martes, 9 de mayo de 2023

DÍA DE LA MADRE

 


                                                           La felicidad no tiene historia                                                                                                                                                                                                                                                                                                                      Eric Rohmer


Aparentemente, no pasa nada. Los días se repiten, mis pocas actividades y mis muchas horas de lectura. También mucho tiempo para pensar, un ejercicio que no está de moda. Se acerca el primer domingo de mayo y la gente llama para reservar a cualquier hora. A las ocho y media de la mañana y a las once de la noche. Si no lo cogemos, insisten e insisten hasta la desesperación. Si les haces alguna indicación sobre el horario te contestan como si se acabaran de caer de la luna: ¿Tan tarde es? No me había dado cuenta... ¿Qué pronto, verdad, para llamar a un restaurante? Es que no soy consciente del tiempo,



Hay días del año en los que, si yo no tuviera un restaurante, me quedaría encerrada en casa y me comería un hervido y dejaría que la ola pasara. Son los días en los que sale todo el mundo, hasta los que no salen nunca. Es el día en que te dicen por teléfono: Soy cliente, estuve ahí hace diez años, ¿Todavía son los mismos?

En fin, a todos nos gusta que nos hagan un homenaje, más si viene de esas hijas con las que nos pasamos media vida enfadadas, pero no podemos tener lejos. Ya se lo dijo mi padre a mi futuro yerno: Estas dos están locas. Se pasarán la mañana discutiendo y a medidodía se sentarán a comer, una al lado de la otra. No te metas nunca por medio.


La celebración del día de la Madre nos viene de la cultura griega que ya incorporó el culto a la Madre. En honor de Rhea, madre de Zeus, se celebraban ofrendas. Los romanos, copiones que eran ellos, que militar y civilmente innovaron, en cuestiones de culltura y religión se limitaron a apropiarse de todo lo griego. Así que adoptaron la fiesta de los griegos pero la llamaron Hilaria. Convocaron unas fiestas religiosas alrededor del equinoccio de marzo, durante las fiestas de primavera, en honor de Cibeles y Atis. Se celebraban en el templo de Cibeles y se realizaban ofrendas durante tres días.

Con la llegada del cristianismo, esta festividad se transformó en una celebración centrada en honrar a la Virgen María hasta que el 8 de diciembre de 1856, el papa Pío IX distinguió esta celebración con la Inmaculada Concepción.

Pero más tarde llegaron Galerías Preciados, ojo avizor en una sociedad que descubría el consumo y, en los años 60 este empresa, que también le echaría mano a San Valentín, adoptó la costumbre de celebrar el Día de la Madre en mayo, siguiendo la tradición estadounidense. Y la Iglesia claudicó.

Total, Nihil novum sub sole. No hemos inventado nada, no hay nada nuevo bajo el sol.


Es el primer domingo de mayo. Si hubiéramos tenido un restaurante para quinientos, lo hubiéramos llenado. Nos han salido clientes hasta debajo de los champiñones. Algún avispado hasta se ha inventado una reserva que nadie ha hecho. Yo pienso en la tranquilidad que proporcionan los hervidos en un día como éste. No puedo hacer nada, mas que dar conversación y contar mi operación, alargarla durante minutos para que a Maury y a Helena les dé tiempo de ir sentando. Estaba muy organizada la franja horaria de llegada, pero como somos ibéricos, cada uno ha llegado cuando le ha dado la  gana. Los de las dos y media aparecen a las tres. Los de las tres y media, a las tres menos veinte ya están aquí. Paciencia, mucha paciencia, como mi pie.

Se me llevan los demonios porque no puedo hacer nada, mas que sonreír, felicitar a las madres y dar conversación. Así nos entretenemos, ellos y yo.

Hay un momento en que creo que me voy a parapetar en la punta de la barra y no quiero mirar a nadie. Maury, cada vez que pasa por mi lado, sonríe y me repite que todo está saliendo muy bien, que todo va bien, que esto no es trabajo, ¡Ahí, tú, valent!


Las personas que  tienen malas vibraciones, atraen malas vibraciones. Las personas que tienen mundo interior saben esperar. Las personas educadas, son educadas en cualquier situación. Las personas  que miran de lado, no son de fiar. Las personas que no sonríen con los ojos son desconfiadas. Las personas arrogantes solo quieren caminar sobre alfombras...

Ha llegado la hora de las cuentas. Yo paso las tarjetas por los datáfonos. Así no me siento tan inútil.

Hay un señor que espera paciente, muy callado. Le pregunto si quiere la cuenta y me contesta que si la tengo y me parece. Y de pronto me espeta: Porque usted es insoportable, los camareros son insoportables.No me altero. Le pregunto si han tomado postre y café. Si, café y postre cuatro o cinco o seis. Sin levantar la voz, le contesto que no tiene importancia porque lo voy a invitar a postre y café, pero que no quiero que vuelva nunca más a este restaurante. Porque a mí no me insulta nadie en mi casa. Tiene usted razón, continúo, hoy es un día muy complicado y no lo hemos hecho todo bien. Tan bien como quisiéramos, pero usted no tiene por qué decirme que soy insoportable, que el personal es insoportable, porque yo a usted no lo había visto en la vida y no pienso volver a verlo.

El hombre no ha vuelto a abrir la boca. De pronto, su expresión cambia. No lo he hecho bien. No le debería haber dicho a usted lo que le he dicho. ¿Me puede perdonar? Lo siento mucho.

El hombre está al borde de las lágrimas. Me da pena. Le digo que no se preocupe. Que en este país hay millones de personas que nunca piden perdon. Y eso le honra. Pero el insiste e insiste en que lo ha hecho muy mal conmigo, que no debería ... Me da pena, le pregunto cómo se llama, Santiago, me pide permiso para abrazarme. Me da dos besos. Le digo que vuelva siempre que quiera. Él insiste e insiste en su error.

¡Dioses! ¡Qué situación más surrealista! Nihil novum sub sole. Me voy a mi casa, que consiste en subir al piso de arriba. 


Me despierto el lunes al amanecer. En el sofá ha dormido Chungata, mi hijo putativo ecuatoriano. Lleva dos noches durmiendo ahí, aunque lo veo tan destrozado que también hubiera podido dormir en el suelo. Hoy llega  mi amiga francesa Sonia Lefèvre. Viene de recorrer durante una semana, el camino de Santiago. Antes de marcharse a Marsella, pasaremos dos días juntas. Tarde cinéfila, conversaciones sobre los últimos viajes y taller de paellas para estudiantes franceses. Son de Grenoble.

El próximo domingo viene a comer Diego Torres, el médico que me operó, el médico de las rastas, el que me operó. Ya saben, tarjeta a tarjeta...

Salve y no se pierdan la próxima entrada.