domingo, 29 de marzo de 2020

EL DOMINGO, AL SOL


Poco a poco, una adopta la normalidad de lo que está viviendo. Se amolda, se configura y decide disfrutar de lo bueno que ha traído la situación. Lo bueno de lo malo. Como este domingo, tan extraño en nuestras vidas. Normalmente es el día de la semana de más trajín, más trabajo, más gente que pasa por aquí. Muchos de los clientes, ya son amigos. Solamente llevamos veintinueve años.
Hoy al despertar, he visto durmiendo a Manuel a mi lado. No sé siquiera a qué hora subió, no oí sus pasos. Me visto y bajo sobre las ocho a practicar marcha nórdica. Helena lleva ya una hora de ejercicio. Lo bueno de lo malo es que tenemos un día increíble para compartirlo, sin estrés, sin nervios. No pasa ni un solo coche por la carretera. No es habitual este silencio. Solamente la guardia civil en moto que viene a preguntarle al vecino si se trata de una segunda residencia. Anda!


Llaman algunas amigas. En la vida había hablado tanto por teléfono. Hay gente que se ha quedado completamente sola. Esas son las primeras personas a las que envío mensajes, amaneceres. Consigo hacerme seis kilómetros de marcha, increíble, sin salir de La Matandeta. què et pareix Xavier?
Limpio platos, Rubén arregla tuberías. Ahora se nos ha terminado el gas. Qué bien. Cocinaremos a leña, brasas y horno moruno. Así ahorramos.
Llega la hora de la comida. Fideuà Manuel.



Qué suerte tener un gran chef en casa. Aunque, a Dios pongo por testigo, que no engordaré ni medio kilo durante este confinamiento. A pesar de los suculentos platos, de la tranquilidad y el sosiego que pienso tener a partir de ahora mismo. Ni medio kilo!
La sobremesa es corta, Helena se va a dormir, yo a leer. Rubén y Manuel ...



Para que, cuando volvamos todos a la normalidad, La Matandeta esté más aseada, más bonita. Han estado trabajando con la ilusión del que sabe que habrá un futuro. Todos los tendremos. A partir de hoy, a Dios pongo por testigo que no volveré a quejarme. Vivo en un lugar privilegiado con el que poco a poco me voy reconciliando. Tengo una familia, un espacio físico y mental. Tengo amigos que se preocupan por mí y yo por ellos. Tengo un trabajo en Vinaròs... 
A Dios pongo por testigo que siempre voy a ver lo bueno de lo malo.
Salve y ustedes lo pasen bien. 

ACCIÓN, REACCIÓN



A Rubén se le ocurrió que si tuviéramos un grupo pequeño, podríamos cargar las baterías y, al menos, tener luz y wifi estos días, aunque no podemos solucionar el problema del agua.
Helena deja de llorar durante un rato y se pone a buscar en Internet, qué establecimientos pueden vender un grupo de 2800 watios. Lo encuentra en Bauhaus, Paterna. Mañana lo tendrán a las diez. Yo saco la tarjeta de crédito.
He amanecido a las ocho con Manuel a mi lado. Rubén y Helena ya hace rato que andan trasteando.
Ha salido el sol. El día promete y todo parece menos huraño. Van a preparar el espacio donde colocaremos el grupo.






Helena barre, el patio, yo la terraza. Quito hierbas, hablo con Rubén, ponte guantes, la mascarilla, haz  fotos de nuestro grupo averiado. Si te preguntan por qué llevas la tarjeta de una mujer, dices que es la de tu suegra que no ha podido venir porque es persona de alto riesgo. Mental, alto riesgo mental, debe pensar Rubén.
Se marcha sobre las diez y media y yo cruzo los dedos. Madre del Amor Hermoso. Que no le pase nada. La autovía va a estar llena de controles.
Helena y Manuel se ocupan del trabajo de Sociales. Manuel tiene que montar una empresa. Y elige una ganadería de toros que no serán sacrificados en el  ruedo. Solo recortadores y toreo portugués.
Madre e hijo están enfrascados y yo barro las terrazas como si no hubiera un mañana. Necesito hacer algo físico.


