Dominic y yo dedicamos ayer, parte de la tarde a elaborar gnoccis de riccota y a escuchar a Dina Washington... Mad about de boy. Él tiene mucha habilidad con las manos para darle forma a la pasta y además utiliza un pequeño utensilio de madera, diseñado especialmente para los gnoccis, que ya saben, pueden prepararse con este queso o con patatas.
Aquí, con la cuestión del american breackfast, a base de huevos, bacon, patatas y lo que se tercie, que se meten entre pecho y espalda, de buena mañana, a mediodía no toman más que un sandwich o fruta, alguna tontería y así funcionan hasta las siete de la tarde.
Por la mañana, Dominic había comprado un par de hamburguesas de angus para que las comiéramos al llegar a casa. Sin embargo, como Dominic es diabético, todo depende del grado de glucosa que tenga en sangre. Llegado el momento, se puso a cocinar zuccini para la cena y se le olvidaron. Yo me concentré en la lectura de algunos cuentos de Borges y me apañé con unos tomates. Not problem. La casa está llena de provisiones. Aunque de pronto cayera una nevada que nos dejara incomunicados un mes, resistiríamos. Oh, boy!
Doménico tiene tres pasiones en la vida: cocinar, Caravaggio y viajar, y las tiene por ese orden.
A causa de estas dos aficiones, cocinar y viajar, puesto que en Valencia no hay Caravaggios, nos conocimos en La Matandeta hace seis años. Aparecieron entre semana él y Joe, que se apellida Orts, porque su abuelo, Roque Orts Mut, salió un buen día de Gandía hacia América, en busca de fortuna y trabajó en la construcción de los rascacielos en Manhattan.
Aquel día les dije si querían ver cómo se hacían las paellas a leña, les regalé un delantal a cada uno y les señalé el gran parecido que tiene Joe con el actor Anthony Quinn. Recuerdo que Doménico, de orígenes sicilianos, me comentó que su apellido es Zampano, el personaje que Quinn interpretaba en la película La Strada. A partir de ahí, comenzamos a hablar de actores y de cine italiano. Después dicen que la cultura no sirve para nada.
Dominic empezó a escribirme un año después. Se había jubilado y me invitaba a visitarlos en su casa de Branford, Connectica, a ciento cuarenta kilómetros de Nueva York. El viaje no fue factible hasta hace dos años. Un viaje inolvidable, entre gente entrañable. En este blog encontrarán las entradas CALMA CAÓTICA y NUNCA UNA PAELLA DIO TANTO DE SÍ, en que narro aquella primera aventura americana.
He declarado el 2018, el Año Absurdo en mi vida, por diferentes motivos. Al absurdo no hay que buscarle explicación. Tenía un billete a Nueva York, pagado desde enero y parecía un billete destinado a la basura. Pero, me dije a mí misma, si el absurdo impera en estos momentos en tu vida, ignóralo. El resto ya lo conocen ustedes.
Son las ocho y media de la mañana del martes y Doménico ya está preparando la cena de esta noche. Una sopa de bacon, cebollas y zanahorias; una ensalada con atún, garbanzos, chalotas y perejil y el plato estrella: unos Portobello mushroom rellenos de carne de cangrejo, huevos y parmesano. Y, como siempre, prepara para unos veinte, aunque no seremos más de cinco.
Doménico me cuenta que su madre, con seis hijos, no tenía para cocinar más que un cuchillo, una sartén y una cacerola. Así que mi amigo no tiene otra obsesión que tener utensilios para todo, de algunos de ellos un par de ejemplares o tres. Lo tengo todo! Me dice en español.
A Joe, que está muy orgulloso de sus raíces valencianas, le faltan dos años para jubilarse. Le encanta el vino y disfrutó anoche con Les Alcusses y el Migjorn. Tiene dos hijos treintañeros de su matrimonio con Susan, relación que duró trece años. Hace quince, conoció por internet a Dominic y desde entonces viven juntos. Ahora, Susan vive con Vera, su novia.
