martes, 6 de diciembre de 2016

CALMA CAÓTICA




                                                                          Para el caballero que me llamó ex-bloguera




Tengo dos imágenes grabadas en el disco duro de mi memoria a largo plazo. La primera vez que, con diecinueve años, llegué en tren a  Santa Lucia de Venecia y cerca de las siete de la tarde, Marga Tortosa y yo salimos  de la estación para contemplar el Cannaregio. Fue como traspasar una puerta que nos desplazó directamente al siglo XVII.
La segunda ha sido este pasado mes de octubre con cincuenta y seis. Llegar a Central Station y  desembocar directamente en la Quinta Avenida de Nueva York.
Son dos imágenes en contrapunto. El problema no eran las ciudades, ni la gente, ni el barullo. Ni siquiera yo. Sino mi forma de percibir la realidad, que no ha cambiado para nada, a pesar de los años transcurridos. ¿Y  qué digo? ¿Cómo puedo separar mi percepción de la realidad de mí misma? 
En eso consiste el quid de la cuestión. Por mucho que corra Ulises, nunca atrapará a la tortuga. Ulises eres tú, crees conocerte, pero cuando ya lo has hecho, te has convertido en una tortuga que parece que no corra, pero que ya no está en el mismo sitio donde la conoció Ulises, que también eres tú.
Resumiendo, y después de intentar que estos meses en seco, no me hayan secado también la capacidad de escribir y de comunicarles lo que siento y pienso, lo que más me sorprendió de mí misma el pasado  dieciocho de octubre  al salir de la Central Station de Nueva York, esa que hemos visto en tantas películas, es que mi capacidad  de asombro no ha variado desde los diecinueve años y eso, cuando me invade la certeza de que en cualquier momento, como todo el mundo, puede que ya no esté aquí, me emociona y me consuela. Porque como dice un proverbio de la Toscana: Cuando llegue la muerte, quiero que me encuentre vivo.
Pues eso, que nos fuimos mi amiga viajera Pilar Ortí y yo a Brandford, que está en el estado de Connecticut y es un lugar donde durante tres semanas, justo cuando llegamos, se estaba produciendo el Indian Fall, que  es así  como llaman en América del Norte  al fenómeno de la caída de las hojas en los bosques, cuando llega el otoño.


Y estuve allí, gracias a la generosidad de Dominic Zampano y Joe Orts, que si ustedes siguen este irregular blog, sabrán que aparecieron por La Matandeta allá por el 12 de  abril del 2013 y yo escribí de ellos  en una entrada titulada Esto no es una  paella.
Volviendo a lo primero y por establecer un orden y una prioridad, la imagen de mi salida de Central Station a la  Quinta Avenida fue como un vuelco que te da el corazón. Te lo han contado  tantas veces, lo has visto en tantas películas, pero no por ello, deja de sorprenderte. No es que los rascacielos sean grandes y altos, no es que existan por todas partes, no es que haya taxis amarillos y  mucha gente y semáforos... Es que hay mucho más de  lo que te podías haber imaginado.
Te podrá gustar  o no ese  tipo de ciudad, pero  no dejará nunca de impactarte.
Joe Orts y Dominic Zampano llegaron a La Matandeta un día entre semana, con tiempo para charlar y sin prisas. Los trajo la misma serie de televisión que nos ha traído a gente de cualquier rincón del planeta.
Un año después y ya jubilado, Dominic Zampano empezó a escribirme. A enviarme fotos del homenaje que nos hicieron aquella noche vieja cocinando paella y poniéndose los delantales que les habíamos regalado. Por aquel entonces, yo vivía mi año Erasmus en Aix-en-Provence. Desde entonces no dejamos de cruzarnos correos electrónicos en los que nos contábamos nuestras diversas experiencias vitales. Y Dominic insistía e insistía: ¿Cuándo váis a venir? El plural afectaba a Rafa Gálvez. Pero mi querido esposo no sube en avión desde el 2007. Y como una todavía tiene muchas ganas de vivir y de no parar en torreta, apareció ese mismo año en mi vida y en un aula de  la Escuela Oficial de Idiomas, Pilar Ortí. Desde  entonces llevamos doce viajes codo con codo, avión con  avión.
Pero cruzar el  Atlántico es palabra mayor y hacía falta una buena excusa. Dar cursos de arroces y de cocina española. Hemos  hecho paellas, tortillas, ensaladilla rusa, cocas de  llanda, naranjas preparadas..



