jueves, 4 de septiembre de 2014

MULTAQA EN LA MATANDETA

Multaqa es un término árabe que hace referencia al encuentro amistoso en un espacio abierto. Es un término que ha utilizado la Unesco española para recordarnos lo mucho que supimos convivir durante varios siglos, en el espacio ibérico, las tres culturas. Y ha sido  también el pretexto a lo largo  de diez años, para reunir en un foro, que se celebra en el Real Monasterio de Santa María de la Valldigna, a personalidades integrantes de esas tres culturas. 
Con motivo de la Multaqa, José Manuel Gironés me llamó hace varios años y como el restaurante estaba cerrado, y a falta del número de mi móvil, recurrió hasta al Ayuntamiento de Alfafar, con tal de dar conmigo. Quería que Federico Mayor Zaragoza y su esposa, camino del aeropuerto de Manises, se comieran un paella en La Matandeta. Al sr. Mayor Zaragoza le debió de encantar el trato, el ambiente y la paella y desde entonces Gironés, que continúa colaborando para Unesco Valencia como director de actividades, no deja de llamar todos los años, sobre el mes de junio y acude a nuestra casa con participantes al encuentro de la Valldigna como Agustín Remesal, corresponsal de TVE en el extranjero, el futbolista Iniesta, Alberto Moncada, reputado sociólogo y presidente del Centro Unesco Valencia. O esta pasada convocatoria, con el aristócrata siciliano Emmanuele  F.M. Emmanuele, Barón de Culcasi y Marqués de Villabianca, un señor simpático y encantador, que no quiso probar la paella sino un contundente plato de jamón.
José Manuel Gironés es hiperactivo y sentimental, además de otras muchas cosas, como premio extraordinario fin de carrera de periodismo por la Universidad de Navarra, asesor en Moncloa con el gobierno de Adolfo Suárez en el ministerio de Asuntos Exteriores con J.P. Pérez Llorca, co-fundador de Historia 16, director del periódico Levante en la época del 23-F, doctor Honoris Causa por la Universidad F. Pessoa de Oporto y por la Complutense de Madrid y director del gabinete de prensa de la Generalitat Valenciana a finales de los ochenta en la época en que fue mi jefe, que al fin y al cabo, es lo que me interesa contar en esta entrada de final de verano.


José Manuel me encomendó la tarea de ayudarle, en lo que a la Generalitat correspondía, en el I Congreso sobre el Genoma Humano, que se realizó en el fenecido Hotel Sidi Saler, que contó con la presidencia del ínclito profesor Santiago Grisolía. Así fue como también me encontré con Rosalina Lasso de la Vega, esta esplendorosa señora que aparece en la foto y que con el tiempo se convirtió en la esposa de José Manuel. 
Aunque yo ya había trabajado en la organización de varios congresos, nunca antes había visto reunidos tantos premios Nobel como en  aquel. Hasta siete, con sus respectivas esposas, acudieron a Valencia a refrendar el proyecto, así como otras muchas personalidades y periodistas como Tom Burns, nieto del doctor Gregorio Marañón, con el que recuerdo una velada en la plaza del Negrito, derrochando agua de valencia y anécdotas acerca de su  célebre  abuelo. Un día en que la cosa parecía que iba a salirse de madre con tanta ilustrísima, a mí se me ocurrió decir que tenía ganas de llorar y que me quería morir. Recuerdo que Rosalina, un encanto de mujer, cogiéndome fuerte del brazo y sin perder la sonrisa,  me susurró: No, chica, tú no te mueres por esto.
Poco después a mi jefe Gironés se le ocurrió organizar el I Congreso de Periodismo Valenciano y, al mismo tiempo un Encuentro Internacional de Periodismo Iberoamericano. Teníamos que trasladarnos a veces a Pamplona para reunirnos con el decano de la Facultad de Periodismo, el coordinador de los cursos de dicha institución en  Iberoamérica y un tercero que ahora mismo no consigo recordar su cargo, no me pregunten nombres que ya no me acuerdo. 
Como a veces surgían problemas en Presidencia y el Molt Honorable de aquella época, como de todas, solía buscar la cabeza de turco en el responsable de prensa, José Manuel me enviaba a mí sola para que me las arreglara con los navarros y los eventos siguieran adelante: Y no te enfades si no te invitan a cenar, que todos son numerarios del Opus. Yo no me enfadaba y ellos, unos señores muy amables, sí que me invitaban a cenar y hasta me acercaban a la estación para tomar  el tren que de madrugada me llevaba a Madrid, donde por la mañana tenía otra entrevista concertada en el Ministerio de Exteriores con un antiguo colaborador de José Manuel, para hablarle de lo mismo. Por si yo no tenía bastante con tanto ajetreo, a mí se me ocurría quedar a comer con una antiguo  también, pero en este caso, novio mío y periodista de Televisión Española, que me llevaba al restaurante La Oficina, donde él daba fe de que yo continuaba devorando codillo con el mismo afán que cuando estábamos juntos, y yo certificaba que él seguía siendo el mismo gilipollas de siempre.
Recuerdo que en una ocasión, después de mis vacaciones, en las que por cierto, habíamos estado una semana en Brasil porque  Rafa Gálvez tuvo la feliz idea de  comprarle a un conocido una bañera de hidromasaje, que llevaba añadido un viaje para dos a la ciudad carioca (a las personas poco convencionales nos ocurren cosas inesperadas), llegué al despacho de la calle Caballeros todavía con el jet lag incorporado, cuando mi jefe Gironés me anunció que ya tenía el billete preparado para irme al día siguiente a Madrid, a primera hora de la mañana a reunirme con los navarros: 
- Y tú, ¿no vienes?
- No, hay marejada en la planta noble.
- Y, ¿dónde hago la reunión?
- Pues en el aeropuerto de Barajas, pides una sala.
- Y ¿si no me la dan?
- Te las apañas como puedas.
La reunión la hicimos en el hueco de una escalera, en el aeropuerto, donde encontramos una mesas y unos butacones. Yo muy puesta en mi papel de colaboradora del jefe de prensa de la Generalitat Valenciana ante aquellos señores que confiaban en mi eficacia y eficiencia.  Tenía veintisiete años y como ustedes podrán comprobar, siempre andaba metida en líos. Pero puedo asegurarles que José Manuel Gironés es una de las personas responsables de que yo haya tenido recursos en la vida, sí, eso que ahora está tan de moda, porque  no sólo de títulos académicos se nutre el curriculum de una persona, sino de enfrentar   situaciones y salir adelante.
Que José Manuel Gironés siga contando conmigo, al menos una vez al año, para traer a personas de todo el mundo, es un orgullo para mí y para esta casa.
Aquel congreso de periodismo se convirtió en una jornada en el Hotel Astoria en la que  ya no trabajé, pero asistí de igual manera.
 Al catedrático de Política Económica lo habían nombrado conseller y me propuso hacerme cargo de las relaciones con los medios de comunicación. Pero esa es otra historia.
Salve y feliz rentrée. A ver si poco, a poco, cogemos de nuevo el ritmo.

3 comentarios:

  1. Yo no soy de la obra, pero a tus veintisiete años (27) y debajo de una escalera, si hubiera o hubiese sido "multinumerario", Mosen Escriba a la hora de pasar lista le hubiera o hubiese faltado uno. O sea Yo.

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  2. Jocoso y encantador relato, saludos

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  3. Enfrentar situaciones y salir adelante, actuar con creatividad, soltura y solvencia. Ser tan buena gente. Y ser mi amiga!!!! Me encantan tus historias.

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