martes, 7 de diciembre de 2021

LA OCTAVA MARAVILLA

 


Haizea Arpide está afónica. Son las  cuatro de la  tarde  y se  le nota en  la cara  el cansancio. A esta hora, la  ciudad  de Cracovia  ya está anochecida. Haizea es vasca, de Baracaldo. Trabaja como guía local y estos  días de  largo  puente en nuestro  país, los españoles hemos invadido  la ciudad polaca. 


Hemos  llegado a  primera  hora  de  la  mañana. El avión de Ryanair, a rebosar  de españoles que  seguramente hacen  su primera  escapada  al extranjero  desde  que  empezó la pandemia y vienen  con la excusa de celebrar el inicio de diciembre y las festividades. O escudada tras un viejo jersey polaco de  lana, como es mi caso.

En la calle Grodzka tenemos  nuestro hotel, a dos  pasos  de  la emblemática plaza del Mercado, en pleno  corazón del barrio medieval de  Cracovia. Hace frío. Hemos  visto nieve desde las  alturas  y durante  el trayecto en  coche desde el aeropuerto. Un chófer polaco, un joven rubio de ojos azules  nos  ha  recogido. Habla  inglés, pero apenas  pronuncia  palabra. Al llegar al centro, nos sorprende  el primer árbol de Navidad. La  ciudad  está completamente decorada para  las próximas  fiestas. Un desfile nos recibe. Que  no. A nosotras  no.


Hay turistas  por todas partes. Españoles sobre todo. Sacamos slotys en un cajero y nos  echamos a los  puestos navideños. Aunque otro  imponente árbol  aparece  en la plaza, la  verdadera  tradición de  Cracovia son sus belenes  declarados patrimonio inmaterial de  la  humanidad  por  la  Unesco  en 2018. Una tradición que se  remonta a mitad del siglo XIX cuando los albañiles, con menos trabajo en otoño e e invierno y con 


restos  de  materiales reproducían edificios de  la ciudad e instalaban las figuras típicas  de  ellas como el dragón, porque  en Cracovia se narra  una leyenda de  dragón.

Cada primer jueves de  diciembre tiene lugar el concurso de  belenes. Este año se presentaron 150. Después  los seleccionados  aparecen  en vitrinas por toda la ciudad.

La costumbre  de montar  belenes nos  viene de  San Francisco de Asís, uno de  mis santos preferidos. Este  santo, animalista, reproducía cada año en parajes naturales y con animales vivos, la  escena del nacimiento  de Jesús. Desde  entonces ha llegado hasta nuestros días.


Cracovia  es una ciudad muy  bonita. Fue  capital de Polonia hasta  el siglo  XIV. Conserva  su señorío y la  personalidad característica de las  ciudades  atravesadas por un  río, en este  caso el  Vístula.

El frío y el  viaje  nos  ha abierto  el  apetito. En  los  puestos navideños  hay varios  de  comida típica polaca. Dos de  ellos dedicados  a  las  sopas  tradicionales  que  hacen las delicias  del  más pintado, en  este  caso las  nuestras.


Hay paradas donde adquirir salchichas, codillo, chucrut y el típico zapiekanka, rebanada  de pan con condumio. Se come bien, contundente y barato.


En  la calle Florianska, una  de  las  más  concurridas del  centro, los  jóvenes turistas se  agolpan ante el puesto de un pastelero que  vende unos  bollos  dulces con  diferente  contenido: nutella, dulce de  leche, nata. Nosotras  pasamos del dulce por el bien de nuestras curvas.

Esta  calle  se llama  así por  San Florián, cuya figura preside  la  puerta de  la ciudad. 


Es domingo y la  basílica de  Santa María está  a  rebosar a la  hora  de  misa mayor cantada. Los  polacos  son muy  católicos. Me  cuenta  mi  prima que los hombres  suecos  llegan  a  Polonia  en busca  de  esposa  porque tienen fama  de  ser  muy familiares  y tradicionales. 

Como llegamos  antes  de  que empiece  la  celebración nos  acercamos  hasta  el altar  mayor  para  contemplar el retablo de  Veir Stoss, El altar de la dormición. La octava maravilla según Picasso.



