jueves, 27 de agosto de 2020

LA CASITA DE PUYRICARD




                                                   Todo viaje, como bien sabía  Gadda, tiene que ver con la muerte,
                                                   es una carrera contra el tiempo y en el tiempo, un rescate y un
                                                   adiós, un precipitarse en el cambio que desmorona  el  sólido
                                                   paisaje familiar de  la  vida y surca el  rostro de quien lo atra_
                                                   viesa.
                                                                              Alfabetos
                                                                        Claudio Magris

Hoy es el cumpleaños de mi casero inglés en Francia, Derek Moxon. Le escribo un watshap a mi amiga marroquí Kenza Lamouasni para  recordárselo y ella me  saca del error. El cumpleaños fue  ayer. O sea, que si el  cumpleaños  de Derek fue ayer, hoy hace exactamente siete años que llegué a su casa de Puyricard, en la  rue Les Muriers. A ocho kilómetros de Aix-en-Provence.
¿Por qué nos cruzó el tiempo y el espacio? Porque a mí, los de la Universidad Aix-Marseille, no me dieron plaza en una residencia y tuve que buscarme la vida. Encontré un anuncio en appartager.com que publicaba un señor inglés, ingeniero jubilado, casado cuarenta y cuatro años con la misma mujer, francesa para más señas, hasta  que enviudó.  Hablaba de que se estaba  apercibiendo de su soledad. Así que alquilaría  una habitación a una estudiante seria o a  una señora  entre cuarenta y sesenta años. Que su última  inquilina, que había partido a dar clases al extranjero, podía dar fe de su seriedad, buen humor y respeto. Que vivía en una casita  soleada, con jardín...
Dije a mi familia, que yo iba a vivir allí. Que ese anuncio, del que  además  estaba segura, que no había escrito él, sino que se lo habían redactado, era para mi.
¡Anda, pero si no lo has visto en la vida! ¿Por qué tuve aquella certeza? No lo sé. ¿Porque creo en las señales? Y esta se cumplió.



De lo que fue aquel año Erasmus en  la Provenza a los cincuenta y pocos años que yo tenía, dio fe este blog. Que se titulaba Erasmus a los cincuenta.  Nunca le debí cambiar el  nombre, sino cerrarlo y comenzar otro. Errores de  principiante. ¿Por qué lo hice? ¿Por qué dejé mi casa, mi familia, mis amigos y partí hacia lo desconocido a una edad en  la  que la  gente lo que tiene en  la  cabeza es el principio de la  jubilación? También está  descrito en las primeras entradas de mi cuaderno de bitácora. Entradas  en las  que se nota  una pluma reseca y  atrofiada que poco  a poco va adquiriendo  soltura, que desliza la línea azul del bolígrafo con mucha más facilidad.
Ayer Derek Moxon cumplió ochenta y seis  años. Este mes de agosto  pensaba haberlo visitado con Manuel y darle una sorpresa. A él. A Philip y Guylaine Fortyn, a Olimpia y Alfredo Pérez, a Sonia Lefèvre, a Constance Thyery. A todo el  paisaje  provenzal y humano que me encontré  y que  me ayudó a  crecer como persona. No ha podido ser. Maldita pandemia.
Ya  no me queda tanto tiempo, pero por ley de vida, a Derek le queda menos que a  mí. Aunque nunca se sabe.
Hace dos  años que le debo  una larga carta. Y cada  día retraso el momento de ponerme a ello. De contarle  cómo cambiaron las circunstancias en mi vida. Siempre encuentro  excusas. Creo que durante mucho tiempo tuve que elegir. Entre escribirle y narrarle  los últimos  acontecimientos. O no sufrir.
Es  hora de que de un paso al frente  y me  ponga con este  asunto. Mi amigo Derek  se lo merece. Fue  un año muy importante en mi vida. En aquella casita de Puyricard. A ocho kilómetros de Aix-en-Provence. 
Tengo que escribir una larga carta a Derek y no sé por dónde empezar.






                                                       

sábado, 22 de agosto de 2020

AMOR AMARGO



                                                                     Y fue entonces cuando pensé: "Así debería mirarme mi 
                                                                     padre. Con los ojos bien abiertos para verme". Y se me   
                                                                     ocurrió que sería una buena idea... "

                                                                                               Mírame
                                                                                           Diana Cerdá






La primera vez que Diana Cerdá y yo quedamos a cenar, no hubo cena. Ni encuentro.
Descubrí su faceta de escritora el año que estuve viviendo en Fontanars dels Alforins. Intentando salvar lo que ya no tenía solución. Una tarde fuimos a Ontinyent y vimos en una librería Mirame, su libro. Me faltó tiempo para entrar y comprármelo. .
Diana  y yo nos conocimos con cinco y seis años. Para entonces ya tenía una personalidad apabullante. Me  encanta la gente así.
Cuando acabé de leer su novela, le escribí una entrada. Se emocionó con las cosas que conté de aquella  infancia en la playa de El Perellonet. Mi padre y mis tíos habían construido un pequeño bloque de apartamentos en esa zona. De los primeros. Así nos conocimos. Eran de  Vallada. Yo nunca había oído la palabra mante. 
Su padre, y sus dos hermanos tenían una fábrica de muebles de  ratán. Daban trabajo a media Vallada.
Y un buen día Paqui y Pepe se marcharon a Filadelfia a montar un fábrica para introducir sus muebles en EE.UU. Sin hablar  una palabra  de ingles.
Diana fue la última de los cuatro hermanos en salir de España. Acabó el COU y se presentó al selectivo.
Estudió Psicología y Sociología en  la West Virginia University e hizo un máster en Psicología Clínica en la New School for Social Research  de Nueva York.
También fue la primera en volver de EE.UU.
Después de la entrada que yo escribí, sus padres vinieron a comer con parte de la familia. Diana y su hermano Pepe estaban en una feria, en  China.  Hace  poco llegó con su pareja un domingo a La Matandeta. Ambas nos alegramos de volver a encontrarnos después de tanto tiempo. Me propuso una cena.
Sí y quedamos. El día y la hora eran perfectos. Pero yo no encontraba las llaves de mi casa por ninguna parte.  Mi familia no estaba. El taxista detrás de la verja. Yo encerrada dentro de  La Matandeta y mi amiga esperándome en Russafa. La reina del despiste no conseguía recordar dónde había metido las llaves. De hecho, todavía no han aparecido. Estarán en algún pequeño lugar, un cajón, un bolso, detrás de unos libros, esperando que vuelva a perder cualquier otro objeto y al buscar este último de con ellas. Yo confío que será por Navidad.



