domingo, 16 de abril de 2023

DE VUELTA A LA CAVERNA

 

                                                               Para el caballero que me llevó de la mano por el fondo del mar.

                                                               Para los caballeros que me hablan desde la caverna.


En el IES de Albal la cuestión de los móviles está muy controlada Los alumnos no los sacan en las aulas por regla general. La primera semana de comenzar a impartir mis clases, pillé un par. Soy especialista en ello. Detrás de una mochila encima de la mesa, siempre hay un teléfono móvil. En otros institutos, dar clases se ha convertido en un auténtico desafío. Es como si no les interesase nada que no transcurra fuera de la pantalla. Es decir, la vida para ellos no es más que el reflejo de lo que ven en las pantallas de sus teléfonos portátiles. Han traspuesto la realidad por su representación.


Pero los adolescentes no son los únicos que han vuelto a vivir en la caverna,  en la alegoría de Platón. En ella, unos hombres, encadenados a una pared desde su nacimiento, no ven más que el reflejo en el muro que tienen enfrente de las sombras que proyecta la luz de una hoguera. Para ellos, no existe más realidad que esa. Muchas de nuestras relaciones se han convertido en mero reflejo. No hablamos ya con las personas, no nos molestamos en conocerlas. Preferimos el reflejo que nos muestra el watshap, esos mensajes con los que nos comunicamos con esas personas a las que hace tiempo no tenemos delante, no oímos su voz, ni la luz, ni el olor que emiten.


Está claro que hemos roto con las distancias físicas de aquellos que viven a miles de kilómetros de nosotros. Sin la aplicación del watshap yo no sabría nada de mi amiga rusa Inna Moïseva, o de Rose Prenderville que vive en Dublin. O de Gaia di Filippo, mi querida hija putativa napolitana. O de Roberta Barbuscia, que igual está en Roma que en Sicilia. Pero, qué ocurre con los que tenemos a un tiro de piedra, de llamada, de cita. ¿Es mejor que nuestra amistad siga siendo un reflejo en la pared de la caverna? ¿Mejor no avanzar, no implicarse, no correr el riesgo de apostar y equivocarnos?


Sin embargo, si seguimos en la caverna si nos inclinamos por evitar el conflicto que hace madurar y crecer porque quiere avances y soluciones, no seremos más que seres encadenados a nuestros propios miedos, al riesgo de equivocarnos porque no hay riesgo.

El jueves me desperté con la noticia de que la granadina Beatriz Flamini había pasado quinientos días en una cueva de Motril. En una de sus primeras declaraciones afirmó que no quería salir. 

Si somos animales sociables, qué peligroso es que nos guste tanto el regreso a la caverna.

Salve y ustedes lo pasen bien.




4 comentarios:

  1. Muy interesante su analogía con el mito platónico. Denota un conocimiento profundo de la filosofía griega y, también, de la realidad de nuestra juventud actual. Un buen artículo.

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  2. Muy interesante tu visión, querida amiga. Platón y las aulas combinan muy bien.

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  3. Quanta raó tenen les teues reflexions.
    Una abraçada

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