domingo, 21 de junio de 2020

EL VERANO DE LA COVID. DE MASCARILLAS Y DELANTALES


Y bueno pues, el jueves me fui a hacer recados por Valencia. Toda mona y arreglada, con un vestido negro de lino y un collar rojo de fantasía, comprados ambos en un chino de Palermo, al módico precio el conjunto, de diez euros. Y con la mascarilla de La Matandeta puesta.
En pleno confinamiento a Helena se le ocurrió tejer la idea de una mascarilla de La Matandeta. Pero tú crees que eso dará resultado. Si, madre. Las mascarillas serán  como tus delantales.
Claro que ustedes no conocen la historia de los delantales de La Matandeta.


Cuando se estrenó la serie Spain in the road, again, protagonizada por la actriz Gwyneth Paltrow y en cuyo capítulo valenciano aparecemos, a La Matandeta, empezó a llegar   gente de cualquier parte del mundo. No buscaban solo comerse una buena paella, sino también conocernos y compartir unas horas de nuestro trato y nuestro ambiente.
Si alguien recorre miles de kilómetros para estar contigo, se merece un plus. Así que había que obsequiarles con algo.
Una lo utiliza todo para salir adelante, hasta sus limitaciones. Me acordé de un programa de cuando la tele era en blanco y negro  y yo andaba por los siete años. La casa de los Martínez. Era un programa que pasaban los  viernes por la tarde y tenía tanto éxito que mi madre y sus  vecinas pensaban que se trataba de una familia real y no  de pura ficción. Pues bien, la emisión siempre finalizaba con una entrevista que realizaba la madre de familia a un personaje público, a quien  obsequiaba con la llave de la casa de los Martínez para cuando quisiera volver.
 A  mí se me  ocurrió agasajar  a los  viajeros llegados  desde cualquier confín, con un delantal de La Matandeta.
Y empezaron a aparecer fotografías en las redes sociales  de clientes con delantales nuestros, en cualquier rincón del planeta: En Manhatan, en Río de Janeiro, en Roma, en Hong Kong, en Seúl...


Madre, las mascarillas serán  como tus delantales .... Desde la ciudad de la justicia, enfilo hacia Jacinto Benavente y entro en la primera farmacia que encuentro a comprar mis medicinas para  la arritmia. La manceba, una chica muy guapa y sonriente, me da los buenos días y me suelta Anda, ¡qué  mascarilla más chula! Pero si  es de La Matandeta! Yo pasé hace dos semanas por la puerta y me dije, algún día tengo que venir a comer aquí. Iba camino del centro de Recuperación de Aves. Porque  yo cuando encuentro algún pájaro herido lo llevo allí... En eso que el farmacéutico salió de la rebotica y nos dijo ¿La Matandeta? Pero si yo soy cliente. Todas nuestras celebraciones familiares son allí.  Pago mis medicinas y les doy las gracias.
Sigo hacia El Corte Inglés, tengo que hacer la copia de una llave y ponerle pila a mi reloj.
El caballero que me hace la copia me da un máster sobre cómo hacer copias, siempre  a partir de la llave  original. Le pago casi cuatro  euros por una copia que nunca entrará en su candado y al  devolverme la tarjeta, sonríe tras su bigote y su  barba  perfilada y me dice: ¿Conque La Matandeta, eh? Muy buenos arroces, señora, muy buenos arroces.
Me siento un poco abrumada. El relojero me pregunta si quiero cambiar también la correa de mi reloj, y yo le digo que no. Que me gusta  su olor a cuero rancio.
Salgo a la calle y a  la altura de la tienda de Apple, me cruzo con una chica que va por la acera acompañada de una preciosa bicicleta. Como me quiero comprar una y no tengo reparos en abordar a gente desconocida, le pregunto que  dónde se la ha comprado. No, se la regalaron por su cumpleaños. Es  una bicicleta  holandesa de paseo. Realmente  una hermosura. La chica, argentina, me dice que no sabe dónde puedo comprar una, pero que entre  en Internet  y ponga bicicletas de paseo francesas y holandesas. Hay muchas de segunda mano. Ah, por cierto, señora, me espeta, la última vez que vino mi  familia argentina fuimos a comer a ese restaurante, el de su mascarilla.
Si, puede que tenga razón Helena. Las mascarillas son como los delantales, salvo que en plan persona-anuncio. Me he  sentido como una mujer anuncio toda la mañana.
Y en estas, que llegó el verano .... El de la covid, claro.
Salve y ustedes lo pasen  bien.






lunes, 8 de junio de 2020

¡¡¡GRACIAS!!! COMO DECÍAMOS AYER ...