En fin, que la cita quedó aplazada para quince días después. En la bodega Sabor amargo, la calle Mosén Femenía. Lo que antes era la bodega Seguí cuando yo iba al Instituto San Vicente Ferrer, de la calle Almirante Cadarso. Durante cuatro años, crucé esta calle hasta la de Cádiz, para coger el autobús de Sedaví. A mediodía, nos quedábamos viendo las mesas del restaurante Los pedralbinos, pensando que algún día nosotras también nos comeríamos allí un buen asado. Ahora hay un restaurante mejicano.
Mientras espero a mi amiga, le pregunto a la camarera, el por qué del nombre y me contesta que es el título de una canción de Bruno Lomas (Amor amargo tu me das, amor amargo sin piedad, pretendes que mi amor no tiene ya valor. No, no digas eso por favor).



Nos ponemos  al día, de los derroteros de nuestras vidas, en los  cincuenta últimos años. ¡Madre mía! Hablamos ya, como lo hacía mi padre y sus amigos. Y yo no podía  abarcar con la mente tanto tiempo.
En la esquina, hay un restaurante sardo. Según Diana, muy bueno, del otro lado, otro italiano y después el mejicano. La de años que no venía por aquí.
Subimos al piso de Diana, a dos pasos de donde hemos cenado. Es un piso con mucho gusto, con su personalidad. Una casa de revista de  decoración. Pero lo que más me gusta de todo, es su biblioteca. Para ella, como para mí, el libro sigue siendo un objeto. Y se nota, los hay por todas  partes.
Rematamos la velada con una copa en El Desván y proseguimos en su piso la conversación, ya con su pareja.
Diana, junto a su familia tiene una fábrica de almohadas de viscolástica en Vallada. Creo que es la primera vez en la vida que oigo  la palabra. O nunca me fijé en ella. Dan empleo a sesenta trabajadores en Vallada. Así que me quedo a dormir y por la mañana  me deja en La Matandeta, antes de emprender su ruta diaria hacia  La Costera.




Esa es una de las cosas buenas de  la independencia. Sabes a qué hora saldrás de  tu casa, pero no a la que volverás. Y además no tienes que darle explicaciones a nadie.
Háganme caso, lean la novela Mírame, de mi amiga Diana Cerdá. Quedó finalista en el Premio Ateneo de  Sevilla y finalista en el premio La Trama.
Salve y ustedes lo pasen bien.


domingo, 16 de agosto de 2020

LUNES DE SOFÁ



                                                                              Una célebre frase de  Epicuro dice que no se debe 
temer  a la  muerte, pues mientras nosotros somos, ella  no es  y cuando ella  llega, nosotros ya no somos y, por tanto, no puede hacernos daño, porque nada tenemos que ver con ella. 

                                                                                            Alfabetos
                                                                                       Ensayos de Literatura
                                                                                         Claudio Magris

 Adoro los lunes de  este  mes de agosto. Helena, Rubén y Manuel se marchan por ahí. Yo me quedo sola  en La Matandeta. Me  levanto al amanecer. Envío saludos  a  mis amistades desperdigadas por el mundo y me  voy a  practicar marcha  nórdica. Tengo a  cien  metros  de  mi casa un camino circular, plagado de  patos, garzas, garcetas, calamones... Me  faltan nombres y conocimientos biológicos. Pero todo se andará... Espero que, cuando vuelva mi amigo Xavier Marí de  Montanejos en septiembre, encuentre mi técnica  bastante  mejorada.
Si no practico marcha nórdica  durante dos  horas y media, me  voy en bici hasta el puerto de  Silla. Me encanta escuchar las conversaciones dels llauros, de la peixquera. Me tomo un cortado y regreso a casa.
De martes a domingo, llevo una intensa vida social sin salir de La Matandeta. Siempre vienen amigos a comer. Hay sobremesa  y tertulia. El domingo fue  el cumpleaños de Tere Borcha. Llegaron  a las dos y se marcharon a las diez. A veces, tanta hospitalidad  me cansa. Eso solamente  me  ocurre  cuando me doy cuenta de que me  estoy haciendo mayor. Y mi tiempo es cada vez más reducido.


