VIETNAM EN SEPTIEMBRE

                     

   Viajar es lo único que compras y te hace más rico

                          Anónimo

Llueve esta tarde en Hanoi y la humedad, el calor y el ruido de las motos me marean. O será el jet lag, después de doce horas de vuelo desde Londres. Y eso que por fin conseguí dormir en un avión, quizás porque me colé en primera y nadie de la tripulación me dijo nada. O tal vez porque tengo la sensación de que todos los habitantes de la capital de Vietnam andan por la calle. O puede ser que mi estómago está vacío. Desde las diez de la mañana que tomamos el desayuno, antes de aterrizar, no he tomado nada y son las seis de la tarde…

Llueve, más bien diluvia cuando recuerdo, mientras atravesamos calles y calles llenas de ruido y de gente, por qué estoy aquí.

Hace unos meses, todavía era invierno, mi prima, la inefable Pepa Baixauli, me sugirió Por qué no vamos a Vietnam? Supe que era una señal y que el efecto mariposa estaba otra vez en marcha.

En realidad, he venido a Vietnam a causa de un libro. Un libro que compró mi padre en la plaza de Sedaví, durante unas fiestas cuando yo todavía no había cumplido ocho años. Un libro que, desde entonces, aunque no lo hubiera leído, siempre ha estado conmigo. Un libro que me acompaña en este viaje.

Lo harán ustedes también?