La tarde de otoño se anunciaba repleta de buenas intenciones: en el Umbracle, Proava invitaba a buena parte de nuestros clientes y amigos a deleitarse con música y vinos. En algún lugar de la ciudad celebraban el cincuenta aniversario de Rayuela. A ver si las nuevas generaciones se atreven con el sambori parisino de Oliveira y la Maga, aunque nunca volverá a ser lo mismo porque andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos.
Y para nosotros, en La Matandeta, de la mano de nuestro amigo, el periodista Salvador Soria, se iniciaba una nueva etapa. Los viernes de Lletres entre vins.
Los artistas invitados: Toni Arráez, de la bodega Arráez, de La Font de la Figuera; y Ramón Palomar, que acaba de publicar su primera obra de ficción Sesenta Kilos.
Y para nosotros, en La Matandeta, de la mano de nuestro amigo, el periodista Salvador Soria, se iniciaba una nueva etapa. Los viernes de Lletres entre vins.
Los artistas invitados: Toni Arráez, de la bodega Arráez, de La Font de la Figuera; y Ramón Palomar, que acaba de publicar su primera obra de ficción Sesenta Kilos.
Les diré la verdad, aunque ya saben ustedes que la verdad siempre tiene varias versiones. A Toni Arráez lo conocimos gracias a Helena, nuestra hija. Salió hace unos tres años a cenar un domingo por la noche con su marido y amigos. Ella, que no bebe vino tinto, descubrió un caldo que la deslumbró, Mala Vida. Al día siguiente, le faltó tiempo para empeñarse en que su padre buscara el origen de aquel vino. La única pista: Era de Fuente la Higuera. Si es de la Font de la Figuera, tiene que ser de la Bodega Arráez, dijo Rafa. Elemental, querido Watson, debieron responder los Dioses en el Olimpo Enológico.
Lo bien cierto, es que de pronto nos encontramos con el principio de una gran amistad enológica. Toni ha pasado a formar parte de nuestro referente habitual en materia de vinos. Hay quien nace de pie y hay quien nace estrellado. Mala Vida es el vino propicio, para el momento adecuado.
Pero ese caldo ya anda y se mueve solo por la vida. El viernes, Toni vino a presentar Vivir sin dormir.
Yo nunca había visto, personalmente, a Ramón Palomar. Me parecía un poco frickie, ¿Qué hace un chico como tú, en un periódico como Las Provincias? Fue la apuesta de Salvador Soria para este inicio de curso de Lletres entre vins. Les puedo asegurar que no se equivocó en nada.
Ramón Palomar es un tipo curtido por la vida, que no ha perdido su capacidad de asombrarse y vislumbrar. Alguien muy cercano que domina el arte de la comunicación. Su novela Sesenta Kilos, me la tomé como una obligación. ¡Va! Ya que se ha tomado la molestia de venir, por lo menos, yo me tomaré la molestia de comprarla y leerla. Nada más alejado de la realidad. Y desde aquí quiero entonar un mea culpa. La novela, no solo es buena, sino que te engancha hasta el punto de querer leerla de un tirón. No hay policías, ni comisarios, ni jueces. Sesenta kilos de cocaína sustraida y los malos no son malas personas, sino que tienen comportamientos no adecuados, ni políticamente correctos. Mucho ritmo y un lenguaje muy metafórico, muy alejado del utilizado normalmente en la novela negra.
Ramón Palomar es una persona entrañable, culta y divertida, que supo hacernos pasar una velada muy agradable, sin que nadie en ningún momento se sintiera mal por no haber leido su obra, pero eso sí es verdad, con una necesidad imperiosa de salir corriendo a comprarla.
Sesenta Kilos. Vivir sin dormir. No se los pierdan, darán mucho que hablar. Y nosotros, los de La Matandeta, también.
Nos vemos en el BUIDA LA CAMBRA.