lunes, 20 de agosto de 2018

SÉPTIMO DÍA: THOREAU Y STEINER

New Hampshire es conocido como el estado de granito y también como el estado de las montañas blancas. Todo el territorio está hecho de ese material. Ayer por la mañana nos detuvimos en el Franconia Notch State Park. Cuando los hijos de Joe eran pequeños, solían ir allí de vacaciones. El parque es muy extenso, pero nosotros penetramos en una zona que nos lleva  hasta el estanque donde se bañó Thoreau, en 1839. Es curioso, de qué forma podemos llegar al conocimiento. Escuché hablar  por  primera vez de Thoreau en la película El club de los poetas muertos,de Robin Williams (¡Oh, capitán, mi capitán).


Thoreau es uno de los fundadores  de  la  literatura  estadounidense y un teórico de la desobediencia  civil. Estudió en  Harvard, que entonces no  pasaba de ser un colegio de prestigio, pero  se negó a pagar la cuota de cinco dólares por el diploma. Un diploma que en realidad no tenía  ningún valor porque Harvard lo ofrecía a los graduados que siguieran vivos tres años después de graduarse y fueran capaces de dar a cambio cinco dólares al colegio. ¿Les suena de algo?


Henry David Thoreau fue un filósofo de la naturaleza y su relación con la condición humana. Se marchó dos años a vivir solo a un bosque, en donde construyó su propia cabaña. Quería vivir tan fuerte y espartano como para prescindir de todo lo que no fuera vida. De ahí nació Walden o Vida en el bosque en 1854, donde cuenta los dos años, dos meses y dos días que pasó en plena naturaleza. El libro sin embargo comprime el tiempo en un año de calendario usando el paso de las cuatro estaciones para simbolizar el desarrollo humano. 


Walden es una obra clásica que experimenta la simplicidad, la armonía y la belleza de la naturaleza como modelos sociales y culturales justos. En pleno bosque, Thoreau vivió como un ermitaño. Walden es un icono del regreso a la naturaleza, preservacionista, anti-empresarial y de desobediencia civil. En ese sentido, sigue estando vigente, ahora más  que nunca.


En este país, las distancias son infinitas. Los bosques no acaban nunca, por eso me acuerdo de George Steiner y su Una idea de Europa. Cuenta el estudioso de la literatura comparada, entre otras cosas, que a Europa la hicieron los cafés y los grandes paseos de sus pensadores. Kant, Rousseau, Heiddegger... Todos fueron  grandes paseantes que caminaron y pensaron, como los  peripatéticos en Grecia. Y que eso es imposible en continentes como América o Australia donde las distancias no están hechas para la medida humana. Así es, ayer, recorrimos mil cuatrocientos kilómetros de autovía americana y en ningún momento dejamos de cruzar bosques y lagos. Dice Joe, que en estados como Wyoming  o Kentucky, necesitas más de dos días para cruzarlos y siempre es en plena naturaleza.


Llegamos sobre las nueve a Brandford. Hoy, Joe trabaja. Doménico cocina como si estuviera a  punto de llegar el final del mundo y me hace reir. Después vamos a coger tomates y  flores al jardín de Joe y compramos anchoas. That's all.



4 comentarios:

  1. Walden, m'encantá llegir_lo. Vaig tindre un magnífic professor de Filosofia

    ResponderEliminar
  2. Moltes gràcies, Maria Dolores, pels teus relats. És fantàstic tot el que estàs vivint. I ens transmets el teu entusiasme a tots a través del teu diari. Encara ens queden 10 dies més !!

    ResponderEliminar