domingo, 20 de febrero de 2022

ABRÁZAME HASTA QUE SÓCRATES SEPA ALGO

 


                                                       Existen saberes que son fines por  sí mismos y que -precisamente  por  su                                                         naturaleza gratuita y desinteresada, alejada de todo  vínculo práctico                                                           y comercial - pueden ejercer un papel fundamental en el cultivo del                                                              espíritu y  en el  desarrollo civil y cultural de la humanidad. En este                                                              contexto, considero útil todo aquello  que nos ayuda a hacernos mejores.


                                                                                        La utilidad de lo inútil

                                                                                        Nuccio Ordine


Es sábado por la mañana y he quedado con Efraín Galindo a  las diez  y media en la  entrada  de  la Estación del Norte. Le  prometí que le  enseñaría  Valencia.

Hasta ayer  por la tarde, no me percaté de  que  La Matandeta, sin gente, es un lujo del que puedo  disfrutar muy pocas veces. Tener  una casa abierta tiene  sus  ventajas, pero también muchos inconvenientes. Tienes una  intensa  vida  social sin  salir  de  casa. Todo  el  mundo puede  observar cómo vives, aunque tú  nunca los veas a ellos sin sus máscaras.

A Efraín Galindo, cerca  de  los cuarenta, cubano, editor de  vídeos, fotógrafo, cantante, escritor y trabajadotr del arte, como él mismo se define, lo trajo por primera vez a La Matandeta, a finales de julio, Miguel  Ángel Jiménez, del  que  ya he hablado  en  otras  entradas.

Efraín  venía  decidido  a establecerse  en España. Una decisión muy  meditada, dolorosa a veces, llena de ilusión la  mayoría.

Los inicios no son fáciles para nadie. Menos si  hay que hacerlo lejos de  los  tuyos y de tu  país. Efraín encontró trabajo paseando  dos  perros, dos veces  al día. Mientras, se había  instalado  en  el piso que  Miguel Ángel tiene  en  Valencia y que  mantiene, a  pesar  de  llevar once  años  viviendo  en  Cuba. Trabaja como chef ejecutivo de  la  cadena  Iberostar en un hotel de  La  Habana.






Efraín lleva varios meses aprendiendo el oficio de camarero en La Matandeta. Es serio, responsable, atento con los clientes y  tiene sorna. María Dolores, en Cuba triunfarías, nunca quieres  botar nada.

Le hablo de mi intención de viajar  este verano a La Habana, ese viaje  que  voy postergando año, tras año de pandemia. Y él me pasa  un canon de películas  y libros imprescindibles de  ver y  leer, antes  de  viajar una  temporada  a   Cuba.

Memorias del subdesarrollo, de Tomás Gutiérrez Alea, Hello, Hemingway y El ojo del canario de Fernando Pérez. Me recomienda que lea a Lezama Lima, Virgilio Piñéira. Ya conozco a Leonardo Padura, no me gusta Zoe Valdés.





Pero hoy es sábado, Valencia está  gris y fría. Cuba  queda  lejos. Los dos tenemos  fiesta. La Matandeta  está cerrada  por  vacaciones  hasta  el jueves, 24 de  febrero. Y nos encontramos como niños con regalo  inesperado. Cruzamos la calle  Xátiva y nos metemos en la librería  Soriano. Ambos compartimos la  misma  afición por las librerías. No será la  única que hoy visitemos.

Efraín no conoce  el centro de  la  ciudad, el barrio del Carmen, la  plaza y la Iglesia de  San Nicolás, la calle Caballeros  y  el Palau de  la  Generalitat.. Entramos en  la  basílica.. Él graba un vídeo, hace fotos  de  la  puerta  de  los  Apóstoles.. Le explico por qué  el Tribunal de  las  Aguas  se  reúne los  jueves. Le cuento que  en  ese edificio de la  calle Miguelete, número, 5 trabajé durante cuatro  años. Que también lo hice en el Palau durante seis.

Su conversación  es inteligente, abierta  a cualquier tema. Nos acercamos a la mujer que  vende  tablas de madera pintadas. Con fotos de Marilin, de Frida. Tiene acento extranjero. Le pregunto  de dónde es y  me responde  que  vive en  El Cabanyal. Y entonces recuerdo cómo me  enseñaron  mis alumnos del IES Leopoldo Querol  a  formular la  pregunta: ¿Cuáles son tus  orígenes? Nací en  Bari. Mira, como San Nicolás. La Puglia. He  estado  allí, en el  tacón de  la  bota italian. Olivos milenarios. Hay una de las tablas que me está  pidiendo a  gritos que la  coja. ABRÁZAME HASTA QUE  SÓCRATES SEPA  ALGO. 

Si yo no supiera alguna cosa de  filosofía, sería  incapaz de entender esta frase. Y  por  tanto me  perdería  este momento de  felicidad que me produce. En este  sábado, libre de  preocupaciones. Y me acuerdo de  Nuccio Ordine y de  su Manifiesto sobre  la utilidad de  lo inútil. Así que compro la tabla, porque me lo está pidiendo a gritos, que me  la  lleve, que quiere formar parte de  mis  sonrisas, cada vez  que me  la tropiece entre mis  libros.




Entonces  pienso  que tengo baraka, como los árabes, suerte en el destino. Que no he tenido que dejar mi país, ni mi gente, ni mi paisaje, para poder ser feliz. Y que he tenido  la  fortuna de  que Efraín Galindo haya  sido tan  valiente  al hacerlo. Y yo pueda disfrutar de  su compañia  y  de  su conversación en  este sábado, libre de  obligaciones, de preocupación, de nervios, de  clientes estresados a  pesar de  tener  fiesta, de fotovoltaicas que no fueron  bien programadas, de cuentas  escritas  a  mano y sumadas mentalmente, de llamadas  telefónicas a deshoras ... De todo eso, que también es la  vida. 

Abrázame hasta que  Sócrates  sepa  algo.

Salve y ustedes  lo pasen bien.








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