miércoles, 19 de junio de 2024

LA SELVA NEGRA AFRANCESADA



Si los bosques son cuentos, el de hayedos es de hadas

                               Jon Goñi



No existe. Digo que la selva negra francesa no existe. La selva negra es alemana o no es. Los de la agencia STUPENDOS, debieron de pensar que así encajaba más el viaje para estudiantes de Francés. No hacía falta. Lo estamos pasando muy bien. Y nuestros estudiantes, salvo algún retraso, no dan problemas.

La selva negra le debe su nombre a los romanos, cuyas fronteras llegaban hasta aquí. Pero a decir verdad, ni es selva, ni los árboles son abetos.




 En alemán, selva negra es Schwarzwald. El nombre evoca la oscuridad, lo desconocido, lo que es común a los cuentos de duendes y de hadas. Lo francés son los Vosgos de la Alsacia y el Jura suizo, con el Rin de frontera en ambos casos. La selva negra, en su parte sur, es la tierra de las fachadas con entramado de madera, el reloj de cuco, el sombrero de cinco borlas y la cerveza artesanal. 
La mitad de esta región la ocupan los parques naturales, declarados reserva de la Biosfera por la UNESCO. No es la primera vez que estoy aquí, pero me están entrando ganas de recorrerla a pie.





Triberg es el idílico pueblo de los relojes de cuco, pero también da nombre a la cascada que el río Gutarch forma al despeñarse sobre lajas de granito y da lugar al salto de mayor altitud de Alemania, 150 metros. 




El lago Titisee es la joya lacustre de la selva negra, en donde en Verano te puedes bañar y dar paseos en lancha y durante el invierno patinar porque se congela.




Son las seis de la tarde cuando llegamos a Friburgo de Brisgovia, una de las ciudades pioneras en conciencia medioambiental de Europa y desde la que se inician rutas de senderismo para recorrer la selva negra. Me lo estoy pensando.


Friburgo tuvo que ser reconstruida después de la Segunda Guerra Mundial. Solo la catedral se mantuvo en pie. Es una ciudad de casi 230.000 habitantes donde los miles de universitarios le dan vida. Pasear por el barrio Vauvan, recorrer sus calles empedradas y peatonales... Pura delicia.














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3 comentarios:

  1. Me a parecido muy curioso, no sabía que los relojes de cuco venían de la selva negra, parece un sitio muy mágico

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  2. La vida reflexionada (esto es, escrita) es vida auténtica. Enhorabuena.

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  3. Me has hecho recordar una escapada a Estrasburgo, una visita el pueblito en cuestión y mi prima toda feliz con el reloj de cuco que se trajo!

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