jueves, 14 de septiembre de 2023

UN VIETNAMITA ILUSTRADO

Son las cinco de la mañana, hora local. Las doce de la noche en Valencia. Ya no podemos dormir. Una ducha y salimos a la calle. Diluvia y nuestros pasos nos conducen hasta el lago Ta Vong, el que tiene un puente rojo para acceder al Templo de las Tortugas. Nos cruzamos con vendedoras de flores que nos ofrecen olorosas rosas bajo la lluvia, los primeros vendedores de desayunos con sopa de fideos de arroz, algunas motocicletas de claxon agudo.




Sigue lloviendo cuando emprendemos la ruta para visitar la pagoda construida por el primer rey vietnamita tras la dominación china que duró mil años. Este es un pueblo guerrero y batallador que pudo con los chinos, los franceses y los norteamericanos. La pagoda está junto al lago del Este. Pero apenas hay unos metros de separación entre los dos lagos de la ciudad de Hanoi que además está atravesada por el río Rojo.








Los vietnamitas se rigen por el calendario internacional para el trabajo y el descanso. Sin embargo, para los actos culturales y religiosos siguen el calendario lunar, según el cual estamos en el mes de julio.
El ochenta por cien de la población es atea, herencia de su reciente pasado comunista. No obstante, los días uno y quince del mes lunar se acercan a las pagodas y templos con ofrendas de flores, frutas y dinero verdadero o falso.
Practican el budismo, el hinduismo y el cristianismo. Y un sincretismo religioso, mezcla de budismo y cristianismo conocido como cao dai.







Después nos dirigimos al Templo de la Literatura, primera universidad del Vietnam, que en el siglo XI enseñó Literatura e Historia así como las enseñanzas del filósofo chino Confucio nacido en el 511 y alcanzó su esplendor entre los siglos XV y XVIII.


Nuestra próxima parada será la pagoda de un solo pilar dedicada a la diosa de la Fecundidad. Muchas parejas de recién casados vienen a realizar ofrendas para que se les conceda un hijo. Al igual que los chinos y al contrario que nosotros, prefieren un varón porque saben que el día de mañana se quedará en la casa familiar y cuidará de los padres. Digo yo que, en todo caso, será la nuera quien se ocupe de ellos. Vietnam, como el resto del mundo, avanza paso a paso hacia la igualdad entre sexos y ya cuenta con una vicepresidenta de gobierno y varias ministras.

La lluvia nos acompaña hasta él mausoleo de Ho Chi Minh, padre de la patria vietnamita, cuyo cuerpo embalsamado es visitado por largas colas de vietnamitas. Hoy no es el caso porque permanece cerrado. He leído esta mañana en el libro de mi padre 
que la Segunda Guerra Mundial permitió a los comunistas vietnamitas dar el primer paso hacia el poder. El fundador del movimiento comunista conocido como Nguyen Ai Quoc (Nguyen el patriota) antes de asumir el nombre de Ho Chi Minh, era el típico producto de la unión entre el nacionalismo vietnamita y el comunismo europeo.

Ho Chi Minh dejó su provincia natal en Annam del Norte, tradicional semillero de revueltas vietnamitas a los veintitantos años y embarcado como cocinero, llegó a Francia en la época en que el comunismo francés daba sus primeros pasos. 
En 1920, como delegado al congreso de Tours del Partido Socialista Francés, votó con los que se escindieron para constituir el Partido Comunista Francés. Durante la década siguiente trabajó y estudió en Francia y en la Unión Soviética, China y otros lugares. Pero hasta 1930 no consiguió unificar tres incipientes grupos comunistas para formar el Partido Comunista Indochino.

En mayo de 1941, un mes antes de la invasión de Rusia por los alemanes, Ho Chi Minh participó decisivamente en la formación de un frente popular llamado Viet Minh o Viet Cong para nosotros. Cong, en vietnamita significa comunista.
Su fin era luchar por un Vietnam independiente y democrático contra el fascismo francés (gobierno colaboracionista de Vichy) y japonés.
Su programa aludía a los principios inmortales de Rousseau, Voltaire, es decir, a la Ilustración y la Revolución Francesa. Los años de formación francesa de Ho Chi Minh tuvieron mucho que ver en ello.
Por aquel entonces, los comunistas integrados en frentes populares no consideraban oportuno invocar los nombres de Marx, Engels y Lenin.

Son las once y media de la noche y no hemos parado en todo el día, así que mejor sigo con la historia de Ho Chi Minh, el partido comunista vietnamita y el libro de mi padre que me acompaña en este viaje, otro día.
Salve y de verdad, de verdad, que ustedes lo pasen bien.





3 comentarios:

  1. Admiro mucho al pueblo vietnamita, es un pueblo heroico y luchador. Conocí varios en mi época universitaria cuando en entonces Checoslovaquia estudiaban miles de ellos desde las escuelas profesionales, institutos y universidades. Su lengua es para mí un canto de pájaros, me encanta su sonido pero es tan diferente de la nuestra que para aprenderla ellos necesitaban 2 años como mínimo estudiarla en mi país (los demás 1 año) pero lo lograban. Siempre eran tan aplicados, tan trabajadores, tan diligentes, estudiaban muchísimo. Una nación admirable. Disfruta!

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  2. Es un placer viajar a través de tus hijos y tus relatos

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