miércoles, 20 de julio de 2022

DULCE MARÍA LOINAZ

 Al taxista que nos lleva hasta Vedado le  pregunto si es verdad que los trabajadores de las cooperativas de tabaco pueden vender un día al mes. Es un joven mulato que tartamudea mucho al hablar. Nos dice que no es así, que lo dicen para engañar a los turistas. Luego me timaron. Bueno, que todo quede ahí. Ayer, cuando pasábamos por el Floridita, me di la vuelta  y un joven me había abierto la mochila y estaba a punto de birlarme la cartera. Claro que también me hicieron lo mismo en el centro de Roma. Mi ángel de la guarda  andaba muy despierto.



Vamos al Vedado a visitar la casa de la poeta y  escritora Dulce María Loinaz, nacida en 1900 y fallecida  en 1997. Todavía recuerdo el informativo español de 1992 en el que anunciaron que esta intelectual cubana había ganado el premio Cervantes. Una viejecita, escasa de pelo completamente blanco, vestida también de blanco  y con unas gafas de gruesos cristales sonreía desde su casa  en La Habana. No sé por qué  aquella imagen  se me quedó grabada para siempre. Dulce  María Loinaz, ya muy mayor, no viajó a España, fueron los reyes quienes en su visita de Estado a  la isla, se acercaron hasta su casa para entregárselo.



Dulce María Loinaz y sus tres hermanos: Flor, Carlos y Manuel Enrique formaban parte de una  familia  ilustrada de la clase alta de Cuba. Esta casa, que esta mañana, a primera hora, son las ocho, visitamos Manuel y yo, la compró  la  poeta por el águila de  la entrada, según nos cuenta Alina nuestra guía, con un gran parecido a Alina Castro, la hija de Fidel.

En ella permaneció cincuenta años, cuando llegó  la revolución, se autoexilió y no volvió a salir de aquí. Antes, la mejor tertulia de la ciudad  se reunía aquí y en 1930 los hermanos Loinaz fueron los anfitriones  del poeta  Federico  García Lorca  que permaneció  tres meses en la  isla. La casa encantada la llamó Lorca y en ella, además de acudir todas las tardes a compartir conversación y música con la sociedad ilustrada habanera, corrigió la última versión de La zapatera prodigiosa. 



Lorca, que había llegado procedente de Nueva  York, fue invitado por la  Sociedad Hispanocubana de Cultura a dar unas conferencias. Llega el 7 de marzo y se queda hasta el 12 de junio. Tres meses en el Hotel La Unión. En La Habana escribirá su pieza teatral El público. A Flor le mandará el manuscrito de Yerma y a Carlos Manuel le regalará El Público. La relación de Lorca con los Loinaz se centró sobre todo en Flor y Enrique, no tanto en la escritora Dulce María, puesto que no coincidían en gustos poéticos.

Dulce María, solo escribió una novela, Jardín. Y nunca volvió a salir de su casa, después de la revolución. Hay silencio y paz en ella esta mañana habanera que nos sugiere seguir los pasos lorquianos por La Habana. Pero lo dejaremos para otro día.


1 comentario:

  1. Muy bien contada la historia que yo desconocía. ¡Gracias! Y más gracias por volver a llevarme a Vedado, “mi barrio”, el barrio donde vivía, el barrio de “mi Universidad“, donde pasé un semestre inolvidable porque aunque no haya sido fácil siempre es maravilloso volver a los lugares donde te sentías tan bien como en tu propia casa. Disfruta y descansa ❤️

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