viernes, 26 de abril de 2013

LAS OSTRAS DE LOS VIERNES

Uno de los placeres de vivir en esta parte de Francia son las ostras que, como  ya les he explicado en alguna otra ocasión, constituyen para mí todo un manjar, un regalo de los dioses gastronómicos. Tener una ostra en la boca es como tener en ella todo el sabor del mar.
Este semestre me las arreglé para no tener clase los viernes. Eso sí, a cambio los lunes me pego una panzada de ocho horas seguidas. Así alargo el fin de semana un día por si viene alguien a verme, o quiero hacer una excursión. Ni lo uno, ni lo otro han sucedido. Pero al trueque he conseguido lo siguiente: Los viernes se celebra mercado en Puyricard. Así que me acerco hasta alli, compro algunas verduras y me encuentro con André Navarro, el vendedor de ostras de Bouzigues. André Navarro se llama así porque su abuelo era español y él habla nuestro idioma a la perfección. Le encanta la literatura y mientras me abre la docena que me suelo comprar, me va relatando sus autores preferidos: Stendhal, Proust, Celine. Dice que en el colegio le enseñaron que España no es un país de filósofos, de ensayistas. Que en España la filosofía la importamos y la copiamos siempre.
 
 Quizás tenga razón. Jovellanos y Moratín, copiaron de  los franceses, Ortega y Gasset de los alemanes. El sr. Navarro dice que Proust fue un rico que volcó su aburrimiento en la literatura para darle algún sentido a su vida, pero que en España a los ricos no les da por crear, sino por destruir. Sea a través de las inmobiliarias o de los bancos. Sabia reflexión.
Entre tanto sofisma, yo he comenzado a distinguir la calidad y los días de vida que tienen las ostras.
Por ejemplo, las de hoy no son muy buenas, hace tiempo que empezaron a decrecer, Cuando la ostra lleva muchos días fuera del agua marina comienza a menguar y a encogerse. Pero no le digo nada, porque hay que vivir y dejar vivir. Y aunque el sr. Navarro me las cobre, no le pone precio a su sabiduria autodidacta y eso es muy de agradecer.



He llegado a casa feliz y contenta como niña con abrigo recién estrenado el día de la Purísima. Derek Moxon, sentado en su sillón, me mira escéptico. Cómo puedes comerte eso. Y yo le replico y usted cómo puede comerse un pedazo de carne de  cordero asado con una mermelada llamada chutney por muy especiada que esté.
Decía el escritor Josep Pla que en todas las cosas de la vida se puede hacer el loco, menos en la cocina. Claro que la locura gastronómica, cada uno la entiende a su modo.
Le he dicho a Derek si puedo acompañarlas con la botellita de champagne quer tiene en la nevera y me contesta asombrado ah ¿pero que no es tuya? No, yo no compro champagne. Prefiero el cava. No estaré a la page, pero prefiero el cava.
Hoy es viernes, estoy sola y no sé por dónde andan mis caballeros. Menos mal que  Bohumil Hrabal y yo hemos empezado a entendernos.

3 comentarios:

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  2. ¡Ostras, Pedrín!
    Pero esto:

    https://youtu.be/t936rzOt3Zc

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