viernes, 8 de diciembre de 2023

UNA FOTO EN LA TOUR EIFFEL

Ahora, voy a contaros cómo yo también estuve en Paris, y fui dichoso.                                                             Era en los buenos años de mi juventud.

Jaime Gil de Biedma


Tenía dieciocho años. Había estado tres dando clases particulares y sin gastar ni una peseta. Todo el dinero lo guardaba en la cartilla de ahorros que mi padre había abierto a mi nombre cuando nací. Carmen le solía decir a su madre: María Dolores es tan ahorradora que no se compra ni pipas.

Yo tenía un objetivo: Quería ser escritora y vivir en Paris. Los sueños no se cumplen, los sueños se trabajan.

Mi madre no podía entender mi naciente pasión por los viajes. Cuando seas mayor de edad, irás donde quieras. La mayoría de edad era a los veintiún años y mi madre debería pensar que aquello todavía quedaba muy lejos y quizás para entonces ya se me habría quitado la idea de la cabeza.

Pero en estas que murió el dictador y todo cambió y se aceleró. Y nosotros cambiamos con el país. En noviembre había cumplido dieciocho años, tenía novio y ese verano del 79 estaba dispuesta a salir al extranjero.

Compré el billete de Interrail con mis ahorros. Mis amigos, los hermanos Tortosa no tenían claro que fuera. Y yo insistía en que nada iba a impedir que viajara.

Una semana antes de la partida, mi madre anunció el plan de vacaciones para toda la familia y yo comuniqué el mío. La que se lió. Ella no hacía más que repetir que yo estaba drogada. Mi padre puso un dedo sobre sus labios y me indicó silencio. Mi madre no me soportaba, mientras que mi padre me adoraba.

Salí un sábado en bicicleta de lo que ahora es La Matandeta y entonces la granja. Mi padre estaba dándo de comer a los animales. Sacó su cartera y me dio siete mil quinientas pesetas. En nuestra casa de Sedaví dejé la bici y recogí mi mochila que pesaba un quintal.

Salimos de España: Venecia, Grecia, Belgrado, Rumanía... Al terminar la estancia en Bucarest, nos separamos. El ambiente entre nosotros era insoportable. Yo seguí con mi novio hacia Budapest. Allí cogimos el Orient-Express hasta Paris.

Paris! Por fin Paris! La de veces que había soñado con aquella ciudad. Al día siguiente fuimos hasta la tour Eiffel. Yo no tenía cámara. Le pedí que me hiciera una foto y al estudiante de periodismo, intelectual e incipiente escritor que jamás me preguntaba por lo que escribía yo, no le dio la gana hacérmela.

Lloré de rabia e impotencia. Lloré como si todo el mundo que yo tenía en mi cabeza se desintegrara como pompas de jabón. Y ni aún así me hizo la foto en la tour Eiffel.

Dos años después lo dejé. Con el tiempo, la vida me ha enseñado  que las flores que más me gustan, son las que me regalo yo.

Salve y ustedes lo pasen bien.



6 comentarios:

  1. Todas las personas que quieren algo dificil de poseer, emplean su gran caracter y a fuerza del mismo, lo suelen conseguir. Maria Dolores, tu eres una de esas Personas. Un fuerte abrazo

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  2. Gracias por compartir!!
    Qué ganas de ir a París!! Un abrazo chiquilla.

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  3. Bonita historia de juventud y de madurez

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  4. Me encanta y estás très belle. Bisous 💋

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