Después de la marcha  nórdica o del paseo en bici, tomo una ducha y me  tumbo en el sofá , Es un sofá que compré una semana antes  del confinamiento, al módico precio de noventa  euros.  Aparte de la  reina  del despiste, también soy la reina del chollo. Me encuentro gangas  por todas partes.
Acabo de  leer los periódicos del domingo, los suplementos. Incluido el ¡Hola!. Y sobre la una  o la una y media, bajo a comer. Me preparo mi plato favorito durante el verano que  consiste en una  ensalada completa. Es decir, que además  de las  lechugas y  el verde propio de una ensalada, lleva todo lo que es susceptible de meter en ella.
Me la como en la terraza, mirando cómo crece el mar verde del arroz. Y me voy para  arriba. Pongo las noticias en la  super tele que me han regalado Rubén y Helena. Y me quedo traspuesta durante quince minutos. Cojo los libros que estoy leyendo: La retraite sentimentale, de Colette, Alfabetos, de Claudio Magris, La ruta  del conocimiento, de Violet Moller y Tus zonas erróneas, de  Wayne  W. Dyer, un clásico que  me ha regalado Carola Falgás. Y se lo agradezco.
Después, sobre las ocho, una película. La trinchera  infinita  fue la de ayer. Me asomo al balcón. Hay mucho silencio. Y me doy cuenta de que la inquietud y el desasosiego que normalmente me  acompañan han desaparecido. Espero  que  estén de vacaciones por  una larga temporada.
En realidad, soy una llanera solitaria que  estuvo casada durante  treinta y cinco años y lo que  más ama  en la vida es  volar en libertad.
Salve y ustedes lo pasen bien.




sábado, 15 de agosto de 2020

LA PLAZA DE LA HORA


   


                                                                                   Pero no podía permitirse pensar en ella.
                                                                                   Detestaba su querido nombre. Ahora estaba
                                                                                   grabado junto al de Ruy Gómez en la tumba
                                                                                   de la iglesia de la Colegiata  de Pastrana.
                                                                                   Allí debía permanecer, pero ¿permitiría el  
                                                                                   misericordioso Cielo que quedara enterrada
                                                                                   en su alma y no volviera a pensar en ella?

                                                                                                       Esa Dama
                                                                                                     Kate O'Brien 


Ana Hurtado de Mendoza de la Cerda  y de Silva y Álvarez de Toledo nacio  en Cifuentes en 1540 y murió en Pastrana en 1592. La Casa de los Mendoza fue una de las familias más poderosas de su época.
A la edad de doce años firmó las capitulaciones matrimoniales con un noble portugués Ruy Gómez de Silva, que había llegado a España en el séquito de Isabel de Portugal, esposa del emperador Carlos V. Ruy era príncipe de Éboli, ciudad ubicada  en el reino de Nápoles y ministro del rey.
Se casaron y el noble  portugués pasó los cinco primeros años de matrimonio en Inglaterra por lo que apenas pasaron tres meses  juntos. Así y todo, tendrían diez hijos de los que  sobrevivirían seis.
Ana estaba considerada como una de las mujeres más hermosas de la corte española. Decían que si no hubiera  sido por el parche, hubiera resultado imposible mirarla porque sus ojos eran dos soles deslumbrantes.Hasta el accidente de esgrima.
Los Duques de Pastrana solicitaron dos  conventos de la orden religiosa de las carmelitas descalzas en su villa.
Pero Ana quiso dirigir los trabajos  de construcción, como si de una entendida se tratara y tropezó con la madre Teresa de Jesús, fundadora de la orden. No hicieron buenas  migas. El noble  portugués puso paz entre su esposa y la superiora de la orden. Pero a la muerte de éste, las dos volvieron a la carga porque la Duquesa de Pastrana se puso entre ojo y parche ser monja y que todas sus criadas también lo fueran con ella. La  superiora  tuvo que ceder  a regañadientes, aunque  la  ubicó en una celda  austera.
Sin embargo, la díscola princesa se cansó y se marchó a una casa del huerto del convento con sus doncellas. De esta manera, no le faltarían armarios para sus vestidos y joyas y podría salir a la calle cuando le apeteciera. Teresa de Jesús se cansó del asunto y mandó a  todas las monjas que se fueran del convento y se marcharan de Pastrana. Ana se vió sola y decidió ir a su palacio de Madrid. Vengativa con la superiora, publicó una biografía de Teresa de Jesús, bastante tergiversada, ante el escándalo de la Inquisición española que prohibió el libro durante diez años.


Fue la repentina muerte de  su  marido, en 1573 lo que la trastocó, cuando no tuvo más remedio que hacerse  cargo de su amplio patrimonio. Durante el resto de su vida tuvo una existencia problemática.
Ana mantenía  relaciones estrechas con Felipe II, lo que motivó que la consideraran amante del rey, sin embargo fue muy amiga de Isabel de Valois.
Así y todo, se tiene la certeza de que sostuvo relaciones con  Antonio Pérez, secretario del rey. En aquella época el secretario del rey  era  como el primer  ministro. Ana y el valido tenían la misma edad.
Estas relaciones fueron conocidas por Juan de Escobedo, secretario de D. Juan de Austria, hijo natural de Carlos V. Escobedo apoyaba a los  rebeldes de los Países Bajos españoles.
Antonio Pérez temía que revelase el secreto de sus relaciones con la Duquesa de Pastrana y lo denunció ante Felipe II por sus manejos políticos.
Escobedo apareció muerto a estocadas y todo el mundo sospechó de Antonio Pérez. A pesar de ello, el rey no ordenó detenerlo hasta un año después.
Las intrigas de palacio estaban a la orden del día. La  princesa  de  Éboli  y Duquesa de Pastrana fue  encerrada en 1579, por orden del rey, que tan amigo había  sido de ella, primero en el Torreón de  Pinto, luego en  la fortaleza  de Santorcaz. Se  le  quitó la tutela  de sus hijos  y la administración de sus  bienes. En 1581 la trasladaron a  su Palacio Ducal de Pastrana, donde estuvo acompañada  por su hija  menor, Ana de Silva y tres criadas.
El balcón enrejado que da a esta plaza de la  Hora, llamada así porque ese era el tiempo a lo largo del día en que  se le permitía a la princesa asomarse, respirar  al aire libre y tomar el sol.


