La vida se encoge o se expande en proporción a tu coraje Anaïs Nin El pasado fin de semana subíó Helena a decirme que había fallecido Fran, el Valero. No sabían si le dio un infarto o se cayó por las escaleras. Todo es posible. Le dio un infarto y rodó por las escaleras. Desde aquí envío mi más sentido pésame a Inma y a sus hijos.
Fran debía tener dos años más que yo. Nuestros padres eran amigos. Todavía conservo una foto de los dos en la fuente de Sedaví durante las fiestas. Ninguno sonreímos. En mis fotos de pequeña nunca lo hago. Más bien parezco asustada. Quizás ya intuía en qué consistía esto de hacerte mayor y vivir. Al fin y al cabo, no se trata ni más, pero tampoco menos, que resolver conflictos. Cuando has dado con la solución a un problema, va y aparece otro.
Va falleciendo gente de mi edad. Yo misma estoy aquí, todavía no sé por qué. El mes pasado podía perfectamente haber sido. Así se lo anunciaron a mi hija los doctores de la UCI del Peset que me atendieron. No puedo recordarlo. Ni los días previos, ni los siguientes. Sólo algunas pesadillas y la sensación de no tener miedo ante el final. Aparecía gente conocida y dejaba de hacerlo. Después diez días hospitalizada. Y aquello era como un microcosmos. Alexandrina lleva dos meses en aquella habitación. No tiene a nadie en la vida. Reme cuida de su marido. Carlos está apasionadamente enamorado de Sagrario después de dieciocho años en común y la quinta hospitalización en lo que va de año. A la salida, los invitamos a comer en La Matandeta y nos cuentan su vida que no tiene desperdicio.
Los quince días siguientes fueron peor. No me he muerto, aunque a decir verdad, en aquellos momentos, me daba igual. Se acabó el tener que resolver conflictos y pagar facturas. Solo me fijo en eso. Pero llega el veinticinco de febrero y decido que sólo me voy a permitir estar enferma hasta ese domingo. Que si no me he muerto, será por algo.
El lunes salen adjudicaciones de profesores. Sólo sale una plaza de Francés. En el IES Albal. Y me digo, María Dolores, tus alumnos del curso pasado te están esperando. No los defraudes.
El martes por la mañana voy a la piscina. Si hago ciento veinte largos, me adjudican. Tengo que conseguirlo. No he ido a nadar en un mes, el tiempo que ha durado mi convalecencia. Los hago.
Y a las once, me han adjudicado.
La vida ha podido más esta vez.
Salve y ustedes lo pasen bien.
Muy buenas reflexiones !!!
ResponderEliminarÁnimo, Mª. Dolores. Yo a mis 82, todavía me paseo por el mundo, y tú lo has hecho toda tu vida.
ResponderEliminarBuena reflexión. Y ánimo siento mucho la muerte de tu amigo. La vida es así, una de cal y otra de arena y hay que intentar disfrutarla lo máximo. Yo cambié el chip hace tiempo y con la llegada de Zoe tengo mas ganas de disfrutar de todo. Muchos besotes
ResponderEliminarMe alegro mucho de todo lo bueno que te está dando la vida. Parece que tú coraje puede con todo. Un abrazo enorme.
ResponderEliminar👏🏾
ResponderEliminarEspere que te trobes millor. Anims i molta força! Un abràs gran!
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