lunes, 3 de enero de 2022

PROHIBIDO SUBIR COCODRILOS AL TRANVIA

 


                                                 La amargura que despedía aquella cultura muerta, aquel imperio,                                                          hundido se encontraba por todos lados. El esfuerzo por                                                                           occidentalizarse  me parecía, más que un deseo de modernización, una                                                   inquietud  por librarse de todas las cosas cargadas de recuerdos llenos                                                  de  amargura y tristeza que quedaban del imperio desaparecido: era                                                        como   tirar a la basura la ropa, los adornos, los objetos personales y las                                                fotografías  de una hermosa amante que se ha muerto de repente para                                                     librarnos de su destructor recuerdo.     

                                                                    Estambul. Ciudad y recuerdos                                         

                                                                             Orhan Pamuk


  Los  turcos  son originarios  del Turkistán. Por la  ruta  de la  seda, llegaron hasta  la península  de Anatolia. No son  árabes. De  tradición musulmana  en un noventa y  nueve por cien de la  población. Si te  encuentras  mujeres  con burka y tapadas  hasta las  cejas, no son turcas, sino de países  árabes  vecinos, de  allí hay mucho turismo. El imperio otomano, llegó hasta  las  puertas de Viena  en 1453. Para conmemorar la derrota  del  turco, los  vieneses  se inventaron el cruasán, la  media  luna de hojaldre. Dominaron el Magreb hasta la frontera  del  sultanato  marroquí. Allí donde se fuma narguile, la pipa  de  agua, allí pusieron su pie  los otomanos. Bueno, en  algunos  barrios  de  Ruzafa, no.






 


Es día de año nuevo. Los parques, las avenidas principales de Estambul están a reventar. Grupos de niños visitan Santa Sofía, pero también lo hacen mujeres musulmanas ataviadas con burka que practican sus abluciones antes de entrar en la mezquita.



 

Santa Sofía fue en  primer lugar, catedral  ortodoxa de Bizancio. Inaugurada en el 330, no está  consagrada a  la  santa, sino a la Santa Sabiduría de  Dios, tomando el significado griego la palabra.Durante mil años fue  la  mayor catedral del  mundo. Hasta que  se  construyó  Santa  María de Sevilla. Con la  llegada de los otomanos, fue reconvertida  en mezquita. Más tarde, desempeñó  el  papel  de  museo. En 2020 volvió a  ser sacralizada  como mezquita.




Impresiona este edificio. Su magneficencia. Siempre fue considerado el summum del arte bizantino. Y justo enfrente,  separada  por un  jardín, la  imponente  mezquita  azul del  sultán  Ahmed, de  la  que solo podremos contemplar  el interior de la  cúpula pues  se halla completamente  recubierta  de  andamios. A la  salida, un hombre que habla correctamente el  español, me  regala  el  Corán en  esta  lengua. Seguimos  hacia  Topkapi, el  palacio  imperial. Pepa y  yo nos  acordamos  de  la  divertida  película de Melina  Mercuri y Maximilian Schell, en la  que roban  el diamante que  ahora contemplamos.






Seguimos contemplando las  maravillas de esta  ciudad, capital  de un imperio. Y yo tengo  toda  la  mañana  en mi cabeza De parte de la princesa muerta, de Kenizé Mourad, que cuenta la caída de aquel mundo y las consecuencias que tuvo  en la  propia  escritora. El libro, escrito  por una  francesa, nita del último sultán, criada  en un orfelinato francés, se lo trajo a  España, el editor Mario Muchnik y fue un boom en  nuestro país. De esos  libros que no  te  podías  quitar de las manos. El año pasado se cumplieron treinta  años de su publicación en español. Y el viaje me pilló releyendo la  edición conmemorativa.

  Tanta historia, tantos datos  compartidos  entre nosotros. Tantas  anécdotas, nos  ha  abierto  el apetito. Nos dirigimos a  coger  el tranvía. Y nos  damos de bruces  con  este  cartel.



Prohibido subir al tranvía perros, gatos y ¡cocodrilos! ¿Pero alguien ha  traído alguno? Que me lo expliquen que  me  parto  de la  risa. El tranvía está a reventar. Vamos como sardinas en lata. Olvídate  tu de la  distancia  preventiva. Contradicciones  de una  sociedad moderna que no olvida  que  fue un imperio  que  dominó el mundo. Aunque no tenga  nada  que  ver con este cartel. Mejor nos tomamos  un té y una  baclawa.

Salve y ustedes lo pasen  bien.




1 comentario:

  1. Aunque no conozco la ciudad una descripción que me llama a visitarla.

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