jueves, 19 de diciembre de 2013

VIEJOS AMIGOS.

 Esto nos trajo la segunda mitad de diciembre: algo de lluvia, la ilusión de que pronto tendremos sorteo de lotería de Navidad, a pesar del terror que nos produce el anuncio televisivo, olvidarnos por unos días del fatalismo que nos embarga y algunas buenas y agradables comidas con viejos amigos, de los que no vemos mucho, pero cuando estamos con ellos tenemos la sensación de que la primera frase será como decíamos ayer.
Habíamos proyectado Rafa Gálvez y yo subir con Emili Marín hasta Pedralba, localidad de Los Serranos en la que él fue párroco y donde conserva una casa. Para los que no lo conozcan contarles que Emili Marín fue durante muchos años director de la revista Saó y antes, en la transición, secretario del cardenal Tarancón. En Pedralba pensábamos comer en La Pitanza, restaurante de nuestros comunes amigos Silvia y Pepe Sánchez. Pero el hombre propone y la mujer decide. Se me cruzó la llamada de mi entrañable y querido amigo Emérit Bono, que nos visitaba con Ramón Lapiedra, ¿se acuerdan? Rector de la Universidad General de Valencia en mejores momentos para la educación y los estudios.
Así que nos quedamos en La Matandeta, día luminoso antes de las pertinaces lluvias, y ante unos entrantes a base de mullador de caballa y alcachofas confitadas en aceite de oliva y rellenas de brandada de bacalao, hicimos los honores a un arroz meloso de cordero, pollo y setas.
Ya sabemos, los que amamos el arte de la conversación, que una comida solo es un pretexto para la convivialidad. En este caso, además los contertulios pertenecen al círculo de los hombres sabios. Aquellos que vivieron de forma apasionada el momento histórico que les tocó.  A su lado, una tiene mucho que aprender de lo que cuentan y comparten. Como compartimos este arroz meloso, uno de mis preferidos, la carme muy sofrita en una cazuela de hierro, con las setas, las zanahorias, los nabos y las chirivías, todo a fuego lento, como las palabras que van siendo desgranadas a lo largo de la conversación. La clandestinidad en tiempos de Franco, los tiempos de aquel Paris, lugar de peregrinaje y acogida, la primera democracia, Manuel Vázquez Montalbán,  pero también los últimos libros leidos. Emili hace tiempo que perdió la vista, pero jamás el buen humor.
Hay que tener paciencia para hacer un buen arroz, como la tienen el teólogo y el físico para no enfrentar sus opiniones sobre Dios y la creación. Al servirlo a la mesa, mejor escanciar una pequeña ración y que termine de entrar en sazón en la propia cazuela, así el final, la última cucharada será la mejor. Eso sí, este arroz, como todas las grandes cosas de la vida encierra un secreto.
¿Se lo cuento? Mejor vengan estos días a comprobarlo. El tiempo y las sensaciones acompañan.
Buen provecho.


 
 

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