miércoles, 27 de mayo de 2020

EL SONIDO DE LA POBREZA



Tres maletas. En tres maletas mojadas puede caber toda una vida.
La crisis del corona virus no afectará solo a los pobres. La Cruz Roja, la Casa de la Caridad, las ONGs, se están llenando de gente de clase media, como Vd. y como yo, que hasta el trece de marzo, navegábamos una vida  bastante bien. Ahora, el Covid-19, no entiende de clases sociales y mucho menos de  estratos económicos.
La historia de Iván Martín Rebollar (Madrid, 1963) me la envía mi amigo, el psiquiatra Antoni Adam, una historia  real  en la que él mismo ha participado y que fue publicada en el periódico El Mundo, el pasado viernes 22 de mayo.
Iván Martín Rebollar es autor de la  sinfonía Aquí la tierra, de TVE, así como de muchas cortinillas musicales dedicadas a distintos programas de televisión. Su obra alcanza a Las noticias del guiñol de Canal+, a la Expo de Sevilla, y sobre todo a la publicidad. Clases en la Universidad y anuncios que viajan en pentagramas.
Pero el corona virus, ha sumado la vida de Iván a la pobreza...
Una separación traumática, una vida en Portugal  para empezar lejos del dolor ... Hacía ocho meses que había regresado, después de  años viviendo en el país vecino. Trabajaba dando clases a  los niños en los asentamientos de la Cañada Real, trabajo proporcionado por la SGAE y se ayudaba también dando clases particulares.


Iván Martín posee un curriculum con trabajos en distintas empresas: producciones cinematográficas, teatrales y radiofónicas. Sin contar con su faceta docente.
Pero como en un guión, su vida ha dado un vuelco inesperado. Se ha quedado en la calle con tres maletas, que la lluvia mojó durante días. Ahora, el parque es su escenario. Cuando se cansa de estar allí, pasea. Su principal entretenimiento, acercarse a las puertas de lujosos hoteles, el Villamagna, el Miguel Angel. Porque allí hay pianos de cola. Lo que daría porque  le dejaran tocar uno durante horas. En estos  días, ha  llegado a compartir habitación hasta con doce  personas.
Pero lo peor no es eso, sino la sensación de fracaso. Preguntarse constantemente cómo es posible que esto me haya sucedido a  mí.
Cuando vuelve a su banco en el parque, Iván va componiendo mentalmente un réquiem, sin escuchar un solo instrumento. Lo ha titulado El sonido de la pobreza.
Como la historia de Iván Martín, por desgracia, nos llegarán muchas más. Lo peor no fue el corona virus, sino lo que trajo consigo: gente normal y corriente que habrá perdido su camino. ¿A qué suena  la pobreza? Le pregunta el periodista a Iván Martín. Me viene belleza en medio del horror.
Y esto, no ha hecho más que empezar.


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