Cada vez que anuncio mi regreso a Brooklyn, Doménico enumera los platos que piensa cocinar en las horas siguientes. Así no hay manera. Le digo que me voy mañana y me replica, con la crisis que estás atravesando, qué vas a hacer tú sola en una ciudad con millones de personas, a las que no conoces. Aquí estás contenta, te ríes mucho con nosotros. Le señalo que sé estar sola y rebate pero si Nueva York es como en las películas de Woody Allen y te las has visto todas.
Todas las noches, vienen amistades a cenar, gente que conocí en mi primer viaje. Hi, Maria: Nice to see you, again. Los amigos de mis amigos son mis amigos. Anoche, Patrick que, aunque no es judío, podría interpretar, por su físico, un gran Mercader de Venecia, y Joanne de la Universidad de Yale.
Lo dicho, no hay manera. La verdad es que en Nueva York no hubiera hablado ni escuchado ni una quinta parte del inglés que estoy aprendiendo aquí. Ni me hubiera enterado de la cantidad de asuntos de esta sociedad que ellos me presentan.Todas las noches, vienen amistades a cenar, gente que conocí en mi primer viaje. Hi, Maria: Nice to see you, again. Los amigos de mis amigos son mis amigos. Anoche, Patrick que, aunque no es judío, podría interpretar, por su físico, un gran Mercader de Venecia, y Joanne de la Universidad de Yale.
Entre otros cuestiones, vine a observar este país, la gastronomía es una forma de hacerlo, las amistades y el vecindario, otra.
Esta es la casa de Stephen Serra, el vecino de Doménico, el de la cabaña y los perros muy estúpidos, ¿se acuerdan? Por cierto, todavía no he conseguido verlos por ningún sitio, aunque los he oído. Joe , Doménico y sus amigos son gente de clase media que vota a los demócratas y echan pestes de Donald Trump. En la de mis amigos, cuya foto subo a continuación, para dos personas hay cuatro coches: un Subaru, un Wolkswagen, un Mustang y la inevitable Pickup si vives en el campo. Las casas son de madera, están aisladas, sin verjas, ni vallas, en mitad de un bosque y en una zona rodeada por tres lagos. Por la noche, se acercan los mapaches, los puerco espines, las ardillas cruzan suicidas la carretera y Dominic no deja salir a los gatos, por miedo a que los devoren.
Todo está silencioso, limpio e impoluto como si la gente estuviese condenada a la felicidad. No es país para pobres.
Todo está silencioso, limpio e impoluto como si la gente estuviese condenada a la felicidad. No es país para pobres.
Anoche, la cena fue ligera, dentro de lo que cabe. De starters, aceitunas de la Toscana, berenjenas en aceite de Jaén, variantes en vinagre de frambuesa, estos dos últimos del huerto de Doménico; la clam chowder, la sopa a base de bacon, verduras y caldo de almejas, increible, atrévanse; y los ya famosos Portabello mushroom, rellenos de crabe, parmesano y no sé cuántas cosas más y, para finalizar, melocotones en licor de albaricoques con canela vietnamita. Para morirse de gusto.
Esta noche nos vamos al teatro: A chorus line.
Que sean felices, yo lo sigo intentando.
La verdad es que con unos amigos así y ese entorno es mucho más fácil sentirse bien. Ojalá estuviera al alcance de todos ese tipo de vida. Disfruta mientras puedas y... ¡hazles caso! Quédate todo lo que te dejen, porque en la gran ciudad los malos recuerdos llegan con mayor facilidad. Llevas unos días geniales. ¡Da gusto verte y leerte! Un besazo
ResponderEliminarGracias. Como dijo el sabio, ésto también pasará, lo bueno y lo malo
ResponderEliminarGracias. Como dijo el sabio, ésto también pasará.
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