jueves, 4 de abril de 2024

LLEGÓ LA PASCUA, SE MARCHÓ EMILI

 

           Ho feia tot, ho emprenia tot amb una il.lusió adolescent. Amb un somriure en la  cara. Contagiós,               per cert. Sense un bri de mala sang. Tant com a capellà que com a ciutadà.                                                                                                                                                                                                                                                                                             Emili Marín o l'alegria de viure                                                                                                                               Vicent Soler ( LEVANTE, miércoles, 3 de abril 2024)                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                          Todo el mundo esperando la Semana Santa para huir de las obligaciones  cotidianas y ésta aparece acompañada de una borrasca con nombre de almirante inglés. ¿Sólo es mal tiempo? Me pregunta desde Ushuaia, a mil kilómetros de la Antártida, Carlos Zampatti. En un país, el suyo, Argentina, en el que un candidato con motosierra consigue ser presidente y la lía desde  el principio, una borrasca que trae sólo viento y lluvias, debe parecer pecata minuta. En Sevilla lloran los nazarenos porque no pueden pasear al Cristo ni a la Virgen durante la madrugà y en Argentina transitan el via  cruxis al que les han llevado los políticos. Cada cual, a los suyo.


Entramos en domingo de Pascua y un cliente me hace una reserva teléfonica, pero quiere la mesa  en la terraza. No puede  ser, tenemos con nosotros a la borrasca Nelson. Ah, sí? ¿Hay una borrasca? Me contesta el caballero. Como le dijo El Gallo a Ortega y Gasset cuando éste le respondió que era filósofo: Hay gente pa tó. 
Y me entero, gracias a Pepe Cataluña, de que Emili Marín  ya no está entre nosotros. El capellán de esta familia  de agnósticos, ha pasado a la Casa del Padre.Y allí estamos, lunes de Pascua, despidéndolo en la Iglesia Parroquial de Quart de Poblet, muchos de los que cruzamos con él, un trozo del camino. Emili Marín, el cura más epicúreo, sibarita, irónico e irreverente que hemos conocido. El capellán que llevó su vocación a quienes más lo necesitaban porque  él quería una Iglesia cercana a la gente. El cura para el que cultura y libertad eran sinónimos.


Estoy segura de que van a publicarse muchos artículos hablando de sus cualidades humanas y apostólicas.De su labor como director de la revista Saó, como miembro del Consejo Valenciano de Cultura. Yo quiero hablar de  la persona  que conocí y aportó a mi vida. Fue en un viaje a Alicante, para asistir al homenaje del escritor Cerdán Tato.Yo había comenzado a trabajar en el gabinete  del conseller de Administración Pública, Emèrit Bono. Aquel cura no paró en todo el viaje de soltar chascarrillos  y hablar de la empresa en la que trabajaba. De regreso, el conseller le preguntó dónde cenábamos y el curita soltó podemos parar en El Girasol de Moraira, dos estrellas  Michelín, nos viene de paso. Emèrit no le contestó, pero espetó al chofer: Juan Carlos en el primer bar que veas, para y nos hacemos un bocadillo. Todavía me río cuando me acuerdo. 
Emili ya no saldría de mi vida, ni de la de mi familia. Nos ayudó en el inicio de La Matandeta. Las comidas de Saó. Bautizó a Manuel en La Matandeta un luminoso domingo, 27 de enero. Celebró la misa de exequias de mi padre. Casó a Rubén y Helena en la capilla del Santo Cáliz, un 16 de enero. Eso, sí. Tuvo que bautizar a la novia antes en Pedralba porque su padre, ateo y su  madre, agnóstica, no lo habíamos hecho. Y vosotros ¡A callar! nos mandó.
       Cuando nos separamos, fui a recogerlo a su casa de Pedralba, donde pasaba unos días de verano. Me hizo una confesión laica, en la que no encontró más que el desgaste de una larga relación y ante mi desolación me espetó: ¡Chica, peor sería que tuvieras un cáncer! Así era Emili. Ni su ceguera, ni los desgastes propios de la vejez le hicieron perder su sentido del humor.

Releo esta noche su autobiografía y no puedo más que sonreír ante sus anécdotas, ante tanto vivido. Es como si volviera a escuchar su voz.
Bon viatge, Emili. Ha estat un plaer compartir tants dies i tantes taules amb tu. Que la terra et siga lleu. I espere que no li hages fet a Sant Pere la pregunta que sempre tenies per a nosaltres: Tu f... o no f...?








5 comentarios:

  1. Encontrar un "hombre bueno" en tu transcurrir por este vericueto escarpado lleno de trampas y socavones es haber tenido mucha suerte, ni siquiera es cuestión de ideologías, ni de creencias, es pura suerte. Yo tan solo conocí a uno, pero este era ateo, mi propio padre.

    Entre los pucheros de Santa Teresa también deambulaba algún que otro agnóstico como yo, que disfruté leyendo las "Confesiones" de San Agustín y el Bhagavad-Guita del hinduismo.

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  2. No tuve la suerte de conocerlo pero con tus palabras tengo claro que me perdí una gran persona y muy buena gente.
    Un beso y abrazo para todo/as que lo echáis ya de menos💜

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  3. Perdonar soy Isabel Teruel...lo puse como anónimo😅

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  4. Gracias, Isabel 💕

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