martes, 14 de diciembre de 2021

JUSTO ENTRE LAS NACIONES

 


                                               Quien salva una vida, salva al mundo entero

                                                                    Mishná 4:5


Si piensan viajar a  Cracovia, si les han  entrado ganas de  conocer estar ciudad polaca, después  de leer  mis  crónicas, tal  y como me han hecho llegar muchos de ustedes, les  recomiendo  que vean  o revisen la  película  de Steven Spielberg La lista  de Schindler. 


Esta foto en la  que ustedes  me ven  sentada  en una  escalera con mi viejo  jersey polaco  de  lana, forma  parte  de  los  escenarios  naturales en  los que  rodó  el director  norteamericano de origen  judío. Un pequeño guardia judío está  comprobando  que el barrio se ha  vaciado. Los nazis han ido a buscar a  los  residentes para  confinarlos  en  el gueto. El pequeño  descubre  a  la hermana  y a  la  madre  de un amigo y les indica  que  se  escondan  debajo de  las  escaleras. Cuando llegan las  SS  les cuenta que allí no queda nadie.


Hace mucho frío cuando llegamos al barrio judío de Cracovia. Ha comenzado a nevar, seguramente como lo hizo durante el rodaje de la película en 1993.

Durante 72 días, Spielberg filmó en  blanco y negro. Así consiguió un tono documental que otorga mayor realismo al relato. Considerada como una de las mejores películas del cine, fue también un éxito de taquilla que  recaudó 330 millones de dólares en todo el mundo.

Oscar Schindler era de etnia alemana y se había afiliado al partido nazi. Llegó a Cracovia para hacer fortuna. Mujeriego, vividor y oportunista, sobornó a oficiales de  las fuerzas armadas y de las SS para  adquirir una fábrica donde producir menaje. Contrató a un contable judío, Itzhak Stern, con relaciones en el mercado  negro  y en  la comunidad  local de  empresarios hebreos.

Amon Göth, oficial de las SS es destinado a  Cracovia para supervisar  el campo de concentración de Plaszow y que  una vez terminado sirve  para liquidar  el gueto.


El desalojo fue brutal. En la Plaza de las Sillas, homenaje actual a aquella masacre, los judíos desalojados, pasaban horas esperando a ser evacuados o ejecutados. Algunos se salvaron como Roman Polanski que tan solo contaba nueve  años de edad. Schindler fue testigo de esta brutalidad.



Cuando los alemanes  empiezan a perder la guerra, Amon Göth recibe la orden de enviar a los judíos de  Plaszow a Auschwitz para ser exterminados. Schindler decide sobornarlo para llevarse a sus trabajadores a una nueva fábrica de  municiones en su ciudad  natal, Brunnitz, en los Sudetes austríacos. Contable y empresario elaboran la lista de Schindler en la que figuraban sus 850 empleados. Así conseguiría salvarlos de Auschwitz. Por error, el tren que transportaba a mujeres y niños acaba en Auschwitz-Birkenau. Nuevamente Schindler acude al soborno, esta vez al comandante del campo, Rudolf Hoss.


En la nueva fábrica, el  empresario prohibió entrar a las SS y animó a sus judíos a celebrar el Sabbath. Gastó la mayor parte de su fortuna en sobornar a  militares alemanes y comprar munición ya terminada de otras empresas. De las máquinas de  su fábrica no salió nada.  


En 1945 se queda sin dinero y, ante el avance  del ejército  rojo, debe huir, no sin convencer a los soldados de las  SS, de que no maten a ningún judío de su fábrica.

Se trasladó a Alemania tras la guerra y fue apoyado económicamente por organizaciones judías. Se trasladó a Argentina con su mujer y se dedicó a la cría de animales. Divorciado, volvió a Alemania, donde puso en marcha varios negocios, sin resultado y sobrevivió gracias  a los judíos de su lista, a los que había salvado del holocausto o Soah.

Fue nombrado Justo entre las Naciones por el gobierno de Israel en 1963. Murió en 1974. Está enterrado en el Monte Sión en  Jerusalén.



 
No podemos visitar  la fábrica Schindler aquí en Cracovia. Es tal la avalancha de turistas estos días que no quedan entradas. Así que nos  vamos  a uno de los bares de leche creados durante la época comunista. Allí a un módico precio, se puede degustar un contundente menú regado con agua de arándanos. 
Y meditamos sobre  la sutil línea entre el bien y el mal.



2 comentarios:

  1. Genial la narració que fas dels fets i dels llocs als quals ens transportes.M'encisa llegir-te.
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