jueves, 25 de abril de 2013

LOS FRANCESES Y LA EDUCACIÓN

Anoche me comentaba Derek Moxon, mi casero, que parece que la ciudad de Aix se haya llenado de señoras inglesas. ¿Cómo es eso? Le pregunto. Porque ayer por la tarde Derek fue de compras y de regreso, cuando estaba a punto de rater el autobús, una señora que iba detrás suyo echó a correr y consiguió que el chófer esperara a Mr. Moxon. Después, otra que ya estaba en el interior del vehículo le ayudó con las bolsas de les courses.
¿Y por qué tenían que ser inglesas? Le espeto a continuación. Porque los franceses no son tan amables, me contesta este anciano en cuya casa habito desde mi llegada a la Universidad Aix-Marseille.
Ya habrán deducido ustedes, por todos los comentarios que les llevo haciendo que, a mi casero inglés, no le gustan los franceses, a pesar de que estuvo casado durante cuarenta y cuatro años con una francesa, Paulette, a la que conoció en la Universidad de Londres, y a pesar de llevar más de treinta años viviendo en Francia y de tener nietas francesas.
Para mí que cree que la Guerra de los Cien Años todavía no ha terminado y en cualquier momento una nueva versión de Juana de Arco aparecerá para acometer contra ellos, aquí en Francia, lejos de la Pérfida Albión.
Al contrario que mi casero, yo he llegado a la conclusión de que los franceses son muy educados. Tendrán otros defectos, pero uno de ellos no es precisamente la mala educación.
A mí me encanta verlos discutir, porque son incapaces de levantarse la voz. Y no a grito pelado como lo hacemos nosotros.
Este verano pasado, una noche de las que compartimos en casa de Carina y Ludo, ellos estaban hablando entre ellos desde hacía rato en voz baja. Hasta que caí en la cuenta: ¿Estaís discutiendo verdad? Si, no estamos de acuerdo. ¡Qué gusto daba oirles, así tan tranquilos y peleándose! Nosotros ya hubiéramos organizado la de San Quintín, a ver quién más grita, más razón tiene.
 
 
 
Vas a la boulangerie a por una baguette, aparte de que todo el mundo guarda la queue, cada vez que un nuevo cliente se acerca a la vendedora, ella sonrie y le dice Bonjour, madame, monsieur, qu'est-ce que vous désirez? Toda conversación se inicia con el Bonjour, aunque sean las cinco de la tarde. Y siempre te despiden con un Bonne journée o bonne soirée. Eso al principio, choca un poco, ver cómo la gente, al llegar a su parada, se despide del conductor, deseándole que pase un buen día o una buena noche, llegado el caso.
 Cuando voy a la piscina de mi pueblo, Sedaví, y termino, antes de partir, suelo decir a las personas que han compartido conmigo el vestuario Hasta otro rato, que tengáis un buen día, que paséis un feliz fin de semana. Entonces se giran y me observan, como diciendo, mírala ahora le ha dado por meterse a monja seglar y va repartiendo bendiciones.
Los franceses son educados, siguen utilizando el usted para todo. Carina habla de usted a sus empleadas, aunque algunas de ellas no pasen de los veinticinco años. Los profesores hablan de usted a los alumnos y viceversa. Y ya no les pongo los casos históricos y peculiares como el de Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir que es conocido no llegaron a tutearse ni  en la intimidad. En La Matandeta, descuelgas el teléfono y escuchas: Oye, ¿no tendrás una mesa para las tres? Sin saber quién es tu interlocutor y a mí me entran unas ganas enormes, que apenas puedo contener, de soltarle: Caballero, usted y yo, ¿en qué cama nos hemos encontrado?.
En el diálogo no utilizan el no me has comprendido, sino el no me he sabido hacer comprender. Ellos no lo sienten, ellos están désolés. Ellos no te acompañan a un sitio con ganas, ellos lo hacen avec plaisir.  Una lengua dice mucho acerca de la forma de pensar y entender de la sociedad que la utiliza y la tiene como origen.
Sin embargo este savoir vivre tan francés, dicen ellos se está perdiendo. Las relaciones sociales se degradan, según leo en un artículo publicado en Le monde. En un sondeo efectuado por el Instituto Ipsos a mil personas, ante la pregunta de cuál era la  mayor preocupación de los franceses en su vida personal, los encuestados, antes que el dinero, el transporte público y el ruido, un sesenta por cien contestó que su mayor desasosiego era producido por la falta de savoir vivre.
La educación se pierde en nuestros paises, pero parece ser que son los franceses quienes peor lo llevan.
Quizás, porque como ellos mismos dicen, los buenos modales han formado parte de su cultura desde siempre, por lo que los sociólogos añaden que los franceses no tienen otra aspiración que ver sus relaciones sociales rehumanizadas.
Y ahí los tienen, organizando campañas en los metros, publicando un libro blanco sobre le lien social, y otras cosas por el estilo. Claro que como en esta vida todo es relativo y todo depende del cristal y la vara con que se  mire y se mide, a mí me siguen pareciendo muy educados.
 
 

1 comentario:

  1. Para mi también son muy educados. Precioso artículo, me ha entrado la nostalgia!

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