Como dicen los andaluces... Hay gente pa' to'.
Aquí, con la cuestión del american breackfast, a base de huevos, bacon, patatas y lo que se tercie, que se meten entre pecho y espalda, de buena mañana, a mediodía no toman más que un sandwich o fruta, alguna tontería y así funcionan hasta las siete de la tarde.
Por la mañana, Dominic había comprado un par de hamburguesas de angus para que las comiéramos al llegar a casa. Sin embargo, como Dominic es diabético, todo depende del grado de glucosa que tenga en sangre. Llegado el momento, se puso a cocinar zuccini para la cena y se le olvidaron. Yo me concentré en la lectura de algunos cuentos de Borges y me apañé con unos tomates. Not problem. La casa está llena de provisiones. Aunque de pronto cayera una nevada que nos dejara incomunicados un mes, resistiríamos. Oh, boy!
Doménico tiene tres pasiones en la vida: cocinar, Caravaggio y viajar, y las tiene por ese orden.
A causa de estas dos aficiones, cocinar y viajar, puesto que en Valencia no hay Caravaggios, nos conocimos en La Matandeta hace seis años. Aparecieron entre semana él y Joe, que se apellida Orts, porque su abuelo, Roque Orts Mut, salió un buen día de Gandía hacia América, en busca de fortuna y trabajó en la construcción de los rascacielos en Manhattan.
Aquel día les dije si querían ver cómo se hacían las paellas a leña, les regalé un delantal a cada uno y les señalé el gran parecido que tiene Joe con el actor Anthony Quinn. Recuerdo que Doménico, de orígenes sicilianos, me comentó que su apellido es Zampano, el personaje que Quinn interpretaba en la película La Strada. A partir de ahí, comenzamos a hablar de actores y de cine italiano. Después dicen que la cultura no sirve para nada.
Dominic empezó a escribirme un año después. Se había jubilado y me invitaba a visitarlos en su casa de Branford, Connectica, a ciento cuarenta kilómetros de Nueva York. El viaje no fue factible hasta hace dos años. Un viaje inolvidable, entre gente entrañable. En este blog encontrarán las entradas CALMA CAÓTICA y NUNCA UNA PAELLA DIO TANTO DE SÍ, en que narro aquella primera aventura americana.
He declarado el 2018, el Año Absurdo en mi vida, por diferentes motivos. Al absurdo no hay que buscarle explicación. Tenía un billete a Nueva York, pagado desde enero y parecía un billete destinado a la basura. Pero, me dije a mí misma, si el absurdo impera en estos momentos en tu vida, ignóralo. El resto ya lo conocen ustedes.
Son las ocho y media de la mañana del martes y Doménico ya está preparando la cena de esta noche. Una sopa de bacon, cebollas y zanahorias; una ensalada con atún, garbanzos, chalotas y perejil y el plato estrella: unos Portobello mushroom rellenos de carne de cangrejo, huevos y parmesano. Y, como siempre, prepara para unos veinte, aunque no seremos más de cinco.
Doménico me cuenta que su madre, con seis hijos, no tenía para cocinar más que un cuchillo, una sartén y una cacerola. Así que mi amigo no tiene otra obsesión que tener utensilios para todo, de algunos de ellos un par de ejemplares o tres. Lo tengo todo! Me dice en español.
A Joe, que está muy orgulloso de sus raíces valencianas, le faltan dos años para jubilarse. Le encanta el vino y disfrutó anoche con Les Alcusses y el Migjorn. Tiene dos hijos treintañeros de su matrimonio con Susan, relación que duró trece años. Hace quince, conoció por internet a Dominic y desde entonces viven juntos. Ahora, Susan vive con Vera, su novia.
Como dicen los andaluces... Hay gente pa' to'.
Ya veras tu año absurdo lo que da de si...aprovecha cada momento. Cuando pase el tiempo lo recordarás de otro modo.
ResponderEliminarMi año absurdo fue en el 2007
Gràcies, Maria. Això m'anima.
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