viernes, 5 de agosto de 2022

UNA PAELLA EN LA HABANA

   Carmen Minguet, mi amiga del alma, llegó al aeropuerto José Martí de La Habana el miércoles por la tarde. Parecía una mula, cargada con dos maletas de treinta y cinco kilos, más la de cabina, más una mochila que también pesaba lo suyo. Tardó una hora desde el aterrizaje en cruzar la puerta de salida. Le preguntaron en el control de aduana que a dónde iba ella sola con tanto equipaje. Y eso que no la  avisamos de que no se pueden entrar semillas. Ella traía garrofón seco para la paella que hemos preparado hoy en el restaurante Esquina de Fraile, ubicado en la zona de El Vedado y que Ernesto Blanco piensa inaugurar en septiembre. Nos faltaba el otro amigo del alma, Joan Roig. Que se recupere pronto en Alcossebre porque tiene que enseñar a cocinar buenos arroces a los cubanos.

La abuela de Ernesto nació en Asturias. A su marido lo fusilaron en la guerra civil y con dos niñas muy pequeñas se fue a Madrid a trabajar de criada. Los señores en cuya casa sirvió la instaron a que probara fortuna en Cuba y para acá se vino. Empezó a trabajar en una fábrica. Como estaba sola, a sus dos hijitas las tenía que dejar encerradas durante el día en la habitación en la que estaban realquiladas. Una mujer inteligente y luchadora que llegó a ser gerente del Centro Asturiano de La Habana.

Ernesto estudió Periodismo, aunque nunca lo ejerció. Trabajó de taxista, de guía turístico. Es un claro ejemplo de la pirámide social invertida que presenta La Habana. Y ahí conoció a Joan Roig. Su amistad viene de antiguo. Ahora es Adrián, el hijo de Ernesto quien estudia cuarto curso de Comunicación y ejerce en una televisión venezolana.

Ernesto Blanco es también un ejemplo de emprendedor cubano. A los veinticinco años, junto con un socio cubano, montó una de las primeras paladares, en Miramar.

Ahora, espera con impaciencia, poder abrir el restaurante Esquina de Fraile, un nombre que me encanta. En Cuba y en México se refieren con esta expresión a la mejor esquina que tiene un cruce, por su orientación. Y vaya que es la mejor: a dos pasos del Malecón y a uno del recién abierto hotel Astóm con seiscientas habitaciones. Brindemos por su futuro y por el regreso de Joan Roig a La Habana.

Exceptuando el pollo, que lo consiguió Ernesto, el resto de ingredientes procedían de La Matandeta. Y la paella, que  estaba exquisita y de la que no quedó ni un grano, la cocinó íntegramente Manuel. Carmen y yo alucinábamos con su desparpajo y explicaciones. Rubén y Helena ya podéis estar orgullosos de él.

Salve y ustedes lo pasen bien.

                                    




4 comentarios:

  1. Me considero muy afortunado por ser Valenciano y conocer a traves de Maria Dolores los avances internacionales que consigue con nuestro gran y ya famosisimo plato de nuestra Tierra. Valencia, aportando los ingredientes valencianos y en un pais hermano, en Cuba. Gracias Maria Dolores, con personas como tu nos conocen en el mundo estero. Un fuerte abrazo

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  2. Enhorabuena a Manuel por su paella! Claro, buenos maestros tiene!!!
    Y brindo por el futuro del restaurante Esquina de Fraile y por el regreso de Joan Roig a La Habana. Fuerza, suerte y mucho ánimo ❤️

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  3. Que bé M Dolores!!!!... El teu net Manuel estarà aprenent un montó de tú i de tots els viatges que feu junts. Cultura a tope!!!!.. Enhorabona per eixa paella a Cuba, mestres en té i per supost estaría bonísima. Molta força al nou restaurant i que vaga molt bé. Besaetes desse Rafelbunyol. Angel i Vicen.

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  4. Hola Mª Dolors felicitats per ls paella

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