martes, 13 de septiembre de 2022

TURISMO DE CEMENTERIOS

 Hace catorce años hice un viaje a Paris con una  conocida  que había residido  en la ciudad  Luz durante tres  años. Una  mañana le propuse que visitáramos el cementerio de  Pere Lachaise, en la  avenida Melimontin. Me miró como si  le  hubiera sugerido viajar a  la luna y me  contestó que durante  su estancia parisina jamás se le había ocurrido dar tal excursión. No obstante, accedió.

Allí, entre tumbas y flores se encontraban los restos de  los  que un  día  dedicaron  sus vidas  a la canción, al cine, a la poesía, a la  novela. Aquellos que nos deleitaron con sus obras. Edit Piaf, Jim Morrison, Simone Signoret, Yves Montand, Oscar Wilde, Apollinaire fueron algunas de  las  tumbas que  visitimaos. Mi conocida quedó entusiasmada con el paseo. Siempre lo menciona.


El cementerio de la Recoleta es  el más visitado de Buenos Aires. Se encuentra  en el exclusivo barrio del mismo nombre  que  debe  a los monjes recoletos, cuyo monasterio se encontraba aquí. El cementerio forma parte de la época de esplendor económico y artístico de una  época importante de la  ciudad en la  que  las clases más pudientes  competían por tener  el más hermoso de los mausoleos.

Muchas de las bóvedas y mausoleos son obra de importantes arquitectos y están adornados con mármoles y esculturas; más de 90 bóvedas han sido declaradas Monumento Histórico Nacional.

Fue construido en 1822 como primer cementerio público de la ciudad y su trazado es obra del ingeniero francés Próspero Catelin. Luego, hacia fines del siglo XIX, cuando las familias más acomodadas comenzaron a mudarse hacia esta zona de la ciudad, pasó a convertirse en su necrópolis preferida. Entre las personalidades enterradas en el Cementerio de la Recoleta figuran líderes políticos, presidentes de la Nación, escritores, Premios Nobel, deportistas y empresarios.



 Una de las tumbas más visitadas es la  de  Evita Perón, sin embargo hay varias curiosidades que me  gustaría relatarles. Como la de Liliana Crociati, quien falleció durante su luna de miel y a quien sus padres le construyeron una bóveda donde reprodujeron su dormitorio y colocaron su escultura en la entrada, luciendo su vestido de novia con el que fue sepultada y acompañada por su inseparable perro. O la de David Alleno, cuidador del cementerio, quien ahorró toda su vida para poder construir en él su propia tumba. 


Luz María, hija del dramaturgo Enrique García Velloso, murió de leucemia en 1925, a los 15 años. Su madre, al filo de la locura, consiguió un permiso especial para pernoctar en un rincón de la cripta. Una noche, un joven de la alta sociedad porteña vio a una chica llorando en la calle trasera del cementerio   completamente vestida de blanco. Se acercó y, deslumbrado por su belleza, la invitó a tomar un café en "La Veredita".

Luego del café, se besaron y ella dijo que su nombre era Luz María. De pronto, ella huyó, gritando que ya era tarde, y al levantarse volcó café en el saco que él le había puesto sobre los hombros durante su llanto. Él la siguió, pero su figura se desvaneció en la entrada del cementerio. Desesperado, empezó a golpear el portón con insistencia hasta que el cuidador lo dejó entrar. Y allí, en la primera calle, en la bóveda que llevaba su nombre, pudo ver lo inimaginable: sobre una figura yacente de mármol, estaba su saco manchado de café. Debajo, en la escultura, reconoció el rostro de la chica que lloraba, la que volcó su café, la que él besó y perdió para siempre.


Al salir del cementerio nos hemos encontrado  una pareja que bailaba tango, como en tantos otros  lugares de  la ciudad. Con tanta historia y leyenda  nos han entrado ganas  de reconfortarnos  en  el  histórico Café La Biela. Allí las figuras de Borges y Bioy Casares seguían conversando de  lo  divino y de lo humano como si  ninguno de  los  dos  estuviera muerto.


Después nos  hemos  ido a  San Telmo, a ver el mercadillo, pero estoy reventada. Mejor se lo cuento otro día. 

Salve y ustedes lo pasen bien que nosotros ya  procuramos.

2 comentarios:

  1. Hola María Dolores,

    Parece como si tú y yo, nos hubiésemos puesto de acuerdo en algún momento, para hacer Viajes y Visitas bastante similares, como en diversas ocasiones vengo comentándote.

    Con respecto a Cementerios, me permito contarte una anécdota personal, que viví hace algo así como 50 años, durante una de mis visitas a París, y por la tarde/noche, mi esposa y yo anduvimos paseando, “A lo tonto”, por calles y más calles, aprovechando el buen tiempo y temperatura que nos lo permitía, hasta que entre callejas y vericuetos, de pronto nos sobresaltamos porque nos vimos rodeados de tumbas, a las que habíamos llegado sin enterarnos, cayendo en la cuenta de que no era preciso “Cerrar” a cal y canto los cementerios, como se hacía en España, con esas enormes vallas que traen a la memoria de los que ya no somo muy jóvenes, escenas de muerte y odio escondido.

    Esa idea se quedó clavada en mi mente, hasta que hace 33 años, pude plasmarla en el proyecto del Cementerio Municipal de L’Eliana (Valencia), en el que conseguí un concepto de Cementerio totalmente diferente a lo que generalmente se hace, siendo valorado en el “Primer Congreso Mundial de Arquitectura Funeraria”, que tuvo lugar en Sevilla en el año 1991, formando parte de los proyectos seleccionados para formar parte de la publicación que del Congreso se hizo.

    Te recomiendo su visita pues verás que es una concepción totalmente distinta a la idea generalizada de Cementerio.

    Además, puedo decirte que he visitado algunos cementerios de Moscú, Leningrado, Volgogrado, Kiev, Tiblisi, Irkutsk, Buenos Aires, etc. etc. y es algo que, aun admirando su conformación y arquitectura, no por ello deja de provocarme una reacción anímica, porque siempre pienso, que la vida es un simple salto de la saeta del reloj de la historia, y eso oprime.

    Víctor Iñúrria (14-09-2022)

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