domingo, 4 de agosto de 2019

QUINCE DÍAS EN SICILIA. EL ANSIA DE VAGAR




                                                                                  Todo fluye y solo lo fugitivo permanece y dura
                                                                                       
                                                                                                             Luis Racionero



Manuel se ha levantado nervioso esta mañana. Lleva así varios días. A sus once años y medio, hoy subirá por primera vez a un avión. ¿Y si se para en mitad del cielo? No se parará. ¿Y si se cae? No se caerá. ¿Y cómo sabe el piloto dónde está Sicilia si el vuelo es de noche? El piloto ya ha ido muchas veces a Palermo y no se pierde. ¿Cuántas veces puedo ir al lavabo sin tener que pagar? Todas las que quieras. ¿A quién conoces en Sicilia? A Roberta Barbuscia. ¿Y dónde os visteis por primera vez? En La Matandeta. Y las preguntas siguen y siguen esta mañana, como lo hicieron en días anteriores.
Pero son muchos días, quince. Mejor, así vagaremos más por la isla. La pelota de la bota. No parece una pelota, es como un cagallón. ¡Hombre! Si, mira qué forma tiene. Y Manuel le da vueltas y vueltas al globo terráqueo que le regaló el abuelo Luis por Reyes. Agrigento, Siracusa, Trapani... Ahí estuve hace muchos años en un viaje de trabajo. ¿Y de qué te acuerdas? De que era muy joven y siempre me estaba riendo. Me dijiste que íbamos a Holanda, después a Bulgaria, ahora a Sicilia, ¡jope! Bueno, en todas partes tenemos amigos, pero Sicilia... La ocasión la pintaron calva y la intuición fue clara. ¿Eso qué significa? No entiendo lo que dices. Que tienes un aia muy intuitiva, que cuando no hace caso a las señales que aparecen en su vida, le va mal.



Manuel sigue con sus inquietudes ante el viaje que, aunque ya hace días que comenzó, emprendemos esta noche. No lo tiene claro. Le ocurre como a su madre: Primero no quiere ir a nuevos lugares, después no quiere regresar de ellos. El viaje a Marruecos en abril fue para él iniciático. Lo que más le asombró, los niños. Hay quien hereda de su familia un cortijo, un piso o unas deudas. Yo espero estar transmitiéndole a Manuel mis ganas de conocimiento y mis ansias de vagar, de moverme por el mundo, de conocer otras gentes, otro paisaje del habitual, de dejarme llevar.
Como dice Luis Racionero los aviones despegan y regresan, pero las ideas emociones y sensaciones se mantienen. Se abandona el territorio pero no lo vivido y aprendido. El viaje más importante es el viaje de la  conciencia en la que esta cambia y se transforma. La mente se activa y los sentidos despiertan para establecer una triple competencia entre lo racional, lo irracional y lo sensorial. Un viaje es un aprendizaje, un autoconocimiento y una adquisición del sentido de libertad.
Hay muchas maneras de viajar. Con mucho y también con muy poco. La mitad de estos días, yo ejerceré de mantera profesional, en ironía de mi amigo Remigio Oltra. Y espero que Manuel disfrute tanto como lo hago yo.
¿Y por qué Sicilia también se llama Trinacria?  Es el nombre que le pusieron los griegos. Ya lo iremos descubriendo.

3 comentarios:

  1. Menuda crónica de viaje.cada vez más espléndida e interesante .Gracias por compartirla.

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  2. Lo que te decía. Las de Marruecos me encantaron y estas...prometen!!! Y qué suerte tiene Manuel!!!

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  3. Sicilia, Holanda, Bulgaria..no importa seguro que le sacarás todo el juego. Un beso para los viajeros 😘

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