A Fray Luis de León lo encerró durante cuatro años la Santa Inquisición por, entre otras  cuestiones, traducir  el Cantar de los cantares, uno de los libros del Antiguo Testamento, del hebreo al castellano. Permaneció en la cárcel hasta 1576. Cuenta la leyenda que pronunció su famosa frase latina Dicemus hestera die (Como decíamos ayer) a su vuelta a la cátedra.
Pues... Como decíamos ayer... Gracias, gracias, gracias.
Sin vuestra ayuda no hubiera sido posible reabrir La Matandeta. Pero, ¿Contamos la historia desde el principio?
Los  primeros  quince días, pues sí... No me  voy  a  recrear en ello ¿Y el resto?
La mañana que los de Alquileres Montero nos amenazaron con dejarnos sin luz y sin agua, yo entré en pánico. Escribí en el grupo de whatsap de Foc i cassola ....¡¡¡ESTOY HARTA DE SER VALIENTE!!!
Xavier Marí me  llamó al instante y me soltó ¿Por qué no dejas de desbarrar y te  pones a hacer algo? ¿Por qué  no dejas de preocuparte y te ocupas de lo más inmediato? Un amigo lo es  por  lo que lo es.
Fue también Xavier quien me sugirió  que convocara un crowdfounding entre los clientes y amigos. Tenéis una clientela muy especial, que os sigue desde hace mucho tiempo.
Y allá  que lo solté. Y  ha  funcionado.
Y tengo tanto que agradecer...
A Eric y Adolfo, que además vienen este sábado con una mesa todo lo grande que es permitida la reserva en la Fase 2 y dicen que su aportación ya se sumará a otras reservas. No a esta.
A Maria Jesús Carrillo, por su amistad, por supuesto y por toda la información que me ha enviado acerca de las ayudas y los créditos a bajo interés para proyectos de energías renovables. Hubo un director de banco queme dijo que no había nada.
A Carmen Minguet, que este pasado sábado me ayudó a limpiar la bodega  y me sugirió una idea muy interesante y que pienso poner en marcha de inmediato.
A Toni Adam por enviarme por escrito lo que yo estaba pensando.
A Pablo y Arturo Hernández, por defender nuestras causas.
A Mariló y Paco, por todo lo que nos aportan.
A Joan Roig, porque cuando él se caía lo animaba yo. Y viceversa
A Remigio Oltra, que si no fuera porque siempre anda liado con alguna novia ....
A Enric Beltrán, por seguirme desde aquel grupo del que me expulsó quien me debía tanto.
A David Borcha, por venir con sus niños  a explicarle a Rubén cómo reformar la cocina. A toda la familia Borcha que ya forma parte de nuestra familia.
A Olga por limpiar los cristales cuando estaba claro que iba a llover.
A Pilar Bornay que encima va y se rompe los dos codos.
A Charo Cantó, que desde aquel día en Terra Mítica no me ha abandonado.
A Luchi y Emèrit Bono por sus llamadas de ánimo y consuelo.
A Pepita Santamaría, mi opusiana favorita.
A Yolanda Moreno y Francisco Sanchis, por su apoyo, sus muchos años de  amistad, su cariño.
A Norberto Sánchez, que todavía no entiendo por qué me quiere tanto.
A Julián Peris, que todavía lo entiendo menos.
A la doctora Febrer.
Al primo Ferran Baixauli, siempre dispuesto a echar una mano.
A Rosa Yagüe mi tutora del máster de Planificación en Turismo y sin embargo, amiga.
A Ferran y Sara, que nos han ayudado desde Maastricht
A la familia Cases.
A mis amigas desperdigadas por el extranjero por sus muchos mensajes de  ánimo: Rose Prenderville, Sonia Lefèvre, Gaia di Filippo, Roberta Barbuscia, Inna Moïseva. Kenza Lamouasni, Gylaine Fortyn.
A Miguel Angel Jiménez, recién recuperado después de tantos años perdidos, y nada menos que en La Habana.
A Virtu y Charo Gandía de Fontanars, por seguir con nuestra amistad contra viento y marea.
A Victoria Sancho-Tello, por regalarme su historia para que la transcribiera. Por su aportación y la de su hermana Reyes.
A  las hermanas Escorihuela, por tanto afecto derramado,
A Dalia, A Miguel Moltó. A Nacho Cerdá. A  todos y todas  los que os habéis volcado para que pudiéramos seguir adelante! A los que habéis  vivido nuestra historia en primera persona y a los que os la habéis inventado...
No quería  dar nombres y sin embargo, lo he hecho. No os enfadéis los que  no aparecéis. La lista es muy larga.  Habéis sido tantos... Incluso gente que todavía no conocemos y ya nos han dicho que van a  venir.
A todas vuestras aportaciones, grandes o pequeñas. A vuestros saludos, a vuestras gracias. A todos los que alguna vez os  invitamos a algo. A un café, a un postre. A una comida cuando vimos que andabais demasiados solos. Y nos los habéis devuelto con creces.
A  Paco López, a quien no conozco personalmente, Y ha hecho algo tan grande por esta familia... Que ansío  el día que vengas de  Madrid y poder compartir un pedazo de vida contigo.
En fin, que nos vemos pronto. Que nos seguimos viendo.
Tengo tanto que agradeceros. Y, sobre todo, a  mis padres. Que me dieron la fuerza y el tesón que me caracterizan. Y una lección que jamás he olvidado. No se abandona lo que se ha traído al mundo. En mi caso, Helena y La Matandeta.
Salve  y ustedes lo pasen bien.