Y hemos conocido una sociedad, la norteamericana  en plena ebullición debido a las elecciones...
Brandbord es una ciudad en el estado de Connecticut de gente acomodada y tranquila. Con casas desperdigadas, de  madera, sin  verjas ni rejas. Rodeada de  bosques repletos de  robles y de ardillas a las que califican de  suicidas porque se te cruzan constantemente por las carreteras.
¿Cómo son los norteamericanos? No lo sé. Lo mismo que me ha ocurrido con los franceses o los italianos. De uno en uno y tal como yo los he conocido, amables, muy amables y simpáticos. Otra cosa será la identidad que todos nos creemos como grupo.
La Zona  Cero es impactante. Dos balsas cuadradas de mármol negro por las que se pierde el agua y no se ve el fondo del olvido. Con los nombres de los que murieron grabados en sus bordes. Después de estar allí, no te salen las palabras, ni la sonrisa, ni quieres pensar en nada que no sea la nimiedad de esta vida.
Sonríe, sonríe. Smile, smile, me  repetía  todo  el tiempo Dominic hasta que llegamos a Chelsea Market. Y yo que no puedo. Pero unas  ostras tomadas  en la  happy hour, pueden retornarte  al mundo de los vivos.



Pasear por Manhattan, al principio agobia, todo es inmenso, andas con la cabeza hacia arriba, desafiando tu estabilidad y tus cervicales. Cierra la boca, me espetó un amigo por el washap. Por mucho que te lo hayan contado o lo hayas visto en infinitas imágenes, la realidad te puede.
Dominic y Joe son pareja desde hace trece años. Tienen una vida tranquila y acomodada y les gusta viajar por todo el mundo. Sobre todo a sus raíces italianas y españolas. El abuelo de Joe, Roque Orts Mut, fue uno de los quince mil valencianos que emigró, desde su Gandía natal a principios de siglo.
La ciudad de los rascacielos estaba en plena construcción y solo con saber leer y escribir, era fácil la entrada en el Nuevo Mundo. En el interesante trabajo que ha realizado el periodista Juli Esteve sobre este fenómeno migratorio, uno de los entrevistados cuenta la anécdota de su tío, que no sabiéndo ni leer ni escribir, se colocó un periódico americano debajo del brazo y  pasó por delante de los agentes a paso decidido. Estos dieron por sentado que llevando el diario, el pasajero no tenía problemas, no ya con la lectura, sino siquiera con el inglés.

Conocer Connecticut durante el Indian Fall, sus gentes y sus costumbres, ha supuesto una experiencia increíble. Que Dominic y Joe nos dejaran entrar en su casa y en sus vidas, compartir comidas y charlas con sus amigos y familiares, una oportunidad más de llenar el equipaje vital que nos acompaña. Al fin y al cabo, aquí solo vamos a estar de paso y en las faltriqueras no nos llevaremos nada material. Gracias, por el paseo en barco para ver el Sky Line, por la comida en Tartine, en Greenwinch Village, por las cenas con Leny y Edy, con Carol y Gary, que trajo el pinor noir de Coppola, por la lasaña, el ossobucco, los auténticos perritos calientes. Gracias por vuestros brazos abiertos.
Como dice Pilar Ortí, si ellos fueran normales, nunca nos hubieran invitado y si nosotras lo fuéramos, nunca hubiéramos ido. Al final, todos los estrafalarios del mundo, nos acabamos conociendo. Y qué gusto da serlo.
También estuvo Claudia Chagüi y Brooklyn. Pero lo dejaremos para otro rato.







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8 comentarios:

  1. Ex-bloguera, no ho sé però mantera...

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  2. Uno cree que va a hacer un viaje, pero enseguida es el viaje el que lo hace a él. Encantada de poder volver a leer tus vivencias. 😘😘😘😘

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    1. Efectivamente, Nieves. Esa es la frase exacta, es el viaje el que nos hace a nosotros, eso estoy pensando en mi próxima entrada. Gracias.

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  3. Hola querida María me ha encantado mucho leer este artículo y realmente he sentido que yo conozco Nueva York aunque nunca fui alli. Un besito y hasta el próximo viaje y un sujeto con un toque marroquí : ). Kenza

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    1. Qué alegría, Kenza, saber de tí. Te he enviado varios washaps. ¿Ya no tienes el número francés? Te escribiré al correo electrónico. Gracias por tu comentario.

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  4. Hola M. Dolores, una lectura molt amena he interessant, tens una magnífica narrativa, fent que entres a fons en el temps i context del moment.
    Salutacions i enhorabona pel blog i per les teues experiències.
    Ah, i la foto de les carabasses molt bona!!

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  5. Hola M. Dolores, una lectura molt amena he interessant, tens una magnífica narrativa, fent que entres a fons en el temps i context del moment.
    Salutacions i enhorabona pel blog i per les teues experiències.
    Ah, i la foto de les carabasses molt bona!!

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