domingo, 25 de septiembre de 2022

EL FARO DEL FIN DEL MUNDO

 


                               Es duro vivir acá, lejos de todo, con este clima de mierda. Porque una acá tiene un                                       amor a primera vista con el paisaje y piensa que, porque el entorno es tan bello, la                                     vida resultará más fácil. Y sin embargo, con el tiempo te das cuenta de que no es cosa                                 sencilla vivir en una postal: por más que la foto sea maravillosa, vivir acá todos los                                     años, todo el año, es otra cosa.

                                                                    Nuestro hombre en Ushuaia                                                                                                                                         Carlos Zampatti


Julio Verne escribió una novela titulada El faro del fin del mundo en la que unos piratas asaltan un faro ubicado en una isla rocosa y liquidan a todos los que se encontraban allí, con la sola excepción de Will Denton quien escapa de la masacre. Los piratas planean apagar la luz del faro con la finalidad de que los barcos, a su paso por esta zona, se estrellen y así obtener su botín. La historia se desarrolla en la isla de los Estados, en la Patagonia. En ella se encuentra el faro de San Juan de Salvamento. Es el faro más antiguo de Argentina y el primero en ser edificado en aguas australes.

Nosotros, hoy vamos a visitar el faro Les eclaireurs, al que todo el mundo lo llama el faro del Fin del Mundo, aunque no lo es. Desde Ushuaia tomamos el ferry y atravesamos el canal del Beagle, llamado así en homenaje al barco HMS Beagle, desde el que se realizó un estudio de las costas entre 1826 y 1830. En 1833 se realizó un segundo viaje en el que participó Charles Darwin. 

Atravesaremos la isla de los Pájaros y la isla de los Lobos Marinos, donde el olor a pescado es muy intenso y los ejemplares no hacen más que llamar la atención con sus gritos. Un paraje lleno de belleza que, por muy buenas que sean las fotos, nunca podrán transmitir la emoción de haber estado en estos parajes.

El día nos acompaña y los Andes Fueguinos se reflejan en la lámina de agua del canal como si fuera su espejo. Hace frío, pero no hay viento y  apenas gente en el Ferry. Aunque yo sea agnóstica, debe haber un Dios, una mano creadora que proyectara tanta belleza natural como tiene este país, con el que fue muy generoso.

Salve y ustedes lo pasen bien.







                                                        
















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