martes, 7 de abril de 2020

SEMILLAS






                                                                                  Todas las familias felices se parecen.
                                                                                  Las desgraciadas lo son cada una a
                                                                                  su manera.

                                                                                              Anna Karenina
                                                                                                  León Tolstoi



Manuel ha descubierto a sus padres con este confinamiento. Y sus padres se han apercibido de ese crío que llegó con un día de  vida a La Matandeta, directo del hospital donde la noche antes Helena lo había  alumbrado y al que tuvimos que criar entre  toda la familia.
Unos padres  jovencísimos y asustados por la que se les venía encima. Unos abuelos en plena forma y con ganas de disfrutarlo. Una familia de cinco bajo el mismo techo. Un techo que además de hogar  es  el lugar de trabajo. Los problemas laborales suben a la intimidad y la intimidad es un escaparate que puede contemplar todo el mundo. Cuando empezó a hablar, Manuel me llamaba mamá, imitando a su madre. Después mamá-aia. Soy l'aia.
Manuel no sabe qué es un fin de semana sin sus padres trabajando. Hasta ahora. O hacer un viaje familiar con ellos. Hasta enero. Así y todo, ha tenido mucha más suerte que su madre, que vino con siete  años a La Matandeta y empezó a  reclamar una familia normal, como la que tenía antes de abrir el restaurante:  La que cuando va al hipermercado mete poco en el carro, los domingos no trabaja y pasea el perro. Manuel no puede reclamar una familia normal porque no ha conocido otra. Sus padres siempre están  muy ocupados los  fines de  semana. Y cuanto más fiesta, más trabajo.


Así que los abuelos, ya en segunda línea  en el frente de La Matandeta, suplimos las carencias de unos padres trabajando. Hizo viajes con nosotros a Francia, fines de semana de excursión, veranos en la Vall d'Ebo. Y tuvo un soporte emocional que supimos darle entre todos.
Cuando llegó la separación y el abuelo se marchó definitivamente y además lejos, hubo que reinventar el tiempo y el espacio. Un niño que se pasa el verano vestido de futbolista, cambiando  día a día de equipaje, ¿qué querrá hacer? No es muy difícil adivinarlo. Pues jugar al fútbol.
El deporte rey ha servido para que Manuel tenga una ilusión no solo los fines de semana, sino para que el  entrene le sirva de disciplina y socialización. A pesar de que sus padres no pueden ir a sus partidos, está conforme porque sabe lo que están haciendo. Hay toda una cadena solidaria de otros padres que lo llevan y lo traen a los encuentros.
La primera  Semana Santa tras la separación, los dos solos, dimos muchas vueltas por Oropesa. Hasta que invitamos a Carlos  Chungata a unirse a nosotros y hacer turismo por  la provincia de Castellón. La compañía que me hicieron, cómo me cuidaron todo el tiempo.




Una tarde de mayo, sábado, le dije, sabes que hay una ciudad junto al mar igual que Nueva York y me contestó con un ¡es mentira! ¿Te apuestas una cena en Calpe? Le espeté. Y para allá que nos fuimos los dos. No olvidaré nunca la  expresión de su cara al ver los rascacielos de Benidorm frente al azul marino. Claro, la cena de Calpe la pagué yo.



Las últimas vacaciones de Pascua, la única condición que puse a mi compañero de viaje para recorrer en coche cuatro mil kilómetros por Marruecos, fue que Manuel tenía que venir  con nosotros. Porque si no, iba a quedarse doce días  sin salir de  La Matandeta.
Fue todo un descubrimiento para  él. Y se portó como un campeón. Tenemos expresiones de aquel viaje que nos hacen reir: Jabdulila! Geoda auténtica! Papel higiénico auténtico! Geoda de 130.000 años! Vaqueros de 40 años, los primeros que salieron!




Y llegó el pasado verano. Y la invitación de Roberta Barbuscia de ir a Sicilia y compartir unas vacaciones con su familia. Y yo volví a poner la condición  de que iría pero con mio nipote. Aquella noche y el paseo por la Valle dei Tempii, lo que nos reímos las cuatro  con él. Tengo hambre, tengo sed, tengo sueño. Mientras Guido pensaba que pasábamos la tarde tranquilamente en la playa, nosotras atravesamos en coche  doscientos kilómetros hasta llegar  primero a la casa de Pirandello y  después a Agrigento. ¡Estáis locas! Sentenció el pater familias, para regocijo de Manuel. Dijo locas, por tanto no me incluyó a mí.
De aquel viaje, también conservamos una expresión: ¡Como no hay iglesias en Palermo!




