He empezado a meter cosas en la maleta. Vestidos ligeros. Calzado cómodo y mucho espacio para traerme... ¿Cosas? Sócrates entró en una tienda y sonrió. Cuántas cosas había que no necesitaba para nada.
He escrito a Calorine Knight, mi casera. Solo tengo miedo a una situación: Perderme desde el Kennedy al landmark donde residiré durante diecisiete días. Tengo que llegar en metro.
Si no viene Rubén Ruiz a trabajar con nosotros, yo estaría muerta o en el manicomio. Me despertaba por las mañanas y me decía a mí misma... Si todo lo que me espera en la vida es una cocina, por mi podemos acabar ya. ¿Es eso una depresión?
Que no se me olviden los libros.
A los cincuenta volví a la universidad. Se había terminado la cocina. No tenía un lugar de trabajo al que acudir. Así que me reinventé.
No ha habido ni una sola de mis amistades masculinas que no me lo haya recriminado: Claro, tú te fuiste a Francia. He llegado a escuchar hasta barbaridades: Te fuiste tres años.
Me fuí un curso de Erasmus. Cuando se estudia una lengua extranjera, es lo mínimo que se debe hacer.
Me fui a estudiar y hacer amigos. Phillippe y Ghylaine Fortyn, Alfredo y Olimpia, Constance Thierry, Sonia Lefrève y mi queridísima Rose Prenderville. Amigos que todavía conservo.
Volví con cuatro matrículas de honor, cuatro sobresalientes y dos notables. Los profesores de la Facultad de Filología alucinaban conmigo. ¡La mejor alumna Erasmus tenía cincuentra y tres años! ¿Cómo se hace todo eso? ¿Saliendo de fiesta todas las noches? Hasta el cura me lo preguntö: Dime la verdad, ¿le fuiste infiel a Rafa en Francia? Yo le fui infiel a Rafa con veintisiete años y cuando tuve que elegir, opté por él y nuestro proyecto de familia.
Muy buen articulo y la maleta, sobretodo, mucho estilo para viajar sin duda.
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