Grenoble es la capital de los Alpes Franceses. Una tranquila ciudad que recuerda al Paris del barón Haussmann, con edificios de seis plantas, coronados por tejados de zinc, desde los que asoman las ventanas de las antiguas chambres de bonnes. Es la ciudad donde nació Stendhal, el último escritor romántico cuyo síndrome ataca a mi amigo Justo Coll y a todos los que nos embebemos de arte en nuestros viajes.
El río Isère cruza la ciudad donde tuvo lugar el 7 de junio de 1788 la jornada conocida como el día de las Tejas y que los historiadores consideran el inicio de la Revolución Francesa.
Aquel día, el Parlamento del Delfinado fue disuelto y el pueblo formado por comerciantes y artesanos se subió a los tejados de esta bonita plaza para lanzar a los soldados del rey, las tejas que arrancaban.
Noa, Celia, Vera y Sofía están contentas porque les ha tocado habitación cuádruple. Cenamos hamburguesas con patatas en una de las terrazas y nos vamos a dormir. Estamos como cansados, pero sin el como. Mañana hay que madrugar.
Annecy es una ciudad bien bonita conocida como la Venecia francesa por sus canales. En la entrada de la avenida de Genève se encuentra el monumento a los españoles que lucharon por la libertad. Fue un grupo de republicanos que llegaron a la ciudad y ayudaron a formar el maquis en la alta montaña. Este era el paso natural de entrada de los alemanes desde Italia. Fueron muy queridos en la ciudad que, en agradecimiento, les rindió este homenaje.
Me lo cuenta por el watshap mi amiga Amparo Pérez creadora, junto a su marido, del mítico restaurante L'Armeler de Sagunto. Antes, los dos emigraron a esta ciudad donde nacieron sus hijos. En el parque que aparece a sus espaldas, Cristina, su hija, jugaba a la salida del colegio.
Recorro las calles del barrio en el que vivieron y compruebo, a través de las palabras que ellas me siguen enviando, que siguen con el corazón repartido.
Mis estudiantes no quieren fotos, así que disparo a hurtadillas. Dónde están los lavabos, me pregunta Sofía. No lo sé, acabo de llegar, como tú, le respondo, pero si te diriges a cualquier persona y le dices "excusez-moi, où sont les toilettes?" seguro que te ayuda. Sofía traga saliva.
Después de comer, cruzamos la frontera suiza.
Estuve en Ginebra, por primera vez, con dieciocho años. Gané un premio literario organizado por la Oficina de Turismo Suizo en España. El premio consistió en una semana en el país alpino. Cuántos recuerdos me vienen a la cabeza.
La primera vez que me hospedé en un hotel cinco estrellas, que cené en un bateau mouche, que probé la fondue saboyarde y el sorbete de frambuesas. La primera vez que vi bicicletas en la calle sin candado y periódicos que no se vendían, sino que se depositaban en receptáculos con una ranura donde dejabas las monedas. La primera vez que vi lavabos en los que salía el agua por célula fotoeléctrica.
Las chicas se quejan de que los lavabos públicos cuestan dinero. Y los de la estación del Norte de Valencia, también. Pero no un euro! Mujer, aquí un café vale diez.
Y esta noche dormimos en el Friburgo alemán. Podremos usar otra vez los móviles.
Salve y ustedes lo disfruten bien.
Oh Grenoble! Ciudad natal del último romántico Stendhal, con su síndrome que me ataca en casi todos mis viajes.
ResponderEliminarCiudad de los Chupa-chups colgantes hasta la Bastilla.
Maria Dolores hermosa viajera . Te felicito !!! 😍🤩
ResponderEliminarQué bien escrito, Grenoble, Annecy, Ginebra,...qué buenos recuerdos. Enhorabuena, Maríadolores.
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