Antonio Pérez se fugó a Aragón en 1590 y las consecuencias las pagó la princesa. Felipe II se cebó en ella. Mandó poner rejas en puertas y ventanas del Palacio Ducal.
¿Por qué el rey fue tan cruel con ella? ¿Por qué mantuvo esa actitud hasta la muerte de ella cuando habían tenido una relación tan estrecha? Ella lo llama en sus cartas primo y él se refiere  a ella como la hembra. Sin embargo, mientras la actitud hacia la duquesa era tan dura, siempre protegió y cuidó el rey de sus  hijos.
Estuvo confinada en su casa durante doce años, hasta que murió. ¡Y nosotros quejándonos por dos meses!
Ella y su marido están enterrados  en la cripta  de la Colegiata.
Salve y ustedes  lo pasen bien!


                                            


viernes, 14 de agosto de 2020

EL CURA DE LA COLEGIATA DE PASTRANA




Cuenta Camilo J. Cela de Pastrana: A Pastrana llega el viajero con las últimas luces de la tarde. El autobús lo descarga a la entrada del pueblo, en los alto de una cuesta larga y pronunciada que no quiere bajar, quizás para no tener que subirla a la mañana siguiente, cargado de hombres y de mujeres, de militares y paisanos, de baúles, de cestas, de cajones, de morrales y de sombrereras.
Nosotros llegamos a media mañana, con nuestro super autobús de cincuenta plazas ocupado por veintidós, gracias a la covid-19. Venimos de visitar el Parque Arqueológico de  Recópolis, la ciudad que el rey visigodo Leovigildo mandó construir para su hijo Recaredo y del castillo fortaleza de  Zorita de los Canes.
A nuestra llegada a Pastrana, nos dirigimos  directamente a  la Colegiata, después de recorrer algunas de  sus calles. El calor castellano  golpea nuestras nucas. No hay humedad. Pero debemos estar  a  cuarenta  grados.
El mosén  es un hombre campechano y simpaticote, que ronda  los setenta años, capaz de venderle un dromedario a un  esquimal.  Al saber que  somos  valencianos nos pregunta  cómo es el Himno  a  la  Virgen de los Desamparados. Así de pronto, nos ha  dejado epatados. No se lo sabe nadie en  este grupo de incrédulos. Así que él se pone a cantarlo.
Nos  lleva hasta la antigua  Sacristía Mayor de la  Colegiata para enseñarnos la colección de  tapices.

Se trata de una serie de cuatro tapices de Alfonso V de Portugal, también conocidos como tapices de Pastrana. Son paños tejidos en Flandes, en seda y  lana de unas  dimensiones  medias de 11x4 metros.
Según los  historiadores  se considera la primera vez que un tapiz  narra hechos políticos contemporáneos a  su textura, las conquistas  de  dos ciudades del  norte de África, Arcila y  Tánger, llevadas a término por  Alfonso V de Portugal en 1471. Desde 1950 se conservan en el Museo  Parroquial de Tapices de Pastrana. Están considerados como uno de los  tesoros  más  representativos del arte del tapiz gótico flamenco de  finales  del siglo XV.
El mosén  nos lleva a ver los  tesoros de  la  Sacristía y nos señala  el cuadro del pintor italiano Barrochi y nos  dice  que de ahí viene  la  palabra  barroco. ¡Anda ya! La palabra barroco viene del  portugués y  significa  piedra  irregular.
Después nos  baja a  la  cripta de los Mendoza, donde reposan los  restos  de  la princesa de Éboli y nos pregunta si  sabemos cómo perdió el  ojo. Yo le  contesto  que  en un duelo. Sonríe  y  dice que  no. Que  el  doctor Marañon formuló que  se trataría  de  una enfermedad congénita.
Kate O'brien  en su  libro Esa dama, una biografía sobre Ana de Mendoza  y de  la Cerda, cuenta que  perdió el ojo a  la edad de  catorce  años en  un duelo con un paje  de su  padre.


Al estudiar el  retrato que  le hizo el pintor Sánchez  Coello para  su  libro  sobre  Antonio Pérez el dr. Marañón diagnosticó: ... una nube externa  o leucoma, que da al ojo un peculiar aspecto lechoso muy bien expresado por el hábil pintor, a través del parche transparente y junto con la opacidad, una evidente desviación del globo ocular hacia la izquierda. Esta lesión pudo tener un origen traumático, que coincidiría con la leyenda del florete o un origen infeccioso..." Vamos, mosén que de congénita  nada.
Seguimos con nuestro flamante cura que ahora nos  explica el retablo del altar mayor y las doce santas pintadas  en él.


Y ahora  el  mosén  nos  anuncia  que nos va  a tocar  el órgano y  aparte  de Charly nuestro guía, pregunta  si hay  voluntariado para acompañarle  hasta  allá  arriba. Y para allá  que subimos Carmen  Coca  y  yo, a ver cómo nuestro  cura favorito actualmente interpreta  en un órgano del siglo XVIII.