A este paso, el maestro llamará para decir Helena has sacado un nueve en el trabajo. La mañana es espléndida y Rubén llega con el grupo, sano y salvo. Lo llena de gasolina y me cojo un buen colocón solo del olor. Madre mía, qué mal me encuentro. Después de estar toda la mañana al sol, el olfato lo sigo teniendo perfecto porque la gasolina me ha mareado. Ni que me la hubiera inyectado en vena.
Rubén se pone a la instalación del grupo. Cable por aquí y cable por allá. Nosotras no entendemos de esto, así que seguimos a lo nuestro. Bien! Ya funciona! Viva el capitán América! Podremos recargar las baterías de la casa y tendremos luz en la casa y wifi, unas horas al día. Puedo escribir y me pongo a ello por la tarde.
Solo nos queda el tema del agua. Rubén, cambia el pequeño grupo de lugar. Lo deja junto a la balsa y pone en funcionamiento la bomba.


Tendremos agua para lavarnos las manos, los dientes, asearnos un poco y fregar los cacharros.
Comemos felices y contentos. Un puchero que está de muerte. De postre, helado que se ha deshecho porque las cámaras siguen sin energía eléctrica.
Pasamos la tarde cada uno a lo suyo. Helena duerme, Rubén y Manuel ven la serie Juego de caballeros. Yo leo a Mendicutti y su Mae West y yo, tengo ganas de reirme un rato.
A las seis Helena despierta de su siesta y me encuentra limpiando los cristales. Qué haces, madre. Pues verás, como no he quedado para ir al teatro...
Mientras Rubén prepara el horno moruno para las pizzas que van a cocer para la cena, yo me voy a Paris. Aquí ya hemos acuñado la expresión Irse a Paris, que significa que me voy a dar una vuelta por La Matandeta.

Cenamos pizzas recién salidas del horno, que para algo vivimos en un restaurante. Y el día termina muy pronto. Y  ha sido mejor que el de ayer, aunque peor que el que vendrá mañana. Porque cada día iremos solucionando los problemas que se nos presenten. Iremos uniendo fuerzas y caminaremos juntos como una familia que somos.
Tiempo de confinamiento, pero también de reencontrarnos, de mirar hacia nuestro interior, de replantearnos el mundo y su futuro.
Tiempo de valorar lo fútil y lo realmente necesario.
Tiempo de confinamiento y de contemplación, de serenidad y meditación.
Buenas noches.
Salve y ustedes tengan un buen confinamiento.

sábado, 28 de marzo de 2020

DÍAS DE CONFINAMIENTO






Cada día de esta semana pasada, a partir de las nueve de la mañana, el grupo de watshap de profesores del Leo parecía el ágora en tiempos de Platón y sus discípulos. Cómo se cuelgan artículos en Aules. Alguien sabe qué pasa con Itaca, no me deja entrar. El servidor no funciona. Quién es el tutor o tutora de 1ºESO C y D. Acaban de enviar un correo a gva para activar y usar el Webex. No habrán oposiciones este año. Por favor, podéis enviar los deberes por el corporativo a K.Z. sus padres no están conectados a Itaca. Ni sus padres, ni un gran número de padres. Alguien sabe si el alumnado de bachillerato ha podido acceder a Aules ya... Nunca me podría imaginar que tendría tantas ganas de volver al Instituto. Yo, también. Y yo. Y yo.
Cuando acaba la jornada estoy más cansada que si le hubiera dado cincuenta vueltas a la plaza de toros de Vinaròs. Y con tan  poco rendimiento.



