jueves, 18 de abril de 2013

MELÓN CON JAMÓN

Ustedes estarían pensando ¿qué habrá sido de nuestra Erasmus a los 50, que hace semanas que no tenemos crónica de ella?,¿Se la habrá tragado algún laberinto minotáurico de la Facultad de Letras?, O habrá partido en el Bateau Ivre de Rimbaud? Algo mucho más prosaico me apartó de ustedes: se me rompió el ordenador. Así, entre que me dí cuenta e intenté solucionarlo y encontré cómo hacerlo pasó bastante tiempo.
Todo empezó porque no conseguía conectarme al wifi de la casa de Derek Moxon. Ni siquiera el informático de la biblioteca pudo ayudarme. Al final fue Gabriel, mi vecino, un chico encantador que es músico e hijo de españoles, quien me ayudó a solucionarlo.
Pueden imaginarse la de cosas que tengo para contarles.
En esto de viajar y ver pasar la vida, cada uno le echa su puntito de imaginación.
Un amigo me escribe y me envia un power point de su reciente viaje al Japón. Todas las fotos aparecen con un primer plano de su incipiente calva y como telón de fondo los diferentes escenarios que ha ido visitando. Eso sí que es un modo original de ver pasar la vida, tomando de primer referente la noticia de cómo lo está haciendo por la tuya.
El sr. Gálvez vino a visitarme con el mejor regalo que me podía hacer: trajo a Manuel.
Yo no le anuncié a Derek que llegaba mi marido con el niño, no fuera cosa que su flema inglesa se resquebrajara ante la llegada de un loco bajito que perturbara su metódica vida. Pero la verdad es que no hubo problema. Ambos, Manuel y Derek se comportaron, aunque como dice él, cinco y ochenta no hacen un buen melón.
Y hablando de melones, les contaré que una de las excursiones que realizamos fue a Aviñón, la ciudad de los Papas. Hacía más de diez años que estuvimos en ella y yo solo recordaba el puente Saint Bézenet, ya saben aquel de Sur le pont d'Avignon, on y dance, on y dance, tout en rond; y el palacio papal, maravilla del gótico. Pero no, su hermoso casco antiguo, muy bien conservado y parapetado tras las antiguas murallas.
Y viene al caso lo del melón, porque los papas que procedentes de Roma, habitaron en Aviñon se hicieron plantar los melones italianos de Cantalupo, que nosotros conocemos como melones de la Galia y aquí se llaman melones de Cavaillon.
 Hay una cosa que siempre me ha llamado la atención: el hecho de poner en un plato dos tajadas de melón con dos lonchas de jamón serrano. Siempre me pareció que no pegaba ni con cola aquello tan hispánico y que durante muchos años se sirvió a los turistas, tal cual, y nos quedamos tan panchos.
El origen de este plato es italiano, pero se hacía con esos melones amarillos, apenas dulces a los que se añadía jamón de Parma que también tiende a dulce y no salado, como el serrano. Y entonces, sí que tiene más sentido la cosa.
En fin, que merece la penar darse un paseo por Aviñón y balader `por sus callejuelas.
Aunque, les cuento cosas que sucedieron a finales de marzo, ya estamos en abril y aquí es primavera.
Pero mejor se lo relato otro día. Son horas de madrugada y mañana tengo mucho que hacer. Un saludo desde la Provenza florida.




1 comentario:

  1. Tantos años que llevo leyendo o escuchando lo del melón con jamón y jamás lo he probado. Ahora veo alo que lo justifica.

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