Después hay venta de  catálogos sobre  los  tapices, Cds con música  de  órgano. Nos  despedimos de  nuestro guía eclesiástico y  nos vamos a comer, que  esto de la cultura abre mucho el apetito.
Por la  tarde, antes  de emprender regreso a Valencia, pasaremos por delante del palacio ducal de  la Princesa de Éboli  y Duquesa de Pastrana. Pero esa es una  historia para mañana.
Salve y  ustedes lo pasen  bien.


jueves, 13 de agosto de 2020

BRIHUEGA Y LAVANDA






Conocimos a Esperanza Ruiz poco tiempo después de abrir La Matandeta. Trabajaba en la  Oficina de la Seguridad Social de Catarroja. Siempre nos ayudó a resolver problemas. Celebró su banquete de bodas en nuestra casa. Ahora está jubilada. Sigue mi blog. Esperanza nació en Brihuega y está muy orgullosa de ello. Y doy fe de que puede  estarlo.
Camilo J. Cela, durante su Viaje a  La  Alcarria entró en Brihuega por la Puerta de la Cadena. También está Puerta del Juego de Pelo.
Cela escribe: Brihuega tiene color gris azulado, como de humo de cigarro puro. Parece una ciudad  antigua con mucha piedra, con casas bien construidas y árboles corpulentos. La decoración ha cambiado de repente, parece como si se hubiera descorrido un telón.
Visitamos la iglesia de San Felipe y los jardines de la  Real Fábrica de Paños. Estos jardines fueron diseñados imitando a los franceses. 



Cela los describe así: El jardín de la fábrica es un jardín romántico, un jardín para morir, en la adolescencia de amor, de desesperación de tisis y de nostalgia. Al lado del gracioso almendro, que parece una señorita muerta, crece el ciprés solemne, que semeja un penitente vivo. Tras los podados, recortados bojos, florecen las paganas rosas de Jericó. Frente al mirto perenne, palidece la montaraz madreselva.



Brihuega fue de gran importancia en  la toma de  Toledo. Cuenta con una  muralla y el castillo de la Peña Bermeja, del siglo XI.
En el castillo hallamos uno de  los  cementerios  más bellos del país, lleno de  viejas tumbas. Por donde mires, hay construcciones medievales.



Pero no se trata solamente de una villa medieval, también es una villa rica  en agua  subterránea . Repleta de fuentes como la  Blanquina o la  de  los Doce caños.




Hemos llegado a Brihuega el sábado 18 de julio. Estamos en plena floración de la  lavanda. La  villa está decorada como para una fiesta. Un festival que este año no tendrá lugar por culpa de la covid-19 y que se viene celebrando desde 2015, el Festival de  la Lavanda. Me cuenta una vecina  de Brihuega que para celebrar la  floración, los invitados deben ir vestidos con prendas blancas y zapatos cómodos. Vamos que he acertado. Las actividades del Festival consisten en clases de cocina, visitas guiadas, vuelos en parapente y globos, conciertos de música. El año pasado actuó Luz Casal. Las  entradas estaban agotadas con meses de antelación.








El verdadero nombre de la planta es espliego. En estos momentos, en La  Alcarria ya están cosechando  la lavanda.
Pero, cómo nace el cultivo de la  lavanda en Brihuega si no había tradición.
Quiso el destino que el agricultor Andrés Corral viajara a la Provenza francesa  y se  sorprendiera  de las enormes plantaciones de espliego. También se dió cuenta de que el clima, las condiciones del suelo, el grado de humedad de Brihuega tenían las mismas características que las de la  zona francesa y por tanto, el cultivo del espliego era  factible en La Alcarria. Ahí se inició el renacimiento de la  villa de Brihuega.
Andrés  Corral convenció a sus hermanos y a un perfumista  muy reconocido, Emilio Valero, de  plantar 600 hectáreas. En este momento son 10.000 las cultivadas. La extensión es menor que en la Provenza, pero la producción supera a  la  francesa.


Cultivaron los campos con espliego y además construyeron una industria  destiladora de aceite esencial de lavanda. Los entendidos  señalan que es  la  mejor fábrica  equipada del continente europeo.
Con la creación de la sociedad Intercoba Aromática, los agricultores del cultivo generaron dos variedades de productos: los relacionados con la medicina aromática  y cosmética y aquellos que sirven para decoración y perfumería.




En fin, que aún sin Festival de la Lavanda, Brihuega era una fiesta. LLena de gente disfrutando de la  villa medieval, de los jardines, de la decoración, de la  amabilidad de sus gentes, de las compras artesanales y de los campos de lavanda que un día, los hermanos Corral tuvieron la feliz idea de plantar.
Ya sé que las comparaciones son odiosas. He estado, por suerte, en  la floración de la lavanda francesa y de la lavanda alcarreña. Si ustedes quieren, alguna vez en la vida, ver cómo florece el espliego, vayan a La Alcarria. Brihuega bien vale un fin de semana.
Salve y ustedes lo pasen bien.



miércoles, 12 de agosto de 2020

GUADALAJARA





Cela escribe: Poco antes de llegar a Guadalajara, la gente carga con sus bultos y se agolpa en las plataformas y en los pasillos. El viajero baja el último; lo que tiene que hacer, se hace lo mismo un cuarto de hora antes que después. También se puede dejar sin hacer; no pasa nada.
Guadalajara fue fundada por los árabes entre el siglo VIII y el IX. El nombre proviene del árabe andalusí wad al-hayaral  que se ha traducido por "río de piedras", haciendo alusión a los numerosos cantos rodados y al poco caudal del río Henares a su paso por aquí.



