miércoles, 20 de noviembre de 2019

EL CIRCO

Me quedé el fin de semana en Vinaròs. Tengo ciento seis estudiantes y muchos exámenes y trabajos que corregir. Por la tarde, cansada de darle al rojo, salgo a pasear con el propósito de acercarme al circo que han instalado en la plaza de toros. Pero antes busco a Miguelito que anda repartiendo sardinas a los gatos que transitan cerca de la casamata que hay en lo alto del  mirador de  El Clot. Las sardinillas se las trajo su hermano ayer, el hermano que trabaja en el mar, me especifica. 
Lo invito a acompañarme a la sesión de circo y me la  rechaza con un punto de tristeza. No puedo, me dice, me pondría nostálgico y te daría la sesión. Mejor que no vaya. Cae la tarde y se encienden las luces del espigón, la luz verde del faro.


Así que a falta de  otra compañia, me voy con la niña que sigue habitando en mi interior. Para mí, el circo es la infancia y el día de Navidad. Todo un ritual. Por la mañana, feria, puchero a mediodía  en casa de la iaia, por la tarde, sesión de circo. Para mí, el circo es Burt Lancaster arriba del trapecio en El mayor espectáculo del mundo. Para  mí, el circo es Pinito del Oro, la  canaria que inmortalizó el trapecio español. Para mí, el circo es felicidad.



El Circo Raluy Legacy, no es solamente un circo,  sino también un museo de carromatos antiguos que fundara el padre de Lluís Raluy Tomás, éste último, nacido en 1942 en Sant Adrià del Besós, aparte de payaso de cara blanca, es matemático y escritor.


A los diecinueve años, emprendió una gira de dos años y medio, junto a su familia, que los trasladó a países como Uganda, Kenya, Tanganika, Madagascar, Macao, Singapur... Lugares con nombres fantásticos. La afición por las matemáticas ha llevado a Lluís Raluy, payaso de cara blanca, a escribir tres libros sobre esta materia: Visión matemática del espacio y el tiempo, Ámbito de los números primos, su estructura y distribución, conjetura de Goldbach. Pero también ha publicado El secret dels miratges y El circ dels saltimbanquis. 
¿Un matemático que hace payasadas? ¿O un payaso que hace cálculos matemáticos?


Me compro una entrada de platea, que por algo he sacado a la niña que siempre va conmigo, me siento en primera fila. Y aplaudo a rabiar cada número. A mi lado, Mireia, con su hija Alice y su marido. Empieza el espectáculo que durará dos horas. Se me hacen cortas. El circo está casi lleno.





A las nueve y media de la noche, salen todos los artistas a saludar y despedirse. He disfrutado de lo lindo. Si la infancia es la única patria que tenemos, el circo, para mí, es su territorio natural.
Si se cruzan alguna vez con este circo-museo, no lo duden. Saquen al niño que todos llevamos dentro y cómprenle una entrada, a poder ser de platea. No lo lamentarán.






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