miércoles, 29 de agosto de 2018

DECIMOSEXTO DÍA:: 236, STERLING STREET

En Brooklyn no tienes la sensación de estar en Nueva York, sino en una ciudad de  provincias. Los vecinos se mueven por el barrio a realizar  sus compras, se sientan en  los escalones de  la  entrada de  sus casas a dialogar entre  ellos, saludan a  los transeuntes, se  toman una cerveza. Todo tiene  otro ritmo. No es el  agobio de la gran  ciudad hecha para ser admirada, no para vivirla.
Me hospedo en un landmark que es como llaman a los edificios antiguos protegidos. Brooklyn tiene  personalidad, ves una  foto en  el  periódico, en  Google, en televisión y reconoces este barrio,


Esta es la  fachada  de la casa en  la que  habito, las ventanas  de  arriba a mano izquierda  se  corresponden  a  mi  habitación. AirBanB es muy popular en los Estados Unidos. Otra forma de hospedarse, la  idea  originaria  por  la  que  se  creó  es que compartieras tu  estancia con los  nativos y vieras su forma de  vida. Pero la verdad es  que a quien más he visto es al australiano, que  lleva  aquí  hospedado bastante tiempo. No sé quienes son  los dueños. El contacto  para alquilar la estancia  ha sido a  través  de AirBandB.



Es una casa cuidada, con la  madera  bruñida, muy limpia, en la  que me pidieron el primer día que andara  descalza. Los hoteleros en Valencia están en contra  de  esta forma de hospedaje, les parece competencia desleal. No lo creo, es un tipo de clientela muy diferente la que  se hospeda aqui a  la del hotel. Yo no me hubiera podido permitir diecisiete noches de hotel en Nueva York donde  la media ronda  los cien dólares diarios.


Tengo la  habitación más grande  de  la casa  y su  precio  se acerca a  los treinta y cinco dólares por noche, con  los gastos de  limpieza incluidos. También tengo derecho a cocinar  y a  un estante de la nevera. Estos son mi dormitorio y el estudio contiguo.


Las otras  dos  habitaciones con que cuenta el landmark son más pequeñas.



La cocina es de  uso común, pero quien más la  disfruta  es el australiano. Se llama Harry Button y lleva mes y medio en Nueva York preparando un reportaje sobre las muevas tendencias musicales en la ciudad que nunca duerme. Trabaja para varias  revistas y televisiones de su país. No sé por  qué entiendo mejor su acento que el americano, quizás porque me habla muy despacio.
Anoche bajé a tomar algo de fruta de mi estante y me lo encontré sentado en la mesa del comedor, solo, en  la casa no se  oía a nadie. Me invitó a sentarme y compartir con él la cena. Había  preparado una ensalada con rúcula, canónigos, queso  parmesano, arándanos  y manzanas. Y le había añadido  un sofrito de  bacon. Estaba rica, también tenía fiambres y quesos y una  botella de shyraz australiana. Nunca había probado la  shiraz australiana.
Me contó que se  ha casado y divorciado cuatro veces, pero no tiene hijos. Así le durarán poco los duelos, pensé. Ya se sabe  que  la  experiencia hace maestros.
Hablamos de  muchas  cosas, los  temas surgían  solos. Le conté el relato de Patrick White Las cacatuas, que leí a los diecisiete años. Un matrimonio, que lleva muchos años separado, aunque  viven en  la misma casa, en diferentes pisos, un día  vuelven a comunicarse porque en el patio aparecen unas cacatúas que se  instalan alli.  Se sorprendió  de que hubiera  leído a  su compatriota. Me habló  del libro que está escribiendo desde hace tres años y no consigue terminar. Mira, otro Batterbly como yo.
Estuvimos cerca de dos horas  conversando hasta que me dí cuenta  de  que me empezaba a mirar raro.
Cuando un hombre  te  mira raro te está dando dos opciones: O que salgas corriendo o que  te plantees que  ropa interior te pondrás la primera noche que te invite a  salir. Le hubiera pedido una foto, pero lo habría malinterpretado, porque yo pensaba salir corriendo.
Hoy  me  voy al MOMA. Salve y que  lo pasen bien.




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