viernes, 13 de diciembre de 2019

NOSTALGIA








                                                                                   La nostalgia ya no es lo que era

                                                                                              Simone Signoret




Cuando llegué el domingo por la noche a Vinaròs empezaba a llover. Y yo sin paraguas. Debo de tener el récord mundial de paraguas perdidos sin estrenar. A paso precipitado llego hasta mi apartamento en la calle Castelló, frente a la RH Aura, cuyas luces de neón azuladas me responden cada buenas noches. El lunes no llueve, pero el Mestral ha llegado al Deltebre y aledaños. Es un viento muy frío, peleón, que en Francia soplaba con rabia en la zona de Aviñon y volvía a la gente desorbitada, o al menos eso decían ellos. Aquí, muchos padecen de migrañas.
Pensaba ir a buscar a Miguelito a la playa de El Clot, pero no creo que permanezca sentado en el murete con este viento. Así que solo me atrevo a bajar al Mercadona y de regreso, cargada con las bolsas que me sirven de lastre, una señora que pasea un minúsculo perrito, me dice que han cerrado el paseo marítimo y que mejor no me acerque.
El Mestral para en seco, siempre lo hace. Solo deja rastro de su presencia por los montículos de hojas. A veces, aparece sobre las dos de la madrugada, te despierta y te cuesta volver a conciliar el sueño, y sobre las cinco vuelve a desaparecer. Cerca de Amposta, está el Perelló, como en Valencia. Perelló en árabe significa lugar de vientos.


 Recuperé mi vieja carpeta con entrevistas y artículos publicados en Diario16 Comunitat Valenciana y entre ellos encontré la que le hice  a Alberto Martínez, amigo del alma de Miguelito. Se la enseño este jueves, junto a El Clot. Miguelito se emociona. Mira, qué jóvenes éramos en el 97. Y tanto. Miguelito empieza a enumerarme las ferias, las capeas, los espectáculos taurimos en los que participó y la nostalgia que siente de todo ese mundo que perdió. 
Yo recuerdo los artículos que he reencontrado, mi forma de escribir durante aquella época en la que tenía treinta y tantos años. Las entrevistas. Hay personajes a los que siquiera pongo cara. Y la poca o ninguna  nostalgia que siento de todo ello. 
El pasado se lo llevó el viento. El Mestral, o Mistral. O cualquier otro, terrible y violento. Frío y devastador. Dejando solo el presente. Que hay que comerse a bocados y sin atragantarse.
Ya lo dijo Simone Signoret en su libro de memorias La nostalgia ya no es lo que era.
Ahí dejo a Miguelito con la suya, mientras canturrea. Era muy poco en la vida, tan poco, tan poco era... Yo me voy al Mozart, a corregir los exámenes de 2º de la ESO, delante de una manzanilla bien calentita.
Salve y ustedes lo pasen bien.

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