miércoles, 8 de agosto de 2018

MIENTRAS TANTO...

Que no se me olvide el transformador para los enchufes americanos. Ni el cargador del móvil. Ni el ordenador. ¿La ropa? Casi que da igual. Brooklyn está lleno de tiendas Vintage.
Nunca me gustó vivir en La Matandeta. Mi padre nos hizo pintar aquel verano de mis diecisiete, todas las ventanas y puertas de verde. Yo adoraba a mi padre, pero sabía perfectamente quién era mi padre. Alguien consumido por una tragedia. Y eso que no la averigüé hasta muchos años después.
Un Mariaventuras encontró a un Fantasioso y yo estaba en medio.
Olvídense ustedes de Master Chef y Top Chef. Esa no es la realidad de la cocina de un restaurante.
En una cocina se suda, se ensucia. se dicen palabrotas y se revienta.
¿Por qué me tocó a mi quedarme en la cocina? Renunciar a mi trabajo, que tanto me gustaba, quedarme en un lugar del que trataba de huir.
Seguir a mi padre en la granja, era seguir los atavismos de  las mujeres de  la familia que yo había conocido. Mi madre era una gran modista. Hoy en día, sería una diseñadora importante. Yo me negué siempre a aprender a coser, porque no quería llevar su vida.
¿Y cómo es posible que alguien a quien no le gusta nada de lo que se ha sumergido, tire adelante con tanto éxito? Por el entusiasmo. Siempre por el entusiasmo.
Soy la persona más inútil del mundo trabajando con las manos.
¿Picar cebolla? Y. ¿eso cómo se hace? Pero tengo recursos.
Al día  siguiente de nuestra boda, fuimos a comer con Tania, la hija mayor de Rafa, a una tortillería, que entonces estaban de moda en Valencia.
No olvidé jamás el sabor de la tortilla de morcilla y la convertí en la coca de botifarra i ceba, aquel primer verano en que tuve que hacerle las vacaciones al segundo cocinero que ya se había largado.

Me da vértigo viajar hasta tan lejos, yo sola. `Pero también es una prueba de vida. Una meta. Crecer más y más alto.

Si él era el que sabía deshuesar, desespinar, trabajar con las manos.... ¿Por qué tenía que ser yo la que se quedara en la cocina? Me solía repetir Yo sé que no te gusta, pero te necesito ahí.
Y así pasaron doce años....

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