viernes, 14 de diciembre de 2012

COCINAR LA VIDA

A la profesora de Traduction de la Langue: Thème, que es catalana, le hace gracia que mi apellido coincida con el de uno de los personajes de Penja els guants, Butxana, le digo que no es tanta casualidad. Ferran Torrent y yo somos de Sedaví y allí ese apellido, de origen mallorquín, es tan corriente, como en otros sitios Pérez. Mme. Massip ha puesto como lectura en sus clases de traducción de catalán este libro y ha invitado al autor a participar en un coloquio con los estudiantes el próximo mes de mayo. En estas estamos, cuando llegamos a la biblioteca de la Facultad, que últimamente se ha convertido en mi casa.  Paso muchas horas aquí metida, pero he de confesar que es una biblioteca muy pintoresca. La gente come,  habla por el móvil, liga, charla con los amigos. Lo de comer dentro de la biblioteca lo entiendo, porque afuera la temperatura no ha subido de tres grados en toda la semana, pero lo demás... Varias veces al día se oye por el altavoz: Attention! Il faut vous souvenir que vous êtes dans un lieu de travail, respetez le silence! Nada que hacer, la gente a su marcha.
 Pero esta tarde no me quedo, ha salido el sol, después de una semana con lluvia y mi trabajo marcha bien. Solo me queda un examen el lunes con Fred Asteire y desde luego que no va a poder conmigo.
Así que decido dar un paseo y me acerco al Cours Miraveau que está decorado para la Navidad. Lo han llenado de pequeños chalets donde venden artesanía y productos típicos de la Provenza. Al final de la avenida, justo en la zona de la Rotonde Bonaparte han puesto la fête foraine  que por las tardes se llena de niños  Le manège no para de dar vueltas y hay cola para subir a los caballitos y para comprar barba-à-papa.
Cuando se lo cuento a Derek Moxon, mi casero, me mira sin sonreir y me contesta: ¿Y eso te excita? Hombre, no es que me ponga a cien, ¿verdad? pero me gusta oir el jaleo que montan los niños. Donde hay niños, hay alegría. Y sobre todo, me acuerdo de Manuel, ¿quieren que les diga la verdad? De toda la familia, es el miembro que más echo de menos. Paso muchas horas con él, puesto que no somos unos abuelos de visita, sino que convivimos con él y con sus padres. Así que lo he visto crecer día a día y procuro poblar su imaginación de caballeros andantes, saltimbanquis y fonambulistas, antes de que cumpla siete años y el uso de razón acabe con esa inocencia mágica que ahora tiene.
A la hora de tomar la decisión de venirme aquí, fue lo que más pesó en contra: perderme el día a día a su lado, redescubriendo el mundo a través de sus ojos y sus palabras. Pero sin darme cuenta, el cuatrimestre, que aquí lo llaman semestre, ha terminado y no estoy arrepentida para nada de la experiencia. El martes vuelvo a casa y lo hago en el coche de dos chicas, a las que no he visto en la vida, que me recogerán en la Gare routiere de Marsella. Espero que funcionen las sinergias.
Vuelvo a casa a pasar las vacaciones de Navidad, trabajando en La Matandeta y preparando mis exámenes de enero. El día de Navidad tenemos puchero y es un rito para mí prepararlo tal y como lo hicieron antes mi abuela y mi madre, para toda la familia, solo que esta vez la mía es mucho más grande.
A sí que ya saben, si quieren que nos encontremos y les cuente mil anécdotas de lo que he descubierto en Francia, de la gente que he conocido y de cómo se vive aquí, nos vemos en La Matandeta. Hay que seguir cocinando la vida. Un saludo a todos y felices fiestas.



2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. C’est fabuleux, son petit enfant deviendra un chef Michelin dans l’avenir !

      Liz

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