viernes, 10 de agosto de 2012

Bienvenidos

Dicen los entendidos que si vives lo suficiente y te sientas al final del río, no solo verás pasar el cadáver de tus enemigos, sino también la mayor parte de tus sueños realizados.
Yo encontré parte del segundo fardo a base de ir llenando mi camino de experiencias. Quizás por eso, porque siempre tuve claro que la vida realmente era un viaje lleno de descubrimientos; a la edad en la que la mayor parte de mis amigos no quieren siquiera salir a cenar porque se han acomodado, yo he decidido irme de Erasmus a Aix-en-Provence..

Hace muchos años, en uno de aquellos trayectos que yo cubría haciendo auto-stop de Valencia a Zaragoza para ver a mi novio, nos recogió a mí y a dos chavales más un señor que rondaría la edad que yo tengo ahora, cincuenta y un años. Nos dijo que envidiaba nuestra juventud y nuestras ganas de aventuras. Uno de los chicos que también había subido al coche le comentó la mejor enseñanza que le había dado su padre:          - Empezarás a envejecer el día que no quieras conocer gente nueva, ni volver a salir de viaje.
De momento,  yo no me encuentro en ninguna de las dos tesituras. Tengo, junto a mi familia un restaurante en Valencia, a dos kilómetros de la playa de El Saler, en plena Marjal del Parque Natural de la Albufera,  se trata del restaurante LA MATANDETA.  Convertimos la vieja granja de mi padre en un restaurante con encanto, hace veintiún años, así que me paso la vida conociendo gente nueva, con sus historias y sus singularidades. Y viajar, nunca he dejado de hacerlo desde que a los dieciocho años compré el primer billete Interrail.

Y ahora a los cincuenta, volver a la Universidad ha sido un regalo que me ha hecho la vida, quizá por haber tenido la paciencia de no desesperarme demasiado ante todo lo que me ha sucedido durante este tiempo.O quizás, un premio de consolación por no haber conseguido la utopía. En todo caso, una  cosa siempre lleva a la otra y el mes de septiembre comenzaré una nueva etapa en Francia, un sueño al que nunca renuncié, porque simplemente lo había dado por perdido.

Ulises tardó diez años en volver a Ítaca. Pudo más la curiosidad que el amor de Penélope. Sabía que ella comprendería y estaría esperando. Así pues, el compañero que me dió la vida hace treinta años, también ha entendido que para conocerme a mí misma, para seguir siendo yo, tengo que emprender este viaje, muy cerca también del mar color del vino.








3 comentarios:

  1. Salut i sort. Ja saps que aquí estarem esperant que tornes a contarmos les teves experiencies, sempre es un plaer pegarse una bona xarrada per compartir el que siga. Intentarem mantindre el país al menys com está, tot i que será difícil, de tota manera continuarem gaudint amb el que puguem.

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  2. Eres com una nena però sense el com.
    Què tranquilet que es quedarà Rafa..!
    :)

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  3. He encontrado tu blog gracias a un enlace en el de Nacho Lurbe y me he quedado sin palabras por tu manera de enfrentarte a la vida, de disfrutarla, de vivir siguendote a ti misma y a tus sueños... enhorabuena, te deseo lo mejor por esta nueva aventura..
    Serena

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