miércoles, 5 de noviembre de 2014

SORPRESAS


Querida María:
Gracias por recordarme tu fecha de nacimiento y la de Lila, así yo también podré felicitaros por vuestro aniversario.
La chica marroquí llegó bien y se encuentra aquí estupendamente. No sé cuál ha sido tu papel en este asunto, pero te lo agradezco.
Las fotos que me has enviado me confirman que seguís tan jóvenes como cuando os marchásteis de aquí.
Voy  a cambiar mi sistema informático, así que ya te enviaré mi nueva dirección.

                                                        Derek Moxon,
                                                 Puyricard, 30 de agosto de 2014.


¿Qué papel, qué chica marroquí, a qué agradecer? Le dije a Rafa Gálvez que por fín tenía noticias de Derek Moxon, mi casero inglés en Francia, durante mi estancia Erasmus, pero que no entendía qué me decía y lo atribuí a que a sus ochenta y un años, recién cumplidos el 26 de agosto, las cosas por su cabeza empezaban a andar mal.
No me envió su nuevo correo electrónico, así que yo no le anuncié que llegaba con Pilar Ortí a finales de septiembre a Puyricard, el pueblo residencial a escasos diez kilómetros de Aix-en-Provence, en el que residí durante casi un año. Para los que se incorporaron después a este blog y para refrescarles la memoria a los demás, les recomiendo que lean mi entrada La Matandeta y sus historias Derek Moxon y yo, en la que encontrarán de qué forma tan pintoresca conocí a este caballero inglés.
Lo bien cierto, es que durante nuestra estancia nos quedamos en casa de Olimpia y Alfredo, de origen español, que viven a unos cien metros de la residencia de Derek y después de una espléndida bienvenida en la que no faltó un apéro con productos ibéricos y rosé de Provence, ya finalizado l'après midi, nos dirigimos a la casa de Mr. Moxon.
A su pregunta por el interfono, le respondí que era yo, María, que se encontraba frente a la entrada del 131, Les Muriers, sin previo aviso, ni comunicación.
¿Han visto alguna vez la cara de un niño ante la sorpresa de un regalo deseado pero inesperado? Esa fue con la que nos recibió. A Pilar, que habla perfectamente francés e inglés, ya la conocía de sus dos visitas anteriores. Y yo, al contrario que sus otras inquilinas, nunca le prometí que volvería, pero lo hice.
En la casa también se encontraba Kenza Lamouasni, una preciosa chica de Marrakech que habla perfectamente español y que nos recibió con una amplia sonrisa y con la sorpresa de decirme que ella está allí en Puyricard, en casa de Derek, gracias a mí. Es estudiante de primer curso en la Facultad de Letras, la misma en la que yo estuve, salvo que ella estudia inglés y chino. Cuando tomó la decisión de venirse a la Provenza empezó a buscar alojamiento y a través del enlace de appartager.com dió con el anuncio de Derek, que buscaba una inquilina. No se fió de aquel anunció en la que un señor mayor le ofrecía casa gratuita a cambio de nada. Y mucho menos lo hicieron su padre, profesor de matemáticas en un instituto marroquí y su madre, ama de casa. Pero le contó lo que sucedía a un amigo y este puso el nombre de Derek Moxon en el dios Google y apareció mi blog La Matandeta y sus historias, antes Erasmus a los 50 y Kenza, su familia y amigos, pudieron conocer mis peripecias y mi vida con Derek, durante un año en la Provenza. Eso fue suficiente para convencerles de que este flemático señor inglés sería el perfecto casero para su estancia de tres años en la Universidad francesa.



Fue una auténtica sorpresa para mí descubrir a Kenza  y su historia, y el trabajo que había realizado mi blog, convenciéndola, a ella y a sus padres, de que ese señor al que no conocían, era una persona amable y respetuosa y de que ella estaría en un lugar hogareño y seguro. Ahora, la sorpresa me la había llevado yo. Entonces encontré sentido al correo que Derek me había enviado a finales de agosto.
Kenza añadió que, en Marrakech, sus amigas estudiantes de español me leen y me siguen. Y de pronto descubro como una pequeña satisfacción interior, algo inesperado de lo que siempre me habían hablado los escritores, esa sensación que tienen las palabras para el que las conjura cuando no rebotan contra la pared.
Esta mañana le he preguntado a un amigo qué significa que mi Google + tenga 217.065 vistas.
Fácil , ¿no?, me ha contestado.
Que te han visto 200 y pico mil veces.
¿Que  me han visto qué?
Pues, qué va a ser, tu blog.
Y me ha quedado un regusto a bueno, a saludable, a misión cumplida. Les podría dar mil y un motivos de por qué una escribe y tiene afición a contar historias, pero Kenza, con la suya,  y su reflejo me dió la mejor respuesta.
Aquellos días, de los que ya ha  transcurrido un mes, conocimos también a Bahar, la treintaañera del Turkmenkistán que también reside con ellos, su historia, sus orígenes y sus objetivos futuros. No paramos en torreta por una Provenza soleada y Pilar Ortí quedó contagiada con el virus marsellés de una ciudad llena de mezclas y colores.
A la hora de la despedida, con un cordero halal que conseguimos Pilar y yo en el barrio de Noailles, en honor de la joven marroquí, le anuncié a Derek que volveré con mi hija la próxima primavera, y con su flema británica y escepticismo octogenario, me respondió que no sabe si todavía seguirá allí.
Recemos al Dios de los cristianos, de los judíos, de los musulmanes y de los escépticos y flemáticos octogenarios para que esto sea posible.
Otro día les cuento más sobre ma Provence.
¡Ah! Y no le hagan caso a Sabina. Yo también estuve en Macondo y, sin embargo, comprendí que al lugar donde fuiste feliz, que debieras tratar de volver.
Salve y ustedes disfruten, el otoño por fín está aquí.






1 comentario:

  1. Uno nunca sabe cuál puede ser el alcance de sus palabras y de sus actos. Llegas muy lejos porque pones el corazón en lo que haces y en lo que escribes. Larga vida a tus historias, M. Dolores!

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