Vinaròs, de pronto, ya no está a ciento cincuenta kilómetros, sino en el confín del mundo. Y tengo por todos los medios que seguir unida a mi alumnado. No los puedo perder.
En Vinaròs está mi  mundo cotidiano, en un apartamento que ya no podré mantener, así que, domingo, 22 de marzo, hoy es el aniversario de la muerte de mi padre, hoy hace justo dos años que...
Llamo a mi amigo Xavier Marí y me pongo a llorar como una magdalena. Llamo a mi amigo Joan Roig y me entran ganas de llorar al escucharlo. Vamos que me ha dado el día llorón. Decido ir el lunes a las seis de la mañana a desmontar el apartamento de Vinaròs. Sé que el confinamiento va para largo y en estos momentos yo soy el único recurso  económico de esta familia que, de la noche a la mañana se ha venido abajo. Cada euro, tiene que estar racionado, si queremos tener un futuro. Y sí que lo queremos.
Xavier Marí, me aconseja que me asesore bien antes de iniciar tamaña empresa. María Teresa Ulldemolins que consulte con mi abogado. Y los de la inmobiliaria, una pareja de alto riesgo, que ellos están encerrados en casa y de salir ni soñarlo. Hablo con la hija, me arregla los papeles. Pero, entonces, pienso en mi amigo y capitán del ejército y lo llamo. Enseguida me devuelve la llamada. Se encuentra en la sede de la ONU, en Quart de Poblet. Pero el lunes, veintitrés lo mandan para Madrid. Aquello es una Morgue. Yo no te aconsejo que salgas de casa. Es peligrosísimo. Hay controles por todas partes. Y las multas son de cuidado.
Así, que no lo hago. Vuelta a empezar. Tengo un apartamento en Vinaròs, con la nevera medio llena,  que en estos momentos no puedo pagar. Ni ir a devolver las llaves, ni recoger mis cosas. Mi familia depende absolutamente de mí. Hay decisiones importantes que tomar. Todos creemos en el futuro.
Y por fin el martes, amanezco sin llorar. Me sumergí, hasta tocar fondo y ahora se trata de nadar hacia arriba para llegar a la superficie y empezar a dar brazadas hasta  volver  a mi epicentro emocional. Reunión telefónica con mi jefa de Departamento. Las estrategias a seguir con el alumnado.
Después es preciso que salga de La Matandeta para ir al banco. Hay una gestión que es imposible realizar vía internet. Desde que volví de Vinaròs no me he movido de aquí, pero no me queda más remedio. El día es grís, ventoso. Me pongo los guantes y un pañuelo que me tapa prácticamente todo el rostro.
Al llegar a Sedaví, el Ángel de la Guarda pone en mi camino a la persona que me puede ayudar en el banco. Ha salido a dar una vuelta y fumarse un pitillo. Me dice que la espere en la puerta. Doy zancadas hasta llegar hasta allí. Me refugio en la zona de cajeros. Llega un joven si protección, tosiendo y maldiciendo. Llega un hombre de mediana edad. Llega Rosa y les dice que esperen todos en la parte de fuera que yo estaba primero.
Soluciono lo del banco. Apenas me cruzo gente en la calle. Una señora muy bajita que pasea dos perros, un coche de la Guardia Civil. La chica que sale del horno con un montón de barras de pan. Compro dos barras en el Don. Lorena me sonríe desde el otro lado de la improvisada mampara que le han puesto para vender. Entro en el talibán y compro champiñones. Bigotis se empeña en que me lleve una caja de fresones para casa, para Rubén. Que no, hombre, que no quiero fresones, solo champiñones.
Cojo el coche y llego a La Matandeta en un pisplás. Madre del Amor Hermoso. Qué bien se está en casa.