María Diega Desmiassières y Sevillano fue la mujer más rica de España a comienzos del siglo XX.
Su dinero, su entusiasmo y su vitalidad las encauzó a las obras benéficas. Heredera única de una de las fortunas más importantes de España la dedicó a mejorar las condiciones de vida de los alcarreños pobres. Se ocupó de que fueron alfabetizados los más de trescientos jornaleros que trabajaban para ella, así como sus hijos. Por eso, nunca fue bien vista por la alta sociedad de su tiempo. Permaneció soltera.
Nació en Madrid en 1852 y murió repentinamente en Burdeos en el Hotel de France, en 1916, a donde había acudido para ser examinada por médicos bordoleses. Dejó una herencia valorada en 80 millones de pesetas de su época.
Mandó construir en los alrededores de Guadalajara un gran complejo educativo y de acogida: la Escuela Modelo y el Asilo, junto con una iglesia conmemorativa a su tía Santa María Micaela del Santo Sacramento y de un gran panteón que sirviera para acoger los restos de toda su familia y los suyos propios. Hoy en día, ese panteón es  un emblema de la ciudad.



La concatedral de Santa María de la Fuente la Mayor es una iglesia mudéjar y una de las sedes episcopales de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara. Fue construida durante el siglo XIV sobre una mezquita del XIII. Es uno de los santuarios más importantes de la ciudad.




Después callejeamos, encontramos sitios diferentes. Nos sofocamos de calor. Nos  sentamos media hora a la sombra, a  tomar algo fresco. Cada uno donde quiere que en Esplai Viatges, no te obligan a consumir donde ellos digan. Te dejan a tu libre albedrío. Hacía más de treinta y cinco años que no me apuntaba  a ningún viaje organizado. Ya saben ustedes que, según mi amigo Remigio Oltra, soy una mantera  profesional. Pero me está  gustando esta organización tan  libre.


Llegamos al Palacio del Infantado, ordenado construir por el duque del mismo nombre a finales del siglo XV. Una verdadera joya del gótico isabelino con elementos renacentistas. En 1560 se  casó en este palacio Felipe II con Isabel de Valois.




Tanta cultura nos  ha abierto el apetito. Comemos  cada uno por su lado. Yo con Carmen Coca y Juan Jareño, el  único hombre que  viaja solo. ¡Ahí tú, valiente! Que además  resulta ser de Silla, conoce a mi amigo Paco Baixauli y ha estado varias veces comiendo en La Matandeta. Volvemos  sobre  nuestros pasos y nos sentamos  en una  terracita frente  a la concatedral. Calamares a la romana, morro de cerro crujiente y riquísimo y croquetas perfectas.
Y por la tarde, por  fin, emprendemos  ruta  hacia Brihuega. A ver la floración de la lavanda alcarreña.

martes, 11 de agosto de 2020

DE TRILLO A CIFUENTES






                                                                La Alcarria es un hermoso país al que la gente no le 
                                                                da la ganar ir. Yo anduve por él unos días y me gustó.

                                                                                  Camilo J. Cela


El nombre de Alcarria proviene  del  árabe andalusí. Su origen se encontraría  en  la palabra Al-Quaryat, que significa  alquería. Hoy a la palabra alcarria, el diccionario de  la RAE le da el significado  de "terreno alto, raso y de poca hierba". 
La Alcarria comprende la mayor parte del centro y  sur de la provincia  de Guadalajara, el noroeste de la  provincia de Cuenca y el sureste de  la provincia de Madrid.
Acompañado de un fotógrafo, Cela tardó diez días en visitar veintidós pueblos de La Alcarria. Un total de 294 Km., muchos de ellos  a  pie. También usó coche, autobús, carreta y mula.


Cifuentes es la capital de  La Alcarria. El nombre se debe al afluente del Tajo que aquí nace y al centenar de fuentes que podemos encontrar. Sus  excelentes comunicaciones convirtieron a Cifuentes en época medieval en un lugar  relevante para el comercio. Hubo un gran número de comerciantes judíos que se ubicaron aquí.
Cela describe su llegada: Al mediodía los amigos  entran en Cifuentes, un pueblo hermoso, alegre, con mucha agua, con mujeres de  ojos negros y profundos, con comercios bien surtidos.


El primer edificio emblemático que encontramos en Cifuentes es  el convento  de Santo  Domingo. Este convento fue de los dominicos, palabra procedente del latín que significa canes del Señor. Se encuentra situado junto a la Iglesia de El Salvador. Actualmente es el Centro Cultural de la Villa.



De Cifuentes, seguimos ruta hacia Sacedón, donde  se encuentra  el hotel en el que pernoctaremos  las noches del viernes y el sábado. El mismo hotel en el que  estuvo Camilo J. Cela durante  su segundo viaje a La  Alcarria. Recuerdan a la choferesa negra y el  rolls royce en el que  viajaba patrocinado por  la guía Campsa.