domingo, 7 de junio de 2020

UN VIAJE A VINARÒS



Es lunes, primero de junio. Helena y yo emprendemos viaje hacia Vinaròs. He saldado mi deuda con la inmobiliaria y, puesto que este curso ya no volveremos al Leo, voy a desmontar mi pequeño apartamento de  la Avenida Castelló. Hemos pensado que a la vuelta, llamaremos al amigo del alma, Joan Roig y comeremos con él en Alcossebre, en su casa, frente al mar. Vamos un poco somnolientas, pero pensando que nos espera un día estupendo.
 Dos horas de viaje, por una autopista que, desde enero,  ya no es de peaje. Pero a la altura de  Borriol  nos equivocamos y cogemos ruta hacia Sant Mateu. Por aquí se va a Morella. Y eso que conduce  Helena.
Llegamos un poco más tarde de lo previsto a las puertas del Instituto. Es el primer día que se incorpora el personal no docente. Están acondicionando el espacio físico a las nuevas medidas que regirán en septiembre, cuando  se incorpore el alumnado.
Está Javier Ferrer, el secretario. Me alegro y se alegra de verme. Intercambiamos comentarios. Devuelvo el manojo de llaves. Teresa anota que he estado aquí y nos vamos a por mis cosas.
Tengo una sensación muy extraña al entrar en el piso. Se ha quedado todo como hibernado, suspendido en un sábado 13 de marzo. Los limones, las naranjas que dejé en el frutero sobre el banco de la cocina están completamente cubiertos de polvo verde. Llenos de bichitos. No sé si armarme con una lanza, como D. Quijote, para abrir la puerta de la nevera....
¡Por Dios lo que debe haber ahí dentro!
Un trozo de salmón que gruñe como un troll. Los dos troncos de brócoli parecen los árboles vivientes del jardín encantado del Mago de Oz. La escarola   es como la cabeza de la malvada medusa. Y los huevos han hecho amistad con los yogures caducados. La botella de leche fresca hace dos meses y medio que dejó de serlo. Las patatas y las cebollas se han cocinado ellas mismas en su podredumbre. Lo tiro todo en bolsas que voy bajando al contenedor mientras Helena llena maletas  y cajas  con toda mi ropa. No me extraña que dijeras que no volverás  a comprarte  ropa en lo que te queda de vida. Me dice sarcástica. Es que había enfrente del Mercadona una tienda vintage muy barata ...
Los libros, los apuntes, los ejercicios desparramados sobre la mesa. Yo comía con una bandeja apoyada en una silla mirando la televisión. Manías solitarias.
Cuando ya tenemos todo cargado en la Picasso, en el último viaje, mientras yo cierro el piso y le doy dos vueltas a la llave, oigo a Helena ... Mamá!!!!! Se me ha caído la llave del coche por el hueco del ascensor. Lo que faltaba. Son las dos y media de  la tarde. Llamo a la de la inmobiliaria que me viene a decir que me las apañe como pueda. Llamo al número que figura en el ascensor. Hasta las tres no llega el mecánico. Nos vamos a pasear a la Platja del Clot.



Le hago una foto a Helena, donde tantos amaneceres me fotografié yo. Le enseño la terraza de LaLola Café, la casa de Miguelito, el pequeño, el enano torero, que no aparece por ninguna parte, le señalo Peníscola. Y me llaman del servicio técnico que el mecánico llegará en quince minutos.
Así es. Visto y no visto, consigue recuperar la llave del foso, lleno de agua. Menos mal que no era electrónica.
A las cuatro y media nos comemos dos bocadillos y una ensalada en la terraza del Bar Sevilla de Benicarló, regentado por unas chicas colombianas. Y vemos cómo funciona la gente con las nuevas medidas sanitarias en los establecimientos públicas.
Al  pasar a  la provincia de Valencia, hay un control de la Guardia Civil y nos hacen parar. Llevamos el coche a tope. Le explicamos al agente cuál ha  sido el motivo de nuestro viaje entre provincias. Y después de dudar un rato mientras lee mi carnet  del Leo y el papel de  la inmobiliaria nos deja seguir. Uf!
Por fin estamos cerca de  casa. Hemos emprendido ya la comarcal que nos lleva a La Matandeta. A la altura de la gasolinera de los taxistas, hay mucha policía, dos ambulancias y un hombre en el suelo al que  están tratando de reanimar. No cometemos el error del efecto mirón. Y seguimos.
Por fin! Ya hemos llegado. ¡Qué bien se está en casa!