jueves, 20 de junio de 2013

ÚLTIMOS DÍAS EN LA PROVENZA

El año Erasmus toca definitivamente a su fin. Es cuestión de organizar maletas, revisar papeles, empaquetar libros y vivencias ya convertidas en recuerdos.
El sr. Gálvez ya lleva días aquí y asiste tranquilo a las ceremonias de despedida.
Hoy toca hacerlo en casa de nuestra amiga Carina Moya, pero antes de llegar a Gargas, cerca de Apt, en la zona del Luberon, nos damos un paseo por la bodega Lacoste, en el Puy Saint-Réparade.

 La bodega, propiedad de unos empresarios irlandeses dedicados al sector hotelero e inmobiliario, es un alarde de ingenio artístico por todas partes. Los depósitos han sido diseñados por el arquitecto Jean Nouvel, el mismo que proyectó el Instituto del Mundo Árabe en Paris, o la nueva sede del Museo Louvre en Abu Dabi.




Lo que ven ustedes a mis espaldas, es el pabellón musical diseñado por el arquitecto Frank Gehry. Hay obras de arte por todas partes en esta bodega y en sus viñedos. Un alarde de mecenazgo y sobre todo de dinero.


















Cae un sol a plomo, así que de pasear entre viñedos, mejor que no. Hay obras de Calder, de Bracque y nosotros sin sombrero que quitarnos. Precioso el entorno y el gusto del inversor, pero mejor nos vamos para el Luberon.
Carina nos espera a las tres hora de tomar el café en la Provenza, así que nos acordamos del bonito pueblo de Saignalt, donde estuvimos el mes de abril con Manuel y en el pueblo se acuerdan del niño español que llevaba sombrero.



Saignalt está en pleno esplendor primaveral, un hermoso pueblo representativo de lo que es la Provenza. Pero si quieren contemplar y conocer mucho mejor estos lares, no se pierdan la película de Ridley Scott Un buen año, con Russell Crowe y Marion Cottillard, basada en la novela del escritor inglés, Peter Mayle, afincado en Lourmarin, el pueblo que vió nacer a Albert Camus y del que ya les hablé este invierno.
Peter Mayle, tiene otra obra, muy recomendable para los que quieran conocer un poco más la Provenza y sus costumbres, titulada Un año en la Provenza.



Carina Moya, nos espera junto con su familia en su casa de Gargas. Andan todos muy ocupados con la nueva temporada en sus tiendas y no queremos molestar, pero nos ha prometido que en agosto, cuando vaya a Algemesí a visitar a sus padres con Clara, se pasará por La Matandeta, muchas gracias por todo, guapa.


Y seguimos paseando por Foncalquier, por Cassis, por Vauvenargues. Y nos despedimos de la gente con la que hemos cruzado un retazo de vida y pequeñas historias.
Cuando ustedes lean estas líneas, llevaré once días en Valencia. Ya saben que el tiempo real y el tiempo narrativo no suelen coincidir.
El jet lag de la Provenza me duró una semana, fue como dejarse caer en el vacío desde el País de las Maravillas, mientras lo hacía se iban difuminando los colores, los olores, la musicalidad de la lengua francesa, el perfil de la Sainte-Victoire, los campos de cereales y amapolas, las plazas y terrazas de Aix, las calanques de Marsella, Cassis o La Ciotat, el castillo de Picasso en Vauvenargues. A medida que caía y caía, una puerta se cerraba tras de mí. El paréntesis de diez meses en la Provenza se alejaba de mi vista y de mi vida y se abría otra realidad en su lugar.
Ha pasado una semana y mientras una realidad se convertía definitivamente en pasado, como por arte de magia, otra adquiría tintes de cuotidianeidad.
Señoras y señores, no nos queda más remedio que despedirnos. Y lo haremos, muy, muy pronto.
Hasta entonces.





3 comentarios:

  1. Hey como me encanta lo que narras, tus experiencias que vives es genial que lo compartas.
    Saludos.

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  2. Hey Margot, gracias por escribirme y viva Mexico!!!

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  3. !Qué bonito y qué bien te los has pasado! Se acabaron las dudas.Empezar algo nuevo, siempre es bueno.Bss.Maite

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