraíso, pero ... Tendría que funcionar bien la fotovoltaica y no dar tantos problemas. No deberían haber suprimido los repetidores de la empresa que nos suministra Internet. Ahora no puedo trabajar en casa. Como diría mi padre, aquí los intrusos somos nosotros y no las garzas, ni los ibis, ni los mosquitos en  verano. Quienes deben adaptarse al medio somos los humanos.

El paraíso siempre es  para el que viene de  visita, para el que recorre una hermosa ciudad y se empapa de sus mitos, no para el que la habita y padece.


Pero quédate siempre con lo bueno, apostilló en otro momento mi amiga Diana Cerdá. Sí, la cantidad de gente interesante que he encontrado sin salir  de casa. Ellos y sus historias. Entre el restaurante y los institutos, a veces pienso que, en realidad mi verdadero oficio es conocer personas. 

Es domingo y hay fiesta sorpresa en La Matandeta. Tania Gálvez, hermana de mi hija, la ha preparado para su amiga del  alma Raquel. Se conocen desde  bien pequeñas. A mi también me  gusta preparar fiestas sorpresa, mucho más que recibirlas. La primera fue cuando mi padre  cumplió sesenta  años. Eso sí que no se lo esperaba. La última me la dieron a mí un tres de octubre y mejor que se la hubieran ahorrado. Corramos un tupido velo.


Raquel ha organizado su celebración en otro restaurante, pero la van a traer a ver los flamencos. Desconvocaron aquella fiesta y están todos aquí. A partir de  los cuarenta, se imponen las fiestas sorpresa para que ese momento agridulce de pasar calendarios no lo sea tanto. Una muestra de amor, de afecto, de homenaje o de reconocimiento.


Hace poco, Helena me preguntó cómo quería que fuera mi funeral. Pues, la verdad, es  que me da exactamente igual. Como si no lo hay. No pienso enterarme de nada. No entiendo a la gente que es incapaz de prepararle a nadie una fiesta sorpresa y se molesta hasta en elegir la música que tiene que sonar en su sepelio. Como si una vez nos hayamos fundido con la inmensidad nos fuéramos a enterar de  algo. Los homenajes en vida, es decir, cuando estemos  vivitos y coleando.







Como el marido de Raquel toca la guitarra eléctrica, `por afición, en un grupo llamado Degenerates, hay música en vivo. Y los flamencos cambian de parcela y se acercan al parking de La Matandeta desde donde mejor se observa el atardecer. En fin, es febrero y este mes siempre me pone triste. Ya lo dijeron los romanos, Februarius mensis, el mes de la purificación.


Pues purifiquémonos y expiemos nuestras culpas cristianas. Y, aunque se marchen de nuevo los flamencos, por favor, por favor, que llegue  pronto la  primavera.
Salve y ustedes lo pasen bien.