El resto de la semana es de mucho trabajo. Yo delante del ordenador con mis alumnos, intentando no perderlos. Helena delante del suyo cerrando la contabilidad. Hablamos con el abogado, con la gestora, con los bancos. Vamos a por el erte. Nos leemos el Real Decreto.  Voy a por el alumnado.
Llega el viernes. No hay manera de entrar en Aules. Paso la mañana trabajando sin conseguir apenas resultados. Yo no envié mis naves a luchar contra los elementos. Llega la tarde. Se rompe el grupo electrógeno con el que nos fabricamos nuestra energía eléctrica. El mecánico no consigue arreglar la avería. No tendremos luz, ni agua, ni wifi, ni teléfono hasta el lunes como mínimo. Pero yo ya estoy en mi epicentro cuando Helena se viene abajo. Menos mal que no nos da a todos al mismo tiempo.
Helena llora  de impotencia y yo la hago reir.
Me pongo el anorak y le anuncio: Me voy. A dónde, madre. A Paris! Sacré bleu! A dar una vuelta por La Matandeta. Solo tenemos siete mil metros. Y consigo distraerla durante un rato... 

domingo, 22 de marzo de 2020

QUERIDA KENZA





                                                                                    El horror, siempre el horror
                                                                                       
                                                                                            El corazón de las  tinieblas
                                                                                                  Joseph Konrad


Mi muy querida Kenza Lamuasni:

En toda  la noche no ha dejado de llover. Era una lluvia con una  cadencia  silenciosa. Más parecida a la nieve que a la propia lluvia. La nieve, la única vez que la vi  al amanecer fue en Fontanars. Nos acostamos y al día siguiente  había casi un metro. Fue un espectáculo maravilloso. Todo quedó paralizado, como suspendido en el tiempo. Y mira que es difícil suspender el tiempo. Pues, eso, la lluvia le ha puesto un silencio elocuente a toda la noche. A las dos de la madrugada me desperté y me puse a pensar. Pensar mucho es malo para la salud y la felicidad.
Me preguntas qué opino acerca de la decisión del rey de tu país de  cerrar las fronteras ante la crisis que azota Europa. Ese  mismo rey que os tiene metidos todavía en un poder feudal...
El sábado estaba en Vinaròs. Me había quedado el fin de semana porque  arrastraba una infección de orina, un resfriado y el final de la evaluación. Estaba cansada. En La Matandeta esperaban poco trabajo y Manuel  iba a estar lejos. Había limpiado el minúsculo apartamento en el que vivo y compré un poco de comida en el supermercado que tengo enfrente. 
Cuando puse la  televisión y oí que declaraban el estado de alarma, sin cambiarme  de ropa, sin recoger siquiera las medicinas que tomo, salí disparada hacia la estación de tren en busca del primero que me llevara junto a los míos.
Llevo desde el sábado encerrada en La Matandeta. Cuatro días de bajón. Hay amigos que me preguntan dónde andan mis amaneceres.
El miedo te paraliza. Igual que la esperanza. El miedo porque crea pánico ante lo que vendrá. La esperanza porque crea ilusión en que algún día las cosas cambiarán.
Si no fuera por mis hijos y por mi jefa en el instituto, María Teresa Ulldemolins, no hubiera sido capaz de salir del bucle.
El miedo es una más de las emociones de la condición humana. La información desaforada produce miedo, Ya lo dijo Maurice Duverger en Las dos caras de Jano, demasiada información es nula información. Un libro que me obligaron a leer en la Facultad de Derecho el año 78 y que tengo completamente subrayado. Hace un día que solo escucho los informativos. El resto, pongo música.
África lleva decenas de años con pandemias que nunca declarará  la OMS. África es un continente desahuciado a pesar de poseer las mayores riquezas naturales del mundo.
El miedo nos acostumbra a que nos manden y, una vez más, a la incertidumbre de vivir. No nos gusta la incertidumbre de vivir. No nos gusta la inseguridad. Pero al miedo hay que plantarle frontera.
El miedo se ceba en ti y destruye tu vida. A mi no me da miedo el corona virus. Me produce horror lo que vendrá después ....
El horror, siempre el horror. Y Joseph Konrad. Qué lástima que mi capacidad de análisis no dé para más.
Me preguntabas por la decisión de tu rey sobre el cierre de las fronteras. Saca tú las conclusiones. Y sigue rezando a tu Dios, tú que tienes fe.
Te quiero.