Cuando llegue la luna llena/ iré a Santiago de Cuba/ iré a Santiago, en un coche de agua negra/ iré a Santiago./ Cantarán los techos de palmera. Iré a Santiago .
Son de negros en Cuba
Federico García Lorca
Casi novecientos kilómetros de distancia separan La Habana de Santiago de Cuba. Dieciocho horas de autobús. Mi cuerpo y mi mente no tienen la misma edad, pero mi cuerpo resiste. De vez en cuando la guagua de Viazul se para en mitad de la carretera sin venir a cuento. De regreso averiguaremos que es para ir a la toilette. Los hombres lo tienen fácil. Se ponen de espaldas al vehículo. Las mujeres detrás de un árbol o unos matorrales. Ya se alivió? Me pregunta el chófer. Ahora viene lo peor. Las personas cubanas que nos acompañan llevan mantas, anoraks. Para qué si estamos en Cuba y la temperatura media son treinta grados? Pronto lo averiguaremos.
De madrugada, el frío es insoportable. Dieciocho grados. Le pedimos al chofer que suba la temperatura. No puede, se empañaría el cristal. Vamos en camiseta y pantalón corto.
Por favor, aquellos que busquen comodidades, absténganse de viajar a Cuba. No hay, no molesten.
Santiago de Cuba es la segunda ciudad del país por su población, historia y economía. La fundó el conquistador español Diego Velázquez de Cuéllar en 1515.y desde entonces Santiago fue la capital de la Capitanía General de Cuba, dependiente del Virreinato de la Nueva España. La casa de Velázquez, la primera de la isla sigue conservando su poderío en la plaza de Armas.
Cristóbal Colón ya había avistado su abrigada bahía en sus primeros viajes a América. En 1522 fue declarada sede catedralicia y contó con la primera catedral de la isla.
Hernán Cortés fue el primer alcalde de la ciudad y de ella partió hacia la ciudad de México. De Santiago marchó también el explorador Pánfilo de Narváez rumbo a las costas de Florida en viaje exploratorio que terminó en fracaso y le costó la vida.
Llegamos muy pronto a Santiago. Sobre las ocho de la mañana y un taxi bici nos conduce a La Casa Azul, el bonito hospedaje de Norka Cabrales. Pero esa es una historia para otro día. La verdad es que estoy cansada.
Ya saben, si van a Cuba, como decía aquel cartel de La Habana: NO HAY, NO MOLESTES.
Salve y ustedes lo pasen bien.
Si puedes, ve a la Iglesia de la Caridad del Cobre
ResponderEliminarYa fuimos al santuario de la virgen de la Caridad del Cobre. Gracias.
EliminarDisfrutad y aprovechad al máximo de ese magnífico viaje.
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