viernes, 16 de noviembre de 2012

DE LOS PASEOS

A Derek Moxon, mi casero, no le gustan las ostras, pero no rechaza una copa de cava Dominio de la Vega de la botella que acabamos de abrir para acompañar la docena que nos trajimos de Bouzigues. Dice Rafa que no se siente cómodo en la casa, que no entiende lo que dice el inefable inglés. Le contesto que no se queje, al fin y al cabo me tiene a mí de guía y lazarillo. Mucho peor lo pasé yo las tres primeras semanas. No sabía si le molestaba, si estaba contento, si quería que me quedara o que recogiera mis cosas. Una tarde... En la vida todo consiste en saberse amoldar a las circunstancias. Nos lo advirtió nuestra amiga Carina Moya: sois extranjeros en Francia y estáis en casa de un inglés, con lo cual, sois doblemente extranjeros.
Los jueves solo tengo una hora de clase y además es de traducción del francés al español.
Así que je prends le jour de congé y nos vamos a Cassis, a hacer una randonnée par les Calanques
Es un día magnífico, luce un sol de otoño que todavía broncea y no somos los únicos que hemos tenido la feliz idea.
La primera calanque  es la de Port Miou, que en provenzal significa Puerto Bonito, tiene una extensión de kilómetro y medio y es la única accesible en coche, por lo que muchas randonnées parten de aquí. Esta calanque puede llegar a albergar seiscientos barcos.
Todavía podemos apreciar en frente de nosotros las huellas de la vieja cantera, que hasta el año 82 siguió funcionando.
Aunque parezca increible, los franceses todavía no han declarado Parque Nacional esta hermosa zona, donde el mar y la montaña juegan al escondite. 
Leo en la prensa de esta misma semana que una fábrica de Garanne sigue virtiendo resíduos a trescientos metros de esta calanque.
La siguiente calanque es Port Pin, dos horas de caminata nos separan una de la otra.
Hay que sudar por les cailloux. Nos cruzamos a muchas familias con niños. Para los escolares las vacaciones de la Toussaint son dos semanas, así que hasta los abuelos han aprovechado el magnífico día. Montaña hacia arriba, ascendiendo me acuerdo de mi suegra cuando me decía: "Hija mía, ahora no se os nota la diferencia de edad, pero espera que pasen los años". Así ha sido. Montaña hacia arriba a mí cada vez me pesa más el culo y Rafa está hecho un mulo. Y pensar que hace tres años caminaba diez minutos y se tenía que sentar porque se ahogaba. Lo que pueden hacer la voluntad y las ganas de vivir.

A las tres bajamos hacia Cassis para recoger el coche y nos vamos al Cap Canaille, antes de que caiga la tarde. Sus vistas bien merecen unas vueltas por la route de crêtes. Hay una pareja escalando y Rafa se queda observándolos. Son de la vieja escuela, escalan con elegancia.
El día se acaba y hay que volver a Aix.
El viernes yo tengo clases y Rafa aprovecha para acercarse a Lourmarin a visitar a Carina que lo espera en su tienda.
Pero el sábado nos vamos de excursión otra vez. Vamos a piqueniquer con mis amigas irlandesas. Llevamos jamón de los pedroches, fuet catalán, chorizo de cantimpalo, mallorquina y vinos de Antonio Herráez, ¡menudo festival en las faldas del Luberón!. Pero no deja de llover ni un solo  minuto del día, así que las chicas, que es la primera vez que visitan la zona se tienen que conformar con una vuelta panorámica. No podemos bajar del coche ni siquiera para hacer una foto del castillo del Marqués de Sade en Lacoste.
Realmente ha sido un día pasado por agua.
Habrá que volver a estos pueblos de la Provenza, a la menor excusa, para ir tomando matices. El otoño ha difuminado las hojas de los árboles llenando el paisaje de ocres, marrones, pero no podemos hacer fotos. Comemos en Rousillon y volvemos a Aix, antes de que anochezca.
En Puyricard Derek Moxon nos cuenta que él también se ha mojado lo suyo al llevar a Lila, la jóven china que vive también en su casa, a la gare de routiers.
Le proponemos una comida de despedida para el día siguiente, un arroz meloso con pollo y verduras. Pero nos contesta que no le gusta la cocina española. Sin embargo, tiene en el congelador un sauté de sanglier que le trajeron por equivocación y que él no sabe preparar.
Pero ¡Madre del Amor Hermoso! Este hombre no se ha enterado todavía de que se encuentra entre profesionales de la cuisine.
Así que nos disponemos a preparar un ragut con el jabalí, para el día siguiente y nos acordamos de lo que decía el malogrado Leoncio del Aperitivo Bar de Godella: "Yo al jabalí le pongo de todo, hasta manzanas y la gente me dice ¡qué buenas estaban las patatas, Leoncio!".

Doramos los trozos de jabalí en un aceite de oliva  variedad arbequina, le añadimos cebolla cortada a dados, un poco de pimentón de la Vera,  y una botella de Bordeaux peleón que tiene abierta Derek. Cuando reduzca añadiremos agua, nabos, zanahorias apio y dos manzanas Granny Smith en honor a Leoncio. Al día siguiente prepararemos un arroz pilaf hecho con bomba que también trajimos.
Esta vez Derek no dice C'est pas mal, como de costumbre, sino C'est très bon!
Nos bebemos un rouge del Luberon y la conversación se anima. Derek está a gusto y nos cuenta anécdotas de sus anteriores inquilinas.
Al final de la tarde el Sr. Gálvez y Mr. Moxon habrán descubierto que tienen algo en común: A ambos les gusta Francia, pero no los franceses.
El lunes mi marido vuelve a Valencia y yo a meter la cabeza entre los libros.
C'est la vie, mes cheris, c'est la vie.

3 comentarios:

  1. Creo que coincido con el Sr. Gálvez y Mr. Moxon, también me gusta Francia (los franceses solo algunos). Magníficos lugares los que nos describes, envidio el viaje (aunque algún día caerá). Nosotros mientras sufriremos, aunque no en silencio, los malos tragos nacionales e intentaremos que las penas sean menos pasando por tu casa en unos días (un arrocito meloso entra genial en estos días de humedades).

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  2. Hay una vieja canción de "Los Llopis", conjunto de la década de los 50/60, que cantaban,....... la bonita canción titulada : LA PUERTA VERDE.
    Bueno esto es casi igual pero con puerta azul y en venta. La verdad es que el pueblo de Lourmarin, es un encanto, del que Maria Dolores esta encantada. Bueno entre los Galos, como todas las cosas, si buscas alguno bueno encuentras, la verdad es que la experiencia del Tabac Bar de carretera del sablazo y posterior contestación de (traduzco):es la Francia. No me han dejado buen sabor del cortadito. Pero nadie puede negar la belleza de la Provenza y sobre todo cuando va acompañada de alguna Herasmus cincuentona de muy buen ver y mejor ............. Besos

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