La cena en el jardín resultará muy agradable y habrá un tema de conversación que pondré sobre la mesa y que me preocupa: ¿dónde se meten los hombres cuando se divorcian? Una de las compañeras del grupo, profesora de la Universitat de  València, nos comentará que en la Facultad de Sociología están realizando un trabajo de investigación sobre el tema, que no deja de ser un misterio para  todo  el mundo.
Salve y ustedes lo  pasen bien.















domingo, 9 de agosto de 2020

RUTA LITERARIA POR LA ALCARRIA





                                                            El viajero tiene su filosofía de andar, piensa que siempre,
                                                            todo lo que surge, es lo mejor que puede acontecer.

                                                                                        Viaje a La Alcarria
                                                                                         Camilo José Cela


Camilo José Cela se echó a andar en 1946 por los parajes de La Alcarria. En Baroja, Azorín, Unamuno, la generación del 98, hubo una tradición viajera y una observación del paisaje. Para ellos, el paisaje es un elemento más de la novela, un protagonista a tener en cuenta. Cela, heredero de esa generación, viaja a pie en 1946 por el campo.
En Viaje a La Alcarria, Cela se presenta en tercera persona como "el viajero", aunque más parezca un vagabundo que va de lugar en lugar con su manta y su morral. Cela pretende alejarse de la autobiografía y crear su propio personaje. Cela viajó por La Alcarria entre el 6 y el 15 de junio de 1946.
Su viaje se inició en la  estación de Atocha. De allí fue a Guadalajara, Comienza a caminar, contempla el paisaje y las gentes que va encontrando que son quienes relatan las características de los lugares, sus tradiciones. Cela empieza a componer coplillas que nos acompañan durante toda la obra.
Viaje a la Alcarria es un clásico de la literatura de viajes española. Una rara joya que hasta a su autor le sorprendió el éxito que obtuvo. Para él era su libro más sencillo.


Hace un mes, vinieron a comer a La Matandeta Carmen Coca, Isabel Febrer y Mercedes Alcaraz. En la sobremesa, me comentaron que se iban un fin de semana a La Alcarria. En Brihuega verían la floración de la lavanda. ¡Madre del Amor Hermoso! Pero si ese viaje lo quería hacer yo. Conozco la floración de  la lavanda en la Provenza francesa y había leido y oido hablar de lo que se está haciendo desde hace treinta años con la lavanda en La Alcarria. ¿Puedo ir con vosotras? El problema es que vamos con Esplai Viatges y está  lleno. Pero yo tengo enchufe en Esplai Viatges. Mi amigo Paco Baixauli trabaja como guía. Le envío un  mensaje para que me eche un capote. La cuestión es que el hotel está  lleno. Sin problemas. Compartiré la habitación con Mercedes.



En Trillo se juntan el río Cifuentes y el Tajo. Qué maravilla de cascadas, de frescor que da el agua. Esta fue una de las etapas en el viaje de Camilo José Cela. Y será  nuestra parada  para comer este viernes en que salimos a las ocho de la  mañana de Valencia, veintidós personas, veinte mujeres y dos hombres. Uno de ellos viaja  con su mujer. ¡Por Dios! ¿Dónde se meten los hombres cuando se divorcian? ¡Ja, ja, ja!
El autobús es de cincuenta plazas. Así que mantenemos las distancias reglamentarias. Aunque después nos sentemos juntos a cenar. Y todo el tiempo con la mascarilla puesta, que solo nos quitamos para comer  o hacernos fotos. Esto es lo que hay.


Comemos en Trillo. Cada uno, donde quiere y después seguimos viaje hacia Cifuentes, siguiendo la ruta de Camilo José Cela. Carlos, nuestro guía, nos va  leyendo pasajes del libro.


                                                                             
                                                       

sábado, 8 de agosto de 2020

SIN NOTICIAS DE CUBA





                                                                                 Cuando llegue la muerte, quiero que me 
                                                                                 encuentre vivo.
                                                                                            
                                                                                               Proverbio de la Toscana



Y en estas que llegó Miguel Ángel Jiménez, procedente de La Habana. Hacía quince años que no nos veíamos. Empezó a trabajar con dieciocho años en La Matandeta. Estudiaba cocina en San Vicente Ferrer. Yo había estado una mañana poniendo carteles en la escuela, buscando un pinche.. Era su primer trabajo. Estuvo cuatro años con nosotros. Mi padre le enseñó la técnica de los arroces a leña. Y un buen día se marchó echando pestes de mí. Lo que hoy te parece tan terrible, el día de mañana te hará sonreir.
Durante el confinamiento me escribió. Había encontrado mi blog. Publiqué aquella carta y mi respuesta en una entrada: Cartas de La Habana.
Quince años y fue como si el día anterior hubiéramos estado tomando café. Cuando la gente no pierde los códigos, la comunicación no queda interrumpida.
Miguel Angel se marchó para  trabajar un año en Los Cayos y lleva diez en Cuba. Es chef ejecutivo de la cadena Iberostar. En La Habana lo conocen como el Chef de la Farándula, es decir, tiene muchos clientes y amigos entre la gente del espectáculo.
También reparó en mi mirada de tristeza. Me hizo reír con sus ocurrencias. Ya lo hacía a los dieciocho años. Recordamos anécdotas, historias del pasado. Hablamos mucho de mi padre. Se adoraban mutuamente.
Y de pronto, me hizo la siguiente proposición:
Vuelvo a Cuba el veintinueve de agosto. Vamos a rodar una serie de televisión sobre la cocina cubana. Hay que recorrer la isla. Grabaremos en espacios naturales. También hay que publicar un libro sobre la serie y como yo no sé escribir, tú haces de negra. El director se llama Lester Hamlet. Es como mi hermano allí.
Busco en el Dios Google a Lester Hamlet y encuentro que se trata de un productor audiovisual. Graduado de la Escuela de Instructores de Arte en Dirección Teatral. Realiza videoclips, makings of, documentales y conciertos en vivo. Tiene una documental acompañando en sus giras a Silvio Rodriguez. Es director de los largometrajes: Casa Vieja, Ya no es antes, Tres veces dos, Fábula. 