¿Cómo lo sé? ¿Lo que dijo Picasso? Por mi amiga Diana Cerdá que me envió el siguiente texto de la novela Catedrales de Claudia Piñeiro: Si Picasso  dijo que el retablo de madera de Santa María de Cracovia es la  octava maravilla, mirá si no merece ser la  primera catedral de nuestro recorrido. No  hay nada como tener amigas cultas.



La  basílica  fue  comenzada a construir en 1355 durante el reinado  de Casimiro  III el  Grande, un rey muy importante  para  Polonia. De  estilo gótico, está  ubicada  en  uno de los  laterales  de  la  plaza  del  Mercado, La  fachada termina  en  dos  torres  desiguales: una  que  sirvió siempre de  atalaya y otra  de  campanario. Desde la torre vigía, cada  hora  un trompetista  toca el Hejnal mariacki, una melodía tradicional polaca que se transmite a mediodía por radio a todo el país. Vamos, como el Angelus. Cuenta  la  tradición  que  en el  siglo XIII un trompetista  fue asesinado por una flecha  en la  garganta  mientras hacía  sonar la  alarma  ante una invasión mongola. En honor a  su  sacrificio, cada hora, un  bombero en  turno  de  ocho horas  hace  sonar la melodía. Casi  nada.


En el siglo  XVIII, el interior  de la  basílica fue remozado  en  estilo barroco. Santa María  siempre ha  competido  con la catedral  de Wawel. Para conocerla, así  como el castillo  nos  acompaña  Haizea Arpide, esta joven  bilbaína llegó  a la  ciudad   con una beca de seis meses  del gobierno  vasco  para realizar  las  prácticas  de sus  estudios de  Turismo.

La estancia  se ha convertido  en  seis  años, gracias  a un paisano que  conoció aquí. Su pareja, ingeniero industrial. Ella  escribe un blog  sobre  la ciudad TuguiaHaizea, donde  podéis  encontrar  buenos  consejos  si  pensáis  venir y  donde  la  podéis  contactar a  ella.

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Haizea  nos cuenta la historia de Wawel, residencia  durante  siglos de  los reyes  polacos, la  estancia  de  los  nazis al frente de su  gobernador Hans Frank y la  polémica  que  suscitó el entierro del  presidente polaco  Lech Kaczynski y su mujer, fallecidos en un accidente  de  aviación en 2010, mientras  se  dirigían  a Katín, en  Bielorrusia  a  un homenaje  a  los oficiales ejecutados  por los  soviéticos durante  la  Segunda  Guerra  Mundial. A Lech le sucedió  su  hermano gemelo  Jaroslaw, actual presidente  de la República Polaca.



Nuestra  guía  no  ha  aprendido  polaco. Dice que  se mueve  entre  españoles. Si hubiera tenido  una  suegra polaca, no  me  hubiera  quedado  más remedio. Pero mi  suegra es vasca, me comenta.

Yo  ya sé  decir Dzien dobry, que  significa buenos  días.

Pero todavía  no  he aprendido: Salve y ustedes lo  pasen  bien.




7 comentarios:

  1. Buenos días, me ha encantado.No sabía que Cracovia, tenía tanta historia y tan bonita

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  2. Narración magnífica...Entran ganas de ir allí

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  3. Buen viaje¡¡ disfrútalo como siempre 😉 😘

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  4. Maria, no només és grat recordar un viatge quan tu li poses l'ànima, és que ve a completar els bons records. Merciiiiiiiii

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  5. Genial narració i documents gràfics.Gràcies per compartir-ho.

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  6. Por fin he encontrado tu publicación! Me acordaba se ti y de tu blog pero no del nombre asi que no lo podia buscar, y de repente después de meses aqui estoy! Uf que mal lo pasé esa tarde porque me quedé afónica 5 minutos antes de empezar el tour no me lp esperaba... 😥 Aún asi espero que os gustará el tour. Un abrazo 🤗 Haizea.

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  7. Qué alegría Haizea leer tu comentario. Gracias por escribirme. Lo pasamos muy bien.

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