A la amiga viajera
Nací a las nueve de la noche, en casa, mientras pasaba por la puerta la banda de música de Sedaví porque era el día de Santa Cecilia. Ella estaba allí. No la había invitado nadie al parto, ni D. Rafael, el médico, ni mi abuela Emilia. Los hombres de la familia no se mezclaban en estos menesteres. Pero ella me esperaba tal vez sentada sobre uno de los butacones forrados de gris perla, con relieve de hojas alveoladas. O quizás se apoyase en el comodín con espejo, justo donde se reflejaba la cara desencajada de mi madre mientras me daba la luz. Seguro que no pronunció ni media palabra.
Pero ella ya estaba allí. Para dejar testimonio que no me abandonaría durante toda mi vida. Que, a donde quiera que vaya y por mucho que me mueva, llegará la hora y el día de nuestra cita, ineludible y certera, en la que nos marcharemos juntas.
Así que no merece la pena invocarla, temerle, o huir de ella. Siempre nos espera.
Mientras tanto, queda el doloroso hecho de tener que llegar a la meta con un cuerpo y una mente que envejecerán poco a poco, sin que nos dé tiempo a darnos cuenta. La memoria es benevolente con nosotros y nos ayuda a olvidar el rostro que tuvimos, la tersura de la piel, el brillo de la mirada, la alegría del cuerpo en plena juventud.
Por circunstancias universitarias, he pasado el mes de julio en Alicante. Campus de Sant Joan B Universitas Miguel Hernández. Me hospedé en el Camaleón de la calle Pintor Gisbert, un hostal para jóvenes mochileros de todo el mundo, al que fuimos a encontrarnos, sin premeditación, ni alevosía Nancy Miracle y yo.
Vida de estudiante veraniega: Por las mañanas, la playa de El Postiguet, por las tardes, el aula del edificio de Farmacia Marie Curie, donde el valenciano andaba capacitándose.
Alicante es una ciudad cercana que cohabita con el mar, llena de extranjeros y tópicos de película mediterránea. Afable y tranquila donde es muy fácil adaptarse y donde lo intentes por donde lo intentes, nadie habla valenciano, salvo un heladero de Xixona de nombre Vicent Servent y un vecino de la Vilajoiosa que se mojaba los pies en la orilla del mar, como yo.
Y en estas me fui a cenar con la hija secreta de Marilyn Monroe, Nancy Miracle. Rubia, ojos azules, escritora y cosmopolita.
Si ustedes buscan en el Dios Google quién es esta señora encontrarán sus huellas en fiestas pasadas en la Cerdeña, en una vida de muchos años en Ibiza. En exposiciones con grandes pintores en cualquier lugar del planeta. Una mujer rubia, deslumbrante, atractiva. Poco que ver con la que cenó conmigo a finales de julio. Hace tres años un accidente de moto la convirtió en otra. El mismo espíritu, viajero y cosmopolita, encerrado en un nuevo cuerpo que no la acompaña ya, que no le responde. Hay que ayudarla a sentarse en la silla. Y a levantarse. Y a ponerse en marcha. Su sistema nervioso lleva un mapa de ruta que no acompaña al suyo. Le cuesta hablar. Hacerse entender. Pero también hablan sus ojos y su sonrisa. Llevaba un mes en Alicante cuando nuestros caminos se cruzaron. Venía de pasar un mes en Ibiza. Se iba hacia Madrid. Después Miami donde reside. Ella y una enorme maleta. Arrastrando un cuerpo maltrecho por medio mundo, mientras le aguante. Sin rendirse. Ahora la sigo por el FB. Anda por Honolulú.
Llegar a la meta reventados como un caballo de carreras. A la cita a la que nos convocaron en el mismo momento de nuestra venida a la vida. Cuando llegue la muerte, quiero que me encuentre viva.
Mientras el cuerpo aguante...
Si ustedes buscan en el Dios Google quién es esta señora encontrarán sus huellas en fiestas pasadas en la Cerdeña, en una vida de muchos años en Ibiza. En exposiciones con grandes pintores en cualquier lugar del planeta. Una mujer rubia, deslumbrante, atractiva. Poco que ver con la que cenó conmigo a finales de julio. Hace tres años un accidente de moto la convirtió en otra. El mismo espíritu, viajero y cosmopolita, encerrado en un nuevo cuerpo que no la acompaña ya, que no le responde. Hay que ayudarla a sentarse en la silla. Y a levantarse. Y a ponerse en marcha. Su sistema nervioso lleva un mapa de ruta que no acompaña al suyo. Le cuesta hablar. Hacerse entender. Pero también hablan sus ojos y su sonrisa. Llevaba un mes en Alicante cuando nuestros caminos se cruzaron. Venía de pasar un mes en Ibiza. Se iba hacia Madrid. Después Miami donde reside. Ella y una enorme maleta. Arrastrando un cuerpo maltrecho por medio mundo, mientras le aguante. Sin rendirse. Ahora la sigo por el FB. Anda por Honolulú.
Llegar a la meta reventados como un caballo de carreras. A la cita a la que nos convocaron en el mismo momento de nuestra venida a la vida. Cuando llegue la muerte, quiero que me encuentre viva.
Mientras el cuerpo aguante...
Un homenaje conmovedor y claramente sincero a su amiga.¡Que viva vuestra amistad! Kenza.
ResponderEliminar¡Me ha encantado! Quiero más...
ResponderEliminarSuper bonito!!!
ResponderEliminarBuenas reflexiones
Com sempre molt bo, entranyable, amb estilo. Eres bona continua i no t' atures.
ResponderEliminarLa vida no debería ser un viaje hacia la tumba con la intención de llegar a salvo con un cuerpo bonito y bien conservado, sino más bien llegar derrapando de lado, entre una nube de humo, completamente desgastado y destrozado, y proclamar en voz alta: ¡Uf! ¡Vaya viajecito!
ResponderEliminarHunter S. Thompson
I morir amb la millor companyia. Com diu l'amic Llach:Ni que només. fos per riure junts la mort.
ResponderEliminarEm sorprèn moltíssim que faça el comentari de què a Alacant pràcticament ningú parla en valencia,quan vostè, com a valencianoparlant que és,renúncia a escriure i per consegüent fomentar la nostra malferida llengua.Pose's les piles i faça algo per la nostra cultura,vostè que pot.
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ResponderEliminarUna buena reflexión sobre la amistad. Un saludo
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