viernes, 3 de mayo de 2013

MAGALI, EVA Y MANON

Ya está, ça  y est. Me dio el bajón. Llegó le trac, el miedo escénico. Época de exámenes,  me digo que no voy a ser capaz, que no lo conseguiré. ¿Qué hace una abuela como tú, en un sitio como este? Otra vez la montaña rusa hacia abajo. Cuatro días cayendo. Lloro y escribo extraños correos. Y no está aquí el Caballero de la Melena Plateada para llevarme a ver el mar, ni ningún otro caballero. Siempre es la misma historia. Los adolescentes y yo tenemos algo en común: a ambos las hormonas nos vuelven locos.
Me voy a trabajar  a la biblioteca que sigue sin gente y en silencio, pero aparecen tres damiselas a las que conocí hace tiempo. Con Magali y Manon  compartí clases de literatura española e hispanoamericana el primer semestre. A Eva, ya lo dije, me la encontré en un despacho.
Están decididas a aprovechar el tiempo. Así que se vienen a mi mesa y a mis aposentos.
Las tres cursan el último año de la Licenciatura de Lengua y Literatura españolas, estuvieron el año pasado un semestre de Erasmus en Madrid e invirtieron bien el tiempo. Hablan perfectamente español, además se conocieron allí, porque en primero y segundo estaban repartidas entre las Facultades de Letras de Aix y Marsella, inscritas en diferentes tramos. Se conocieron allí, pero compartieron poco, no querían relacionarse con otros franceses, sino con españoles, para adelantar en sus conocimientos.
Les pregunto qué es lo que más les sorprendió de nuestro país y me responden que el trato tan directo en la Universidad entre estudiantes y profesores, el tuteo y la forma  que tienen de relacionarse los dos estamentos. Que la biblioteca, en época de exámenes, estuviera  abierta veinticuatro horas, siete días a la semana, fue una gozada para ellas. Que la gente fuera tan simpática y abierta. Que los porteros automáticos de las casas no tuvieran los apellidos de sus propietarios, sino un número y una letra. Que hubiera tantos porteros guardando los edificios. Que fueran tan increíbles el jamón ibérico, las tapas, la tortilla de patatas. El Museo del Jamón y el Museo del Prado.
Pero les chocó que se sirviera alcohol en las cafeterías de la universidad, los botellones. Que la universidad española sea tan cara; aquí a ese precio, quizás ellas no se hubieran permitido los estudios.  Que hubiera tanta gente viviendo en las calles, en el metro, tantos subsaharianos, tanta gente pidiendo. Las manifestaciones de los indignados por la noche.
No fueron a ninguna fiesta de Erasmus. Pasaron de la leyenda y de sus mitos.



Las tres viven en Marsella. Les encanta la mezcla de población que hay en su ciudad, dicen que eso le da riqueza y cultura, pero no les agradan  los abusos de los incontrolados, tampoco la suciedad que impera en ella. No les gusta Marine Le Pen y su  Frente Nacional.
La que tienen a su izquierda es Eva Galy, que nació en un pueblo cerca de Perpiñán. Su bisabuela, de noventa y siete años, es de Valencia, se llama María Tomás y con diecisiete años y nueve hermanos a quienes cuidar, emigró a Francia. En Port-Vendres, a cinco minutos de Collioure, encontró a Gabriel, pescador, se casó con él. Eva se marcha en febrero a Argentina, como asistente de lectura. Ha pedido Buenos Aires o Córdoba.
Magali Delgado, la del centro, nació en Marsella de padres caboverdianos. Habla con ellos en creole.
Cada tres años, la familia viaja a la isla de Santo Antao, donde todavía le queda una abuela. Magali espera poder inscribirse en el máster de Negociaciones Internacionales, área base  lusohispanófona, quiere trabajar fuera de Francia.
Manon Sánchez debe su apellido a un tatarabuelo que tenía un molino en Cabo de Gata y perdió su negocio a causa del juego, así que emigró a Argelia, donde nació y vivió su descendencia hasta que con la guerra de la independencia, como pieds-noirs, se trasladaron a Francia. Manon quiere preparar el máster para ser profesora de español en un país extranjero. También estudia catalán y lo habla muy bien, gracias a que su abuelo tiene un apartamento en L'Escala y ella pasa allí parte del verano. También tiene familia en Biujé, en la Costa Brava.
Ninguna de las tres quiere quedarse en Francia, dicen que no les atrae la mentalidad de sus compatriotas y que no les importaría para nada vivir en España. Que los franceses no aman lo suyo (!) y que los españoles sí (!). Que nosotros nos vamos de vacaciones a la costa y a los pueblos. Que aqui se marchan al extranjero.
Me cuentan que la universidad francesa está en plena reforma, que no se necesita ninguna prueba especial para acceder a las facultades de letras, pero que es muy duro entrar en escuelas superiores donde se imparten las docencias de Medicina, Matemáticas, Periodismo...
El máster para acceder a una plaza de profesorado en la enseñanza pública, dura dos años, sin embargo después del primero, ya puedes presentarte a concurso y si pasas, cursas el segundo año trabajando. Así también te cuentan las horas trabajadas para el concurso final. No hay problema para encontrar trabajo de profesor en Francia, me dicen. De hecho, este invierno, una campaña publicitaria anunciaba que Francia necesitará 43.000 nuevos profesores, los dos próximos años.
Ellas quieren marcharse lejos de su país, no para toda la vida, pero sí un largo tiempo. ¿Y los novios? Manon se irá con el suyo, que ahora trabaja en una empresas de helicópteros. Las chicas mandan y deciden.
Esta tarde están  especialmente contentas porque han sabido que Marine, una compañera que también estudió  en España el año pasado, será mamá de un bébé alicantino. Conoció allí a su novio durante el Erasmus.  Hemos hablado mucho. Son pura energía e ilusión.
 En el jardín me cruzo con una compañera de la clase de Lire le texte medieval, es Noemi, una negrita marsellesa, dulce y risueña. María, ¿cómo llevas la traducción de los textos medievales? Pues, andamos en ello... Céntrate en  el Guiron, va a caer seguro, es lo último que dimos. Olvídate de lo demás.
¿Apostamos todo al negro? Apostamos. El viernes nos han convocado en el Amphi 3, somos más de cien alumnos, a la una y media empiezan a repartir las hojas con las preguntas y los textos. Leo: Guiron le Courtois et la Dame de Malehaut. Estaba claro, el único amor cortés que no fue adúltero.

1 comentario:

  1. Ágil, directa, brillante, entretenida, pero sobre todo humana.Aunque a veces se meta en campos de abejas. Ella es así y si no, no seria ella. Bueno y por que 43.000. Yo creo que con un poco de gracia y ..... el Caballero de la Melena Plateada consentiría que solo faltaran 42.999. Todo es saber como se hace y seguro que te arreglaba hasta la famosa "besicleta". Piensalo...

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