Un fin de semana, volví de Vinaròs y, de repente, había desaparecido el niño. Hay un chaval en La Matandeta que responde al nombre de Manuel y ya es  tan alto como su madre.
  Manuel se ha encontrado con que el horror de una pandemia, le ha devuelto a él y a sus padres  un tiempo precioso, lejos de los problemas del trabajo, el stress de los fines de semana, las facturas de los proveedores o los números rojos del banco.
Mientras el pánico se apodera de muchas vidas, destroza familias y lleva a los países al límite, a Manuel le ha alcanzado lo bueno de lo malo. Tener a sus  padres plenamente consigo. Como una familia normal. Ayer por la tarde, plantaron semillas de hierbas aromáticas, de flores. Trabajaron en la jardinera que destrozó el Gloria, jugaron al fútbol, vieron la TV juntos. Todas esas cosas que la mayor parte de las familias comparten habitualmente y que en la vida de Manuel tienen otro cariz.
Es la  primera vez en su vida que estamos tanto tiempo con él, a pleno rendimiento, se maravilla Helena.
Sí, bienvenido sea lo bueno de lo malo.









4 comentarios:

  1. Que bonita reflexión. Una pena que se haya ido tu niño,a mi me gustan mucho los niños y pensaba que no soportaría a mis hijos adolescentes, pero te puedo asegurar(igual es amor de madre) que me río mucho con ellos y que cada día me aportan algo nuevo. Aprovecha cada minuto de tu nuevo nieto adolescente.

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  2. Así es, Rosalía, se marchó el niño y disfruto de esta nueva etapa que ha traído su adolescencia. Me gusta viajar con él, hablar con él, escuchar sus opiniones. Una bendición tenerlo a mi lado y vivir con él.

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  3. Qué es una familia normal ?
    Para Manuel su familia es lo más normal. Pero dime cuántos niños de su clase se van con su abuela a hacer un viaje a Marruecos de doce días, y después en verano a recorrer Italia.
    Poca gente tiene la suerte de tener seis mil metros para el confinamiento. En vez de ochenta y cinco o noventa de un piso.
    No, no sois normales propiamente dicho. Si entendemos la normalidad como aquello que más se repite.
    Pero eso nos pasa a todos. Todas las familias tienen su idiosincrasia , sus peculiaridades.
    La suerte es que vosotros os habéis encontrado en este tiempo de desconexión.
    Y ha venido muy bien para fortalecer vuestros lazos. Que orgullosa de se siente una cuando empieza a ver qué el niño que está criando crece y se convierte en un hombre, trabajador, respetuoso, honesto, sincero y libre.
    A eso también hay que enseñarles.
    Un abrazo virtual.

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  4. Leyendo este relato viaje como 15 años atrás y me di cuenta cuantos capítulos de tu vida me salte, hoy en esta cuarentena que no parece acabar en la isla de cuba en la habana empecé a mirar atrás y quise saber de tu vida que en un momento fue mi vida pero que por motivos que desconozco o no quiero acordarme se volvieron a separar, parece que fue ayer cuando entre por primera vez siendo un adolescente en una moto recién comprada, me atendió matanda el señor Manolo que desde el minuto uno hicimos empatía, realmente la empatía la hizo su perro willy conmigo y a continuación el !!!! Desde ese momento sin haber conocido a la jefa supe que ese iba a ser mi lugar para trabajar ese verano y si no recuerdo mal fueron 3 años hasta que un accidente cambió la historia de mi vida. Helena una niña por aquellos entonces pero siempre muy adulta.
    La verdad que encontrar estas líneas y tener el placer de escribir fue el mejor regalo que la noche habanera podía hacerme hoy, cuando todo esto pase voy a ir a la matandeta para volver a recordar y seguir viviendo.
    No dejes de escribir María Dolores naciste para y con ese don. Mi primera maestra de la cocina y más si cabe de la vida junto al tío Manolo que nunca lo olvidare por que el si fue mi maestro arrocero.
    Miguel Ángel

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