¡Virgen del Amor Hermoso! ¡Dioses del Olimpo!¡Ángel de la Guarda! ¡Madame Blavatsky y su ley de la compensación universal! Menudo regalo me están haciendo. Viajar a mi siempre me quita todos los males. Y además con un proyecto como ese... Joan Roig me dijo hace poco que me fuera con él a Cuba. Él lleva cuatro años instalado en La Habana. Pues nada, sugiere Miguel Angel, te vienes un mes conmigo y el otro te vas a casa de Joan.
Convoco una comida para la semana siguiente. Los dos se conocen de un Congreso de Gastronomía en San Sebastian al que acudimos juntos, pero no se recuerdan.
La comida transcurre entre anécdotas de cómo es la vida cubana y amigos en común que ambos tienen allí. Mi primo Ferrán y yo somos testigos de la fascinación que sienten los dos  por La Habana.
Miguel Angel queda encargado de ver cómo tramitamos los visados para finales de agosto.
Conclusión: La isla está cerrada a cal y canto, por lo menos hasta diciembre. Solo hay vuelos de repatriación. Y ninguno de los dos tiene nacionalidad cubana.
Así que, en septiembre, a dar clases.
Salve y ustedes lo pasen bien.

miércoles, 5 de agosto de 2020

PLENILUNIO



                                                                             No es casual que CAOS sea anagrama de cosa y caso

                                                                                                       Luciano di Crescenzo





                                                              La vida es un caos entre dos silencios

                                                                            Samuel Becket



Te propongo un reto, yo leo tu blog y tu cambias de actitud.
Madre, ha venido a verte Moran Salat. Dice que te conoce de los tiempos de la consellería de Medio Ambiente. ¿Quién? No lo recuerdo y sin embargo con ese nombre debería. Me ha contado que ahora está con Alexis Pau, el fotógrafo de tu boda. Aquí tienes su teléfono, que le llames.
¡Madre mía, Alexis Pau! La de años, sin saber de él. No era fotógrafo profesional, sino amigo del cine club Sedaví. Fue a él a quien se le ocurrió que nuestra asociación cultural se llamara Rauxa. Estudiaba ingeniería. Pero que yo sepa no era homosexual. Si dice que están juntos... Todos cambiamos tanto.
No estoy bien. Es de esas semanas que me vengo  abajo, que hay demasiado caos que ordenar.
¡Hola! ¿Moran Salat? Soy Maria Dolores Baixauli. Has venido a verme, pero yo no me acuerdo de ti.
Sí, mujer. Yo trabajaba con Juan Antonio Gómez en la granja,  cuando tú llevabas el gabinete de prensa de la consellería. Ahora estoy con Alexis Pau. Pues lo siento, pero no te pongo cara. De todas formas, qué necesitas. Ya está resuelto, no te preocupes. ¿Por qué no venís a comer la próxima semana y así nos vemos?. ¿El miércoles, a las dos?
Cuando bajo, ya están sentados, son tres. ¡Dioses del Olimpo,  Alexis! Con el pelo tan bonito que tenía. Aunque él pensará, con lo guapa que era... Y es que veinte años, a pesar del tango, sí que son algo.
El tercer caballero es muy agradable. Hablamos un poco de todo. Y en un momento dado, Moran me dice Has contado siete libros en quince minutos, se nota que eres alguien especial, y sin embargo ¿por qué tienes esa mirada de tristeza si a ti no te pasa nada?
Si yo he narrado siete relatos, él me ha ganado en número y tiempo. ¿Sabían ustedes que el olor no tiene memoria o mejor dicho, que no existe la memoria olfativa?
Se levanta un par de veces para hablar por teléfono y entre reflexión y reflexión me propone un reto.
Yo leo tu blog y tu cambias de actitud.
Al rato nos anuncia que se tiene que marchar.  Se vuelve a levantar, rodea la mesa y me estampa un beso en la mejilla, señalándome con el dedo. No te olvides del reto.¡Qué crack! Alexis. ¿sois pareja? Pues no, mujer. Pero trabajamos juntos y estamos juntos muchas horas. ¿Está casado? Si, con una diseñadora.
¡Lástima para mí!
Seguimos conversando, recordando amigos comunes, viejas historias. Cuando se van les digo que me deben una.


No puedo dormir. Se que esta noche no pegaré ojo. Es que ni lo intento. Pero no quiero tomar ninguna pastilla. Cerca de las cuatro me asomo a la ventana del cuarto de baño, hay una luna preciosa. Me giro y Manuel está detrás de mí. ¡Qué susto me has dado! Mira qué luna más hermosa. No hace caso, abre el sofá-cama y se duerme enseguida. Yo me dedico a fotografiar la luna. Y consigo la foto más espléndida de mi vida. Sé que a final de semana el índice de caos habrá bajado. Aunque todavía no estoy enterada de que se crearán otros que tendré que resolver. Porque la vida tiende al caos.
En todo caso, caballero Salat, la actitud ha empezado a cambiar. Y la mirada también.
Salve y ustedes lo pasen bien.