sábado, 20 de agosto de 2022

DESPEDIDAS

  Decía el escritor Paul Bowles que la diferencia entre el turista y el  viajero estriba en que el primero conoce la fecha de su  retorno, mientras que  el segundo, no. Todos quisiéramos ser viajeros, pero no pasamos de ser unos aprendices del arte de viajar. Tarde o temprano, nos espera el regreso, la zona de confort en que  se convierte nuestro lar, nuestro nido. Las paredes donde se  ubica nuestro mundo conocido e íntimo. Pero antes de emprender  el  regreso, procedamos a celebrar la ceremonia del adiós con aquellos  que han compartido con nosotros este paréntesis cubano y nos han dado una  parte  de su vida, a quienes dejamos una parte  de la nuestra.


Ronaldo va todos los días al Malecón. Por las mañanas pesca y por las tardes-noches trabaja de guardia de seguridad en una discoteca de la Avenida 23. Le gusta su ciudad y le gusta pescar. Dice que es una afición a la que está enganchado, aunque algunos días los jureles, agujas y bonitos se le resistan.


Óscar Aguilar, Licenciado en Relaciones  Internacionales y Derecho, un joven de treinta años, muy culto, que me descubrió al autor Daniel Chavarría y que disfrutó con nosotros de su país. Lo esperamos, a finales de septiembre, en Valencia  y poder corresponder con la misma hospitalidad que él nos ha dado.


A Ernesto Blanco le deseamos un gran éxito en septiembre cuando empiece su andadura Esquina de Fraile el restaurante que pudimos ver y en el que Manuel preparó una exquisita paella valenciana para diez personas.


Katia y Eli, del restaurante Paula, enfrente de la Iglesia del mismo nombre. Todos los días, después de mi trote mañanero por el Malecón, me servían un delicioso cortado. Además se pueden comer platos criollos y hay  música en vivo. Se lo recomiendo.


Laidi Fernández, escritora y periodista, me dedicó su libro Nuestra Habana de cada día. Su marido nos preparó la mejor limonada que hemos tomado durante nuestra estancia.


Huberto Bernárdez, mi librero favorito en La Habana. Lo he llevado loco buscándome libros. Escribe un magazine muy interesante que envía diariamente a sus amistades, entre las que me ha incluido. Si van a La Habana, búsquenlo enfrente del Malecón, cerca del  edificio de La Marina en  el patio de la Oficina del Historiador.


Gracias a Irela Rojas, nos vimos por primera vez en el Museo Nacional de Arqueología donde ella trabaja como guía, nos miramos a los ojos y compartimos emociones y sentimientos. Gracias por llevarnos a su casa, por las palabras, las atenciones y los aguacates y mangos para España.



Y cómo no, darle una vez más las gracias a Miguel Ángel Jiménez, a quien creía fuera  de mi vida. No era cierto. Gracias por ese abrazo y por susurrarme al oído María Dolores tú  eres de mi familia.

A Marisol, a Claudia y a Margarita. Me faltan las fotos, pero no el cariño para vosotras. Y a todos ustedes que me han seguido estos días y en este viaje. Gracias  por sus  mensajes y su  cariño.

Volveré a La  Habana, a recuperar la  parte de mí que se queda allí. Y espero hacerlo con Joan Roig, el amigo del  alma que me descubrió hace trece años la fascinación que siente y que transmite por esta ciudad. Nos sentaremos en la terraza del Hotel Habana Libre, nos pediremos unos mojitos y veremos  pasar la vida.

Hasta pronto. Y ya saben, sigan pasándolo